Las interfaces de voz supondrían nuevas oportunidades de venta para pymes


Ya sabíamos que la voz es nuestra forma favorita para comunicarnos con otras personas. Es inmediata, directa, apenas deja sitio para los malentendidos y no se necesitan muchos elementos (ni lápiz ni papel ni lienzos, sólo la voz y un par de oídos que escuchen). Así que, era cuestión de tiempo que esta forma de interactuar se pusiera sobre la mesa en nuestra comunicación con las máquinas. La voz podría ser una nueva forma de pedirles a las máquinas que hagan cosas por nosotros, lo que abre un mundo de oportunidades para los usuarios de esta tecnología y también para pequeñas y medianas empresas. Sí, las interfaces de voz supondrían nuevas oportunidades de venta para pymes.

Pero antes debemos acotar. ¿De qué hablamos cuando nos referimos a interfaces de voz o? Lo primero que nos viene a la cabeza probablemente sean los altavoces inteligentes, alguien pidiéndole a uno de esos aparatos con pinta de ambientador de diseño que ponga tal canción o que le diga qué tiempo va a hacer la semana que viene. Eso es la Voz, sí, pero solo una parte, la superficial. En realidad, llevamos décadas hablándoles a las máquinas a través de contestadores –“Diga recepción si quiere hablar con recepción, si no, espere”–, pero su radio de acción era bastante limitado –“No le he entendido”–.

Por qué hoy hablamos de la Voz

La primera de las dos grandes novedades de la Voz es que hoy las máquinas están preparadas para entendernos un poco mejor, con lo que el número de cosas que podemos pedir que hagan es mucho mayor que hace décadas. Como segunda gran novedad aparece la posibilidad de pedir más cosas porque, a, nos entienden, como ya hemos dicho, y b, porque efectivamente pueden hacerlas: las máquinas que nos escuchan están conectadas con otras, que son las que ejecutan las acciones que hemos pedido que hagan.

Los altavoces inteligentes, así como los asistentes que llevamos en nuestros teléfonos móviles, escuchan nuestras órdenes y ejecutan los programas necesarios para llevarlos a cabo. Abren Spotify para poner al artista que hemos pedido, encienden Netflix para que dé comienzo el capítulo que queríamos ver o ponen la calefacción del coche porque en cinco minutos salimos hacia el trabajo y hace un frío que pela.

Así es que cuando hablamos de la Voz no sólo nos referimos a que una máquina es capaz de entender lo que le decimos, sino a que hay toda una infraestructura tecnológica que permite que nuestras órdenes habladas sean llevadas a cabo a través de varios aparatos y apps. Y ahí es, en esa red de sinergias, donde las pymes pueden sacar ventaja para vender más.

Los interfaces de voz supondrían nuevas oportunidades de venta para pymes

Decenas de opciones

Hablemos de las apps diseñadas para funcionar a través de la Voz. Hay de todo: permiten regular el termostato de casa, avanzar la previsión meteorológica del día, localizar una receta y que el propio altavoz vaya explicando paso a paso cómo cocinarla… Hay traductores simultáneos, profesores de fitness que te atosigan para que cumplas con el plan, boletines horarios con las noticias del día... ¿Qué tienen en común todas estas apps? Que el canal sonoro sirve como llave para que estas apps se activen y también para que cumplan su función.

Esa es la clave de la Voz: permite resolver una petición que hagamos a un dispositivo de forma rápida y expeditiva, sólo con decirlo. Y ese debería de ser el objetivo de cualquier pyme que quiera desarrollar una app para la Voz: agilizar funciones y ser capaz de relacionar unas con otras y activarlas con un comando de voz tan intuitivo como una frase sencilla.

