“¿Qué quieres ser de mayor?” preguntan los padres a menudo a sus hijos pequeños. Las respuestas más comunes son astronauta, policía, bombero, vaquero o futbolista, pero realmente sorprendería escuchar que alguno respondiera “me gustaría ser emprendedor”. Y esto tiene su explicación.
Ser emprendedor supone una forma de vida profesional muy característica. El emprendedor se hace conforme la experiencia de sus estudios y sus intentos profesionales le conducen a ello, pero también se nace en muchas ocasiones cuando niños sin ninguna motivación intentan iniciar su negocio de venta de limonadas para financiarse un juguete.
No obstante, un niño puede recibir una educación de emprendedor y es lo que muchos analistas y especialistas en pedagogía están intentando transmiti4r a los padres de las actuales generaciones.
Quizás un emprendedor como tal tendrá más fácil impartir esta filosofía de vida y profesional a sus hijos, cuando los tenga si es que todavía no los tiene precisamente por sus proyectos propios. Pero el resto de padres también deberían conocer algunas pautas de educación familiar, que podrían potenciar el emprendedurismo entre sus hijos.
La primera medida consistiría precisamente en no limitar a los pequeños. Dejarle pautas de innovación, de creatividad, que se atreva a probar cosas nuevas no debería ir seguido de una prohibición, siempre que sea seguro y saludable para el pequeño, sino que debería venir con motivación paternal, a ver hasta dónde puede llegar.
En muchas ocasiones no llegará a nada, en otras quizás inicie algo que en el futuro suponga la base de su trabajo. Ni los hijos ni los padres lo saben. En caso de fracasar, se le debe felicitar por su intento de éxito, ya que es ese espíritu el que le ayudará a seguir adelante en el futuro.
Lo que le apasione, sus hobbies, sus gustos serán los aspectos de su vida que más fácilmente y con más ganas podrán potenciar de cara a un éxito de emprendedor, ya sea mediante el ahorro de dinero, la asistencia a congresos o eventos relacionados, libros sobre este sector, etc.
En muchos casos queremos hacer que nuestros hijos tengan éxito en base a nuestra ayuda. En el ejemplo de la limonada, le compramos nosotros toda la limonada que haya sobrado, pero no estamos ayudando de esta manera.
Es muy positivo que colaboremos en el proyecto, que seamos sus mejores clientes y sus seguidores más acérrimos, pero el éxito debe venir por sus propios logros. Esto les motivará a continuar con nuevos proyectos y a mejorar en aquellos que tengan margen de mejora. El emprendedor no recibe regalos, puede tener inversores y apoyos familiares, pero el éxito debe venir por sus propias ideas y esto les motivará desde su más tierna infancia.