Hacer la declaración de la RENTA de forma correcta es fundamental. No es solo por la obligación legal, sino también por la optimización de beneficios fiscales, motivo por el cual es importante evitar los errores más comunes entre los autónomos.
Una declaración bien hecha permite aprovechar deducciones, evitar sanciones y mantener las cuentas claras ante Hacienda. Muchos autónomos, por desconocimiento o falta de tiempo, cometen errores que pueden parecer menores pero que terminan teniendo consecuencias importantes.
Por eso, es crucial entender bien cómo funciona la declaración de la RENTA y cuáles son los errores más frecuentes que se deben evitar. En este artículo repasaremos los fallos más comunes que cometen los autónomos al hacer la RENTA.
La mayor parte de los autónomos repiten una serie de errores comunes que hacen que este proceso se convierta en algo tedioso y agobiante.
Muchos autónomos confían en apuntes improvisados o en revisar sus movimientos bancarios a última hora, lo que genera omisiones y errores difíciles de corregir al momento de hacer la RENTA.
La falta de un registro claro de ingresos y gastos puede provocar que se omitan deducciones importantes o, peor aún, que se declare menos de lo que se ha facturado realmente. Esto puede suponer sanciones si Hacienda detecta discrepancias en una posible revisión.
Además, tener las facturas desorganizadas complica enormemente la tarea de justificar los gastos deducibles. Una buena gestión documental es clave para garantizar una declaración precisa y protegerse frente a posibles inspecciones.
Otro error habitual es no declarar la totalidad de sus ingresos, ya sea por despiste o por desconocimiento. Esto suele ocurrir especialmente cuando se tienen varias fuentes de ingresos, más allá de las facturas habituales emitidas a clientes principales.
Es común que se pasen por alto ingresos generados a través de plataformas online, trabajos puntuales o colaboraciones esporádicas.
También sucede con ingresos procedentes del extranjero, que muchos autónomos no saben que deben incluir en su declaración, aunque ya hayan tributado fuera.
No declarar todos los ingresos puede tener consecuencias graves si Hacienda detecta diferencias con los datos que ya posee. La Agencia Tributaria cruza información constantemente, por lo que es fundamental revisar todas las fuentes de ingresos.
Algunos autónomos intentan reducir su carga fiscal deduciendo gastos que en realidad no están justificados o que no tienen relación directa con su actividad económica.
Un ejemplo típico es deducir gastos personales como si fueran profesionales. Esto puede parecer inofensivo, pero si Hacienda lo detecta, no solo anulará la deducción, sino que podría imponer sanciones.
También es frecuente aplicar deducciones por el uso de la vivienda o el vehículo sin la documentación o criterios necesarios. Para que estos gastos sean aceptados, se deben justificar con claridad los porcentajes de uso profesional y contar con pruebas que lo respalden.
Este es un error más común de lo que parece, especialmente entre autónomos que gestionan solos sus obligaciones fiscales. Aunque puede parecer un simple descuido, este retraso conlleva consecuencias económicas que pueden evitarse fácilmente.
Hacienda aplica recargos, intereses e incluso sanciones si detecta que la declaración se ha presentado tarde, sobre todo si hay una cantidad a pagar. Cuanto más tiempo pase, mayor será el coste adicional.
La mejor forma de evitarlo es con una buena planificación. Usar recordatorios, tener un calendario fiscal actualizado y contar con ayuda profesional o herramientas digitales para anticiparse y preparar la documentación con tiempo.
Muchos autónomos confían ciegamente en los datos fiscales que aparecen precargados en el borrador de la RENTA, sin revisar si son correctos o están completos.
Es habitual que falten ingresos recientes, deducciones a las que se tiene derecho o datos mal asignados, como el epígrafe de actividad o el domicilio fiscal. Estos errores no siempre saltan a la vista, pero pueden afectar directamente al resultado final de la declaración.
Por eso, es fundamental revisar detenidamente toda la información antes de confirmar el borrador.
Un error frecuente es no declarar las ayudas o subvenciones recibidas, pensando que, al no ser ingresos directos por servicios prestados, no tienen impacto fiscal. Sin embargo, la mayoría de estas ayudas están sujetas a tributación y deben incluirse.
Esto aplica a subvenciones tan comunes como las ayudas por COVID-19, los bonos para la digitalización (como el Kit Digital), o las subvenciones para la contratación de personal.
Es importante entender el tratamiento fiscal de cada ayuda, ya que algunas pueden tributar como rendimientos de la actividad económica, mientras que otras tienen un tratamiento específico.
La normativa fiscal es compleja y cambia con frecuencia, lo que hace fácil cometer errores si no se tienen los conocimientos adecuados o experiencia suficiente.
Al hacerlo sin asesoramiento, se corre el riesgo de omitir ingresos, aplicar mal deducciones o no aprovechar beneficios fiscales disponibles. Estos fallos pueden terminar saliendo mucho más caros que lo que costaría contratar a un profesional desde el principio.
Contar con un asesor fiscal es especialmente recomendable si se tienen varias fuentes de ingreso o ayudas recibidas. Un buen asesor no solo evita errores, sino que también puede ayudarte a pagar lo justo, sin dejar dinero en la mesa.
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