La soledad del teletrabajo: ¿afecta a la productividad?


El teletrabajo está en auge. Reducir costes de energía, teléfono o de oficina, así como ayudar a los trabajadores a conciliar son algunas de las ventajas que muchos señalan del teletrabajo. Hay quien también apunta que es una manera de mejorar la productividad e incluso de retener talentos.

La fórmula, cada vez más extendida entre nuestras empresas, hace que éstas apuesten cada vez más por el teletrabajo, sobre todo gracias a la penetración que tiene internet y la tecnología en nuestras vidas.

Debe quedar claro que teletrabajar no es (exclusivamente) trabajar desde casa. Es trabajar a distancia. Hacerlo desde el extranjero mientras aprendes un idioma, o trabajar desde la playa, el jardín o incluso desde el tren.

Pero lo que parece todo un camino de rosas para el trabajador, cuenta con espinas que, a priori, solo se identifican según va pasando el tiempo: aislamiento, soledad, estancamiento profesional, entre otros, son algunos de los motivos que hacen que el teletrabajo todavía no termine de despegar como la fórmula perfecta en pleno siglo XXI.

El teletrabajo, un fenómeno que sigue creciendo

Las cifras del teletrabajo en España no paran de crecer con una clara tendencia ascendente desde 2006, que solo se redujo entre 2014 -2015, con la recuperación económica, pero que sigue creciendo en la actualidad. Pero vayamos a los datos concretos.

En el segundo trimestre de 2018, que es el último periodo del que tenemos datos en nuestro país, 1,43 millones de personas ya teletrabajan. Así lo confirma el Monitor Adecco de Oportunidades y Satisfacción en el Empleo.

Pero ¿a qué se debe que el teletrabajo suba? Para Rocío Sánchez, consultora de RRHH, hay un fenómeno claro que hace que el número de teletrabajadores no pare de crecer. «La crisis económica», advierte la experta, «está relacionado con este incremento, pues teletrabajar es una manera de ahorrar costes para las empresas. No hace ya falta gastar luz o teléfono, y mucho menos disponer de un espacio físico para albergar a los trabajadores, que lo hacen desde su propia casa».

Por lo tanto, Sánchez está convencida de que es una apuesta empresarial que cambia los patrones del «presentismo» al que tanto estamos acostumbrados. «Pero ojo, no es que las empresas se fíen más de sus trabajadores, que hayan cambiado su filosofía. Más bien es una vía útil para conseguir objetivos reduciendo costes», apostilla la experta.

Madrid lidera el ránking donde más se teletrabaja. En esta región, teletrabajan el 9,7% del total de ocupados en España, a mediados de 2018. Le seguía Andalucía (8,4%) y la Comunidad Valenciana (8,1%). En el extremo contrario se sitúan las Islas Baleares (5,1%), Cataluña (5,3%) y Navarra (5,8%). No obstante, en todas ellas se detecta un incremento progresivo del teletrabajo.

La cara oculta del teletrabajo

Comenzamos a abrir todo un catálogo de desventajas que rodean al teletrabajo, a pesar de ser tendencia. Josep Ginesta, director de la Oficina de Trabajo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), señala el primer escollo, que es el estancamiento profesional. Las cifras indican que el 20% de los teletrabajadores no vuelven nunca a ser promocionados. «Y la mayoría de teletrabajadores son mujeres. Lo que significa que si se extendiera la práctica sin paliar esto, el teletrabajo podría ser una condena, no un beneficio».

Pero otro de los lastres de esta práctica está relacionado con la soledad. El aislamiento, la inestabilidad y los plazos límite son las principales quejas de los trabajadores freelance, según la Asociación Estadounidense de Psicología (APA).

La psicóloga Verónica Alarcón habla precisamente de «soledad elegida», que para muchos es una elección, pero que puede empeorar nuestra productividad. Para Alarcón «estar aislados hace que nos perdamos la interacción humana. Ese estar menos en el ‘face to face’ hace que se debiliten los vínculos interpersonales. Además reduce la creación de ideas del grupo, la innovación y el aprendizaje continuo».

Por lo tanto, la psicóloga lo tiene claro: «La soledad afecta directamente sobre nuestro rendimiento, hace que la creatividad no termine de desarrollarse y, por tanto, empeora las condiciones del teletrabajador en el medio-largo plazo».

Jesús Martínez, periodista y experto en tecnología, también se fija en la soledad del teletrabajador. Según cuenta «a priori se puede pensar que esa soledad debe acarrear, casi de manera natural, consecuencias positivas en la organización del trabajo, puesto que las interrupciones y las posibles distracciones deberían ser menos que si se trabaja en grupo de manera presencial».

Sin embargo, apunta el experto, «esa interacción social, ese contacto 'físico' con los trabajadores puede ser, en algunos casos, la particular 'gasolina' del trabajador». Las consecuencias directas son claras, que se traduce en poca identificación con el grupo de trabajo y, por ende, con sus objetivos. Un hecho que no beneficia a nadie.

Los teletrabajadores hablan

Para conocer la experiencia hablamos con dos teletrabajadores que nos cuentan su experiencia en relación con el teletrabajo. Para Encarnación Ropero, diseñadora y teletrabajadora desde 2012, «el teletrabajo cuenta con más ventajas que inconvenientes». Después de haber trabajado durante seis años en una oficina de manera presencial, «no cambio el teletrabajo por ningún otro trabajo».

Para ella «es cierto que el día a día es complicado, porque no todo el mundo está preparado para autogestionar su tiempo y establecer pautas diarias de trabajo. Pero yo que soy madre de dos niños me facilita mucho la vida, porque me permite estar con ellos y trabajar al mismo tiempo».

Reconoce que la principal desventaja es que no crece en las empresas para las que trabaja, aunque tampoco es lo que busca: «Si alguien quiere promocionar, dependerá de la empresa, pero el teletrabajo no es la mejor alternativa. Los jefes ven solo resultados, no ven tu implicación diaria y muchas veces no saben lo que cuesta hacer algo. Pero es algo con lo que vivimos desde que das el paso a teletrabajar».

Un caso similar vive Diego Pérez, desarrollador, que teletrabaja desde hace un año y medio. «En mi empresa me dieron la posibilidad de irme a Irlanda a trabajar porque no quería perder la oportunidad de mejorar mi nivel de inglés sin perder mi puesto de trabajo».

De todos modos, Diego afirma que después de meses trabajando desde casa, ha descubierto los espacios de coworking que, según él, «sirven para ‘juntar soledades’ y recuperar el contacto con personas de carne y hueso».

Pérez tiene claro que no podría alargar mucho más su situación de teletrabajador, porque necesita del contacto físico para seguir avanzando. Para él «no todo el mundo está preparado para el teletrabajo, y asumo que soy uno de ellos. La clave está en la gestión de nuestro tiempo. Si eres una persona organizada y no te importa la soledad, el teletrabajo está hecho para ti».