Se las suele dejar fuera de todo análisis y tendencia, pero su importancia en el territorio nacional la ha hecho merecedora de una denominación propia. Las pymes españolas, medianas y pequeñas empresas de menos de 250 trabajadores, representan el 99,9% del tejido económico del país, y son las responsables de movilizar la mayor parte de las contribuciones retributivas empresariales que permiten al Gobierno garantizar el Estado de Bienestar. No sorprende, que estos negocios y sus recetas del éxito sean el principal referente para emprendedores que buscan determinados nichos del mercado.
Según cifras del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, en 2019 las pymes —entre las que se incluyen a los autónomos y a las microempresas—, generaban casi 16 millones de puestos de trabajadores. Es lógico pensar que entre todas ellas deben existir factores similares que, o bien las ha llevado a adoptar tal modelo de negocio, o bien las ha empujado a seguir estrategias concretas para sacar adelante sus proyectos.
De los 2,8 millones de pymes fechadas en 2020, algunas de ellas representan el adalid de la teoría empresarial; negocios constituidos siguiendo fórmulas de financiación veneradas, y sustentadas sobre personas con mentalidad emprendedora.
¿Qué es lo que lleva a tal porcentaje de la población a lazarse hacia estos proyectos de tanto riesgo financiero? La crisis del coronavirus ha afectado especialmente a España debido, especialmente, a la composición del tejido empresarial, y consecuentemente, a la debilidad de las pymes frente a imprevistos contextuales de grandes magnitudes. Tanto es así, que el Fondo Monetario Internacional prevé que nuestro país sea uno de los más perjudicados con una caída del PIB para los próximos meses de entorno al 8%.
“Las pymes están particularmente en riesgo de quebrar debido a la prolongación de las medidas de bloqueo contra el coronavirus (Covid-19) y representan el 75% de todos los trabajadores en los sectores directamente afectados”, razona la OCDE en un último informe respecto al estado de estos negocios en abril de 2020. Tanto es así, que la organización europea SME United, sitúa al 95% de estas empresas en el foco principal del perjurio por la crisis. Casi un tercio de los sectores que se han visto forzados a detener su actividad declaran bajadas en la facturación de al menos el 80%. El RETA cifra la pérdida de afiliación en 41.250 personas; la mayor caída desde 1983.
Y a pesar de todo, las pequeñas y medianas empresas siguen representando la mejor opción para iniciar un proyecto entre particulares. Los movimientos de disrupción que hacen avanzar a la economía provienen de ellas, y los grandes casos de éxito, actuales multinacionales, fueron en su día parte del colectivo. El bypass provocado por el coronavirus podría significar un punto de inflexión para el modelo de consumo, e incluso quizás fomente la aparición de nuevos fenómenos, a la sombra de lo visto en 2008 con Cabify y Deliveroo, pero las pymes seguirán siendo el motor de ideas y esperanzas.
El triunfo de las economías mixtas y de la globalización ha impuesto una lógica empresarial muy compleja. Las constantes innovaciones que derivan de la Transformación Digital, y la creciente competitividad en entornos internacionales, colocan a las pymes en una posición única para liderar el futuro de los mercados. Aunque la teoría económica dibuja una progresiva e inevitable concentración de organizaciones bajo el sistema capitalista, lo cierto es que en la última década el milagro de los unicornios y la posterior conquista de las startups, dibujan un futuro casi distópico en el que estas empresas canalizan todas las demandas de lo digital.
Resulta casi imposible predecir lo que sucederá en los próximos años, más si cabe en un contexto surrealista como el actual, pero parece que las características de las pequeñas y medianas empresas se emparejan a la perfección con las tendencias de mercado que los expertos ya manifiestan en estudios e informes. Esto no implica que todo negocio encajado en la clasificación vaya a triunfar sin hacer ningún esfuerzo. Las pymes cuentan con los ingredientes de la receta perfecta, pero han de ser los empresarios los que cocinen el mejor plato posible.
