Ahorrar para la jubilación es una tarea que muchos españoles no tienen en cuenta. Lo ven muy lejos o simplemente tienen otras prioridades. Además, la confianza de que cobraremos la pensión pública, que percibimos en relación con los ingresos que hemos tenido durante nuestra vida laboral, ha sido hasta ahora el denominador común de todas las generaciones. Pero ya hay interrogantes.
Todo este esquema ha ido cambiando por completo a medida que se ha observado que el sistema público necesita reajustarse. ¿Hay sostenibilidad suficiente? ¿Qué podemos hacer para garantizar que mantendremos nuestro nivel de vida cuando lleguemos a la edad de retirarnos? Son preguntas que, de manera recurrente, nos solemos hacer.
Lo primero de todo es tener calma y mirar los hechos con perspectiva. Según José María Luna, asesor financiero independiente, lo más importante es “tomar consciencia sobre las necesidades que tenemos en todo momento” para cambiar la mentalidad sobre nuestra filosofía de ahorro.
¿Por qué? Principalmente porque la situación demográfica en España invita a que seamos precavidos y guardemos dinero en la medida que nos sea posible. Y es que los efectivos de percepción de la pensión pública en España superan los 23, según los datos del INE.
Eso sí, todas las aportaciones al sistema público de pensiones que ha hecho un trabajador que se jubile ahora mismo se agotan “tras doce años de pensión”, según BBVA.
Lo que esto quiere decir es que, teniendo en cuenta nuestra pirámide de población, en 2050 más del 40% de la población tendrá derecho a una pensión porque superará los 65 años.
¿En qué se traduce esta situación? Principalmente, en que el pronóstico para ese año es que la jubilación de un pensionista se sujete por cada 1,34 contribuyentes –mientras que en la actualidad la proporción son 3 trabajadores por cada pensionista–. Es decir, muy difícil de asumir tal y como se encuentra el sistema de reparto actual.
A partir del 2021 con la jubilación masiva de la generación del babyboom, tal y como explica Jesús Pérez, profesor del IEB, “tenemos por delante décadas complejas si no se acometen importantes reformas del sistema de pensiones público, pero también privado”.
Frente a esta situación las propuestas que se están haciendo son: ampliar la vida laboral conforme aumenta la esperanza de vida o empezar a ahorrar para compensar el desgaste del sistema público, porque en el caso de que retrasemos la decisión, el sacrificio será “prácticamente imposible”, señalan en el libro La revolución de las Canas, el presidente de MAPFRE, Antonio Huertas, y el director de Deusto Business School, Iñaki Ortega.
Siendo conocedores de la complejidad que entraña el sistema actual, los expertos reconocen que el ahorro y la inversión son dos factores fundamentales para garantizar nuestra tranquilidad con el paso del tiempo.
Según la encuesta “Jubilación y longevidad” realizada por Abante en 2018, el 40% de los ahorradores españoles no querría vivir hasta los 100 años, porque no quieren depender de nadie ni físicamente, ni económicamente y casi un 40% empezaría a ahorrar antes si supiera que va a vivir estos años.
Y, respecto a la jubilación, el 79% de los encuestados respondieron que las pensiones del sistema público no les servirán para mantener su poder adquisitivo, siendo más pesimistas las mujeres y las personas entre los 30 y los 45 años.
Por tanto, las siguientes cuestiones que salen a escena pueden ser: ¿cuánto debemos ahorrar? ¿Se debe invertir igual si somos jóvenes o si nos queda menos tiempo para jubilarnos? He aquí la entrada de un factor fundamental como la planificación financiera.
Huertas y Ortega reconocen en su libro que ahorrar es difícil para aquellos “que no ganan suficiente” para apartar dinero, si bien, destacan que para otros muchos hay una razón mental detrás: “subestimar la longitud de la vida y sobreestimar lo que durará su capital”.