Una tienda de zapatos, por ejemplo, podría ofrecer una app que recordara las cinco mejores ofertas para el número y gustos del cliente. Ya solo con esto podría funcionar, pero no estaría explotando las verdaderas posibilidades de la Voz, esa interconexión de la que hablábamos antes. Imaginemos que la zapatería tiene una tienda virtual donde los clientes pueden registrarse y dar pistas sobre sus gustos y preferencias: el número que calzan, su tipo de zapato favorito, sus colores predilectos…

Personalización y poder persuasivo de la Voz

¿Qué hacemos con toda esta información? La usamos para personalizar la app de ofertas de la que hablábamos antes. El cliente solo escuchará las ofertas que más le pueden interesar. ¿Y nos quedamos ahí? No, también podríamos añadir a la app un “recomendador” de estilo, un pequeño programa que, atendiendo al tiempo meteorológico, a las compras recientes de ese usuario y a sus preferencias, sugiriera un calzado, que puede ser uno que haya comprado en esa tienda o uno que esté disponible.

Llegados a este punto, puedes pensar que esto suena bien, pero que algo así ya se podía hacer antes con una app de toda la vida, de las que se ven en la pantalla del móvil. Y esto es totalmente cierto. Pero hay algo que ofrece la Voz y que enlaza con lo que comentábamos antes: a diferencia del lenguaje escrito, que requiere de un teclado o de una pantalla, la Voz es un canal directo, inmediato. Nuestro “recomendador” de estilo incluiría con la opción de comprar. En la versión visible y táctil de nuestra app habría que hacer clic en un botón; en la versión oral de nuestra app, una voz preguntaría ¿Quieres comprar este zapato?

Y bastaría con responder para activar el proceso de compra (que sería automático porque el cliente tendría registrada su tarjeta). Parece una tontería, pero no lo es en absoluto, pues el poder persuasivo de la Voz es muy superior al del lenguaje escrito, lo que, unido a la extremada facilidad para que se dé la compra, puede ser una opción más que interesante para que una empresa aumente sus ventas.

La Voz como valor añadido

En el ejemplo anterior hemos visto algunas ventajas de la Voz para vender más: la personalización, que no es exclusiva de este canal y ya funciona desde hace tiempo gracias a Internet y a las posibilidades de los ecommerce, y esa potencia persuasiva del canal de comunicación oral que sí que es algo intrínseco a la Voz. Pero hay empresas que no buscan utilizar la Voz para generar nuevas ventas, sino, simplemente, para ofrecer un valor añadido en sus productos.

Uno de los sectores que más y mejor está sabiendo utilizar la Voz como valor añadido es la domótica. Vende enchufes inteligentes, termostatos, todo tipo de accionadores de puertas y persianas… Varias compañías ofrecen su propia app para que tanto los altavoces inteligentes como los asistentes de voz accionen sus productos a discreción de sus usuarios. Que sus aparatos sean compatibles con las interfaces de voz los vuelve mucho más útiles.

Pero hay más: productos para cocinar que se venden junto con recetarios en audio, libros con el audiolibro incluido y una app para que se ejecute fácilmente, comida para perros con su app que da consejos y responde a consultas habituales, vehículos con una extensa gama de funciones que pueden activarse desde el domicilio, pymes que ofrecen contenido a través de podcasts… La imaginación es el único límite para enriquecer la experiencia de uso de un producto o servicio gracias a la Voz.

Los interfaces de voz supondrían nuevas oportunidades de venta para pymes

No todo es tan positivo: inseguridad

Cuanto más se desarrolla la tecnología, mayor es el riesgo de que se dé un error importante o se produzca una puerta trasera que pueda aprovechar algún ciberdelincuente para hacer de las suyas. Aunque los equipos de seguridad informática se afanan en reducir el riesgo, éste siempre va a existir y nos va a acompañar en cada fase de desarrollo tecnológico que logremos. La Voz no escapa de esta ley no escrita. El rango amplísimo de interconexiones que necesita para funcionar hace que las interfaces de voz sean especialmente vulnerables. Ocurre lo mismo con otras tecnologías enfocadas a la interconexión de dispositivos, como el Internet de las Cosas.