De hecho, tal y como señala la CEOE en el Plan Digital 2025, “muchas pymes no son conscientes de la necesidad” que supone la mencionada Transformación Digital. Es decir, que no asimilan la importancia de las innovaciones presentes para liderar el futuro, y que no son consecuentes con su potencial. Las startups no necesitan transitar ningún proceso de adaptación porque lo digital está en su propia esencia, pero los negocios más tradicionales sí deben abogar por un cambio de mentalidad. De lo contrario, sus principales ventajas comparativas respecto a las grandes empresas no generarían ningún tipo de valor, y la tecnología terminaría creando nuevas economías de escala.
En este sentido, Ekon, la empresa especializada en ERPs que trabaja habitualmente con pequeñas y medianas empresas, se guía por varios frentes importantes a atacar para progresar en esta evolución tecnológica. Lo primero, pasaría por contar con un buen sistema de gestión integral. O lo que es lo mismo: un software o plataforma digital que permita centralizar las tareas bajo un mismo entorno de fácil control y administración.
La mayoría de pymes, especialmente las más tradicionales que operan en la dimensión “barrio”, o no cuentan con ninguna herramienta, o poseen ligeros signos de transformación que se han quedado obsoletos con el paso de los años.
Ahora bien, que desde ámbitos académicos se postulen soluciones holísticas y revolucionarias, no implica que todos los negocios deban comenzar a operar con robots y algoritmos de seguimiento y personalización complejos. El objetivo ha de ir acompañado por un proceso de reflexión, en el que la empresa se hace consciente de sus capacidades, de sus objetivos reales, y del entorno en el que se mueve. Una carnicería quizás no pueda digitalizar su día a día, pero una zapatería puede apuntar hacia el eCommerce para ampliar miras, y una pequeña gestoría puede apostar por el Machine Learning para simplificar el seguimiento de sus clientes.
Entre las pymes más exitosas también se percibe una mentalidad cooperadora, totalmente contraria al juego cainita por el que siempre se ha entendido la competencia dentro de los sectores. Estos negocios consideran la digitalización como una oportunidad para crear alianzas y ceder competencias a cambio de retornos progresivos. Una zapatería de barrio puede comenzar a vender sus productos a través de Amazon u otro Marketplace, y renunciando a fidelizar a una pequeña pero segura cartera de clientes, accede a un mercado global de posibilidades infinitas. Claro, que, ese salto debe estar respaldado por una estructura sólida de conocimientos, recursos y personal.
Y, por último, abanderar la Transformación Digital en consonancia con lo visto en otras organizaciones exitosas, requiere de humildad y paciencia. Aunque existe ya mucha literatura al respecto, las particularidades de cada caso hacen imposible proyectar recomendaciones homogéneas.
Cambiar siempre es sinónimo de peligro, y la digitalización no difiere de otra inversión de vanguardia, que reporta más quebraderos de cabeza que alegrías. El esfuerzo, no obstante, será entendido como rentable si la migración se hace de forma estructural. Si no se lleva a cabo para parchear las debilidades en una coyuntura concreta, y se acepta como nueva realidad.
“Toda empresa que apueste por ser competitiva y por liderar su sector debe hacer de la informática empresarial su eje vertebrador”, opina el CEO de Ekon. El revisionismo es agotador y va en contra de la estabilidad que buscaría cualquier empresario para su negocio, pero el viaje tecnológico es uno que no tiene destino cerrado. Incluso las pymes más digitalizadas necesitan seguir reinventándose año tras año para no perder las ventajas ganadas por sus aciertos estratégicos.
Que, según el estudio “Digitalización de la empresa española”, la inversión de las empresas en estas partidas estén en caída libre, no tiene porqué entenderse como un signo de reafirmación para culturas conservadoras y analógicas. Según el INE, el gasto en TIC ha descendido un 25% entre 2018 y 2019. Lo que, paradójicamente, beneficia a aquellas organizaciones que sí están apostando por este tipo de inversiones. Cuanta menos competencia haya, más evidentes serán las ventajas, y más lentos serán los cambios que obliguen a reorientar y reinvertir.
Tan importante es el ‘qué’ como el ‘cómo’. De nada sirve contar con una idea grandiosa, si después no existe un plan de marketing efectivo que logre atraer al público, y que pueda llamar la atención de posibles inversores. Esta cuestión es la que han logrado dominar con más efectividad las startups, y lo que ha llevado a los unicornios españoles a acaparar cientos de millones de euros en un puñado de rondas de inversión. Es posible que la crisis y el miedo de quienes poseen el capital por negocios nuevos, tumbe este mecanismo de milagros, pero mientras decae, se eleva la necesidad de sortear el ruido y de posicionarse a través de intangibles.