Tal y como describe su análisis, para obtener una pensión vitalicia extra de 1.000 euros mensuales desde los 67 años hasta la fecha de tu muerte, hay que ahorrar cantidades muy distintas dependiendo la década en la que nos encontremos. No es lo mismo tener 20 años que 60 años en la planificación financiera del ahorro y la inversión, puesto que tendremos más o menos lejos la jubilación. La edad importa y mucho.
Entonces, ¿cuánto es necesario ahorrar para la jubilación? ¿de qué manera tenemos que mover nuestro dinero en función a la edad que tenemos? Depende del nivel de vida que pensemos llevar al retirarnos.
La cuantía que habría que haber acumulado en ese momento es aquella que nos permita generar unas rentas mensuales suficientes para complementar la pensión pública hasta el nivel de ingresos que necesitemos, teniendo en mente que la esperanza de vida sigue aumentando, por lo que los periodos de jubilación serán cada vez más prolongados.
A la hora de invertir para la jubilación, deberían tenerse en cuenta los mismos criterios que los de cualquier otra inversión. En este caso, el objetivo ya está definido, la jubilación, pero deben tenerse en cuenta otros aspectos. ¿Cuál es el perfil del cliente? ¿Cuántos años faltan para que llegue la jubilación? ¿Con qué patrimonio, recursos y situación personal llegaremos a ese momento?
Según explica Victoria Torre, responsable de producto de Self Bank, si se empieza a aportar desde joven, al quedar muchos años por delante para la jubilación cabe decantarse por “inversiones más agresivas”.
En cambio, si estamos ya muy cerca de la edad de jubilación es más importante preservar capital, por lo que nuestro patrimonio deberá estar en productos más conservadores.
Así, para los más jóvenes, aquellos de la generación Z que abarca a los nacidos de 1994 a 2010, el ahorro mensual estimado por MAPFRE se situaría en 217 euros mensuales a partir de 2020 para poder llegar a la jubilación con garantías y unos 1.000 euros extra cada mes.
Por el contrario, si tu año de nacimiento está entre 1981 y 1993 el ahorro estimado necesario a partir de 2020 es de 290 euros al mes para poder obtener una pensión vitalicia de 1.000 euros mensuales cuando te jubiles.
Vicenç Hernández Reche, profesor del departamento de Economía y Empresa de la Universidad Pompeu Fabra, del Business Engineering School La Salle y directivo en el sector de servicios financieros e inmobiliarios, cree que es importante en estos tramos de edad invertir “mayoritariamente en acciones y algo un poco más conservador”. Pero, lo más importante, diversificando lo máximo posible.
Torre expone que entre la década de los 20 y los 30 años nos podemos fijar más en la inversión en compañías “con potencial futuro de crecimiento o relacionadas con temáticas que pueden tener sentido en el entorno de mercado”.
Por ejemplo, es un hecho que cada vez vivimos más años. Y, por supuesto, el reto está en vivirlos de la mejor manera posible. Por ello, son muy importantes las inversiones que se hacen en investigación, salud, o tratamiento contra enfermedades. En definitiva, las tendencias del futuro.
En España, Grifols es una compañía líder en su sector, siendo su principal línea de negocio el de productos derivados de plasma (79,4%) y busca expandirse en otros mercados con potencial, como China. Empresas como esta, según la experta, “deben tenerse en cuenta por estas generaciones”.
Si perteneces a la generación del babyboom, en la que se encuentran más de 12,2 millones de españoles nacidos entre 1949 y 1968, deberías comenzar a ahorrar 1.160 euros mensuales partir de 2020, calcula MAPFRE.
En el caso de que pertenezcas a la generación X, los nacidos entre 1969 y 1980, deberías empezar a guardar 556 euros mensuales a partir del año que viene.
¿Qué debe hacer este tipo de ahorrador en cuanto a sus inversiones de cara a la jubilación? Antonio Castelo, responsable de renta variable iBroker, señala que es muy importante que “mantenga el dinero invertido”.
