La consultora estadounidense Wealth-X ha publicado un estudio en torno a los milmillonarios registrados durante el año 2015 y tiene reveladoras conclusiones. Una de las principales consiste en el hecho de que el número de ricos con más de 1.000 millones de dólares en sus arcas ha crecido en este año un 6,4% hasta llegar a las 2.473 personas.
No obstante, los milmillonarios son conscientes de la incertidumbre económica en la que nos encontramos en todo el mundo y se ha notado un cambio sustancial en sus inversiones, dirigidas esta vez hacia la obtención de mayor liquidez. De esta forma, se ha confirmado una tendencia a la recuperación de su dinero hasta la seguridad de un 23% de su riqueza, por miedo a las variables constantemente cambiantes que están protagonizando los mercados internacionales.
No obstante, lo que a nosotros nos interesa de este estudio, es que el perfil de milmillonario también se está transformando y se notan connotaciones de emprendedores en su forma de gestionar el dinero.
Es innegable que los mercados financieros siguen acaparando la mayor parte de las operaciones económicas, sin embargo Internet y las nuevas tecnologías están motivando cada vez con mayor porcentaje el nacimiento de nuevos ricos y, en 2015, también ha sido el origen de algunos de estos milmillonarios.
La actividad de estos poseedores de tan importantes fortunas también nos delata un atisbo de emprendedurismo entre su nuevo perfil. Mientras que antes había una mayor cantidad de personas dentro de este ratio que dedicaban su vida a disfrutar de su fortuna, este índice ha caído un 29%.
Este porcentaje encaja perfectamente con la cantidad de emprendedores que han tenido la suerte de nacer en el seno de una economía familiar de este calado y, pese a ello, se han atrevido a iniciar sus propios negocios, obviamente sin la tan necesaria inversión que busca la mayoría de emprendedores para poder siquiera iniciar sus ideas o proyectos.
Los milmillonarios también ofrecen según este estudio un perfil general. Se trata de hombres europeos cultos y con educación universitaria e incluso de postgrado, con un talante claramente filantrópico.
Este perfil no tiene por qué ser el que se equipare al de cualquier emprendedor, pero nos revela que los estudios y el interés por realizar acciones (rentables o no) sí es un común denominador, aspectos que todo emprendedor de cualquier país también suele compartir.