Otro punto negativo es la percepción de inseguridad que puede surgir cuando se hacen determinadas funciones a través de un altavoz inteligente o un asistente de voz. Por ejemplo, en las compras. Dar la orden para que el hipermercado online repita el pedido que le hicimos la última vez es sencillo, pero elaborar la lista de la compra escuchando al altavoz decir los productos que tiene para que los seleccionemos y digamos cuántos queremos resulta tan complicado como parece. De hecho, la nueva gran innovación de los altavoces inteligentes es… la pantalla, que hace que procesos complicados como el de encargar un pedido se vuelvan un poco más intuitivos.

No sólo las grandes superficies comerciales que permiten hacer compras voluminosas pueden encontrar que la Voz no es el canal más adecuado para ellas, también sucede lo mismo con la banca. La banca no termina de explotar la Voz porque sabe que sus clientes son reacios a dar datos bancarios de viva voz, y prefieren escribir sus números de cuenta y contraseñas en un teclado, sin prisas y con la posibilidad de comprobar que los números escritos son los correctos.

Nuevas formas de buscar

Una de las ramas principales del marketing en Internet sigue siendo el SEO. Puede que hoy ya no sea tan esencial por el ascenso de las grandes plataformas comerciales y sus buscadores (pues mucha gente los usa como si fueran Google), pero en muchos sectores, especialmente en aquellos donde existe una fuerte competencia y el cliente realiza búsquedas genéricas, el SEO sigue siendo importante.

La Voz podría trastocar absolutamente la forma en que las empresas desarrollan su SEO, y no precisamente para bien. Cuando un altavoz inteligente arroja los resultados de una búsqueda, selecciona un único resultado, lo que se llama Zero Search Results. Y tiene sentido, pues sólo hay que imaginar hasta qué punto puede ser incómodo tener una voz robótica leyendo 10 o 15 resultados. Pero esta limitación absoluta de opciones elimina cualquier posibilidad de que una empresa que no tenga su SEO perfectamente optimizado aparezca en la búsqueda.

¿Hay una solución para evitar esto? La verdad es que no. Simplemente, el SEO en la Voz no tiene recorrido, y las empresas no deberían dedicarle ni tiempo ni dinero. Aspirar a ser el primer resultado de Google es una meta inalcanzable, así que es mejor dedicar los recursos a otras tácticas para vender más.

¿Será la gran revolución?

Varios expertos señalan a las cifras de venta como la mejor prueba de que sí, de que dentro de pocos años apenas usaremos los dedos porque todo estará al alcance de la palabra. Sin embargo, no es un secreto que las ventas de un gadget no tienen por qué suponer que ese aparato se convierta en masivo. Lo hemos visto con los smartwatches, por ejemplo. Se han vendido millones, pero no los suficientes como para que hablemos de un producto que tiene todo el mundo.

La causa de esto podría estar en dos puntos. Primero, las ventas pueden disfrazar la penetración de un producto, como sucede con los altavoces inteligentes, cuyos usuarios los compran a pares para colocarlos en el salón y en la cocina o el dormitorio (si se venden 20 altavoces, no hay 20 familias con altavoces, sino 10 que tienen dos).

El segundo punto podría estar en que, como ocurrió con lo smartwatches, ni los altavoces inteligentes ni los asistentes vienen a cubrir una necesidad. Simplemente, hacen la vida más fácil, donde la vida supone no ejecutar el navegador del móvil para ver qué tiempo hará mañana o no encontrar el mando de la televisión para abrir la plataforma de streaming de turno. Añaden comodidad, pero no solucionan verdaderos problemas.

¿Significa esto que deberíamos rebajar el entusiasmo sobre la Voz? No necesariamente. No parece ser que vaya a ser una revolución, pero esto tampoco significa que vaya a ser irrelevante. Las apps para altavoces inteligentes se están utilizando y los podcasts ya tienen audiencias masivas en Estados Unidos o Reino Unido, así que las pymes tienen una excelente oportunidad para utilizar la Voz en su propio beneficio. Como hemos visto, oportunidades para aprovecharla no faltan.