Llegados a este punto ya se debería disponer de más de la mitad del ahorro destinado para nuestra jubilación. Las cantidades podrían ascender entre 50.000 y 70.000 euros. Con estas cifras la rentabilidad anual sería mucho mayor, al disponer de un capital más elevado.
Por tanto, deberías permanecer todo el tiempo posible dentro del mercado. El tiempo es el mejor aliado del inversor y cuanto mayor sea el plazo objetivo de la inversión, excelente. Cuanto antes se comience, más tiempo se tiene para que las inversiones crezcan de la mano del efecto del interés compuesto.
Asimismo, reinvertir los rendimientos obtenidos para estas generaciones, resulta básico para “generar un mayor patrimonio a largo plazo”. Cuando se entra y se sale continuamente del mercado será muy difícil acertar.
En cualquier caso, no está mal, añade el experto, que “parte de las inversiones realizadas tengan una cierta facilidad para hacerse líquidas”. Es decir, que vendamos parte del capital que tenemos invertido.
Luna asegura que entre los 40 y los 50 años cambia bastante la filosofía de invertir, puesto que cuando se es más joven “se puede asumir un riesgo mucho más elevado”. En este momento el perfil de inversión se torna un poco “más conservador”.
Dicho de otro modo, se deben seguir generando rentabilidades a nuestro ahorro, pero con una mayor mesura. Todos los expertos recomiendan apostar por compañías con capacidad de crecimiento en el largo plazo, pero, por ejemplo, evitar “startups, o activos más arriesgados como el Bitcoin”, expone Castelo.
Este mismo analista afirma que una de las opciones es invertir a través de un instrumento de inversión colectiva, y que cuanto más diversificado sea, “mejor”. Cuantos más tipos de productos de inversión contenga, menor será la volatilidad que tenemos que asumir como inversores.
Además, desde la mayoría de las firmas de bancas de inversión se recomienda que a partir de los 40 años en adelante se debe dar más peso a la inversión en bonos (renta fija), al ser apuestas más seguras y para paliar, precisamente, el efecto del riesgo –pese a que la rentabilidad que ofrecen estos productos es más baja–.
Para una persona de más edad, que busque un complemento en forma de rentas, lo más importante, según expone Luna es la “preservación de capital”. Si hemos mantenido un ahorro constante en todo momento, podríamos llegar a disponer entre 70.000 y 85.000 euros ahorrados. Ya estamos a las puertas de la jubilación.
¿Cómo hacerlo teniendo en cuenta que nuestro retiro está a la vuelta de la esquina? En opinión de Torre, a nuestra cartera podríamos incluir alguna compañía de corte más defensivo y con una buena rentabilidad por dividendo, “para poder disfrutar de ese reparto periódico”.
En el mercado español hay empresas que reúnen estas características como es el caso de valores como “Endesa, Enagás o Naturgy”, con rentabilidades por dividendo que rondan el 6%.
También, una de las alternativas es, siguiendo el método Bogle –desarrollado por el reputado inversor y experto financiero John Bogle– que recomienda a los mayores de 60 años a invertir su capital un 70% en bonos y un 30% restante en acciones de la bolsa.
¿El motivo? Viene a ser por el racionamiento inicial. Como hay más dinero que salvaguardar, aunque dan bajas rentabilidades, las inversiones en renta fija son más seguras. Por tanto, el 30% destinado a acciones darían el juego suficiente como para “intentar batir a la inflación”, afirma Castelo.
La idea es que en los siete años restantes hasta alcanzar la jubilación no tengamos sobresaltos en el patrimonio que tenemos invertido. Para ello, Torre recomienda de nuevo una “alta diversificación”, pero al mismo tiempo tranquilidad ante las inversiones que hayamos realizado.
Si todo se ha hecho bien desde la juventud, no habrá ningún tipo de problema y podremos complementar la pensión pública que nos corresponda con unos ahorros alternativos.