“Es imprescindible frente a los desafíos actuales y futuros que las pymes tengan una Estrategia potente de marketing. Pero no solo enfocada al marketing tradicional, sino también al marketing online”, explica Franck Pitance, fundador del Grupo Tusiedas.
Para saber venderse, antes hay que entender quién es uno mismo, y a quién se está dirigiendo. Muchas pymes, que ya de por sí carecen de ninguna estrategia promocional a fin de ahorrar costes, no se detienen a reflexionar para entender por qué lo que funciona lo hace, y por qué otras acciones erran si mantienen las mismas dimensiones. El autoanálisis es fundamental para poder construir un relato eficiente respecto a los medios y recursos que se poseen.
De esta manera, el empresario se evitará en el futuro disgustos por no alcanzar los objetivos previstos. ¿Es realista querer destacar en Twitter o Instagram frente a multinacionales con millones de seguidores? “Una tienda local no necesita de una robusta estrategia en redes sociales para tener éxito, pero sí puede que le funcione un buzoneo por su zona”, argumenta. Y, al contrario, una empresa mediana tendrá más rango de crecimiento si se vuelca a los canales de venta online. “Cada empresa debe atacar en aquellos frentes en los que más le compense, pero debe atacar”.
Eso sí, en un contexto de crisis como el actual, la precaución se ha de redoblar. Y es que, tal y como explica el presidente de Cepyme Aragón, "Es peligroso correr el riesgo y caer en el peligro de quedarse en manos de una única plataforma en detrimento de la libertad de comercio”. Es decir, evitar que se consoliden nuevos monopolios. Si no se hace pedagogía para proporcionar las mismas posibilidades a todos, algunas pymes quedarán rezagadas y lastradas de forma permanente.
A fin de ayudar a las pymes con menos recursos, desde hace años las instituciones ofrecen distintos programas de respaldo. La Cámara de Comercio, por ejemplo, cuenta con el Programa Internacional de Promoción (PIP), destinado a negocios en aras de expansión, que quieran adentrarse en el mundo de la exportación pero no cuentan con la formación ni los medios necesarios para hacerlo.
Desde cada Comunidad Autónoma también se ofrecen prestaciones similares que van variando en cada ejercicio. Algo similar a lo que sucede en el sector privado, terminando de conformar todo un mar de recursos que el empresario debe ir a buscar proactivamente.
En el año 2016 Faedpyme llevo a cabo un estudio para identificar las características más comunes entre las pymes de éxito, y logró resaltar una serie de elementos más que interesantes para entender los mecanismos de retribución que en España condiciona a ganadores y perdedores.
Así, por ejemplo, de entre las 534 pymes encuestadas, las más prolíficas resultaban también ser las más grandes dentro de su mercado, y poseían un balance general anual de dos millones de euros. Además, cuentan con gerentes formados en estudios universitarios, están fundadas sobre núcleos familiares, y operan principalmente en industria o servicios.
Para llegar hasta ahí, las empresas han podido gozar de una mayor oferta de financiación, con lógicos mejores plazos de vencimiento, y resoluciones de solicitudes más rápidas. Estos rasgos, sin embargo, no son restrictivos. No poseer alguno de ellos no significa quedarse fuera de las posibilidades de crecimiento. El estudio refleja una serie de patrones que podrían explicar la viabilidad de unos negocios frente a otros, pero en un mercado formado por tantas pymes como el español, generalizar para proyectar consejos siempre será un completo error.
En Yoigo Empresas somos conscientes de la compleja realidad que están viviendo miles de pequeñas y medianas empresas en España. La incertidumbre impide conocer hasta dónde llegarán los efectos de la crisis sobre la economía, pero si nos atenemos a recesiones pasadas, cabe preservar no poca esperanza. Las pymes siempre han servido de flotador para todo el sistema, y en los próximos meses se volverá a poner en valor este papel socioeconómico. Si no quieres perderte esta recuperación, llama al 900 676 535 o vista nuestra web para informarte de nuestra oferta.