Biología y tecnología: las biotech españolas como respuesta al coronavirus


Los parámetros y las lógicas que sirven para definir a casi cualquier industria no se aplican al sector de la biotecnología. Pese a que la pandemia del coronavirus ha brindado una oportunidad de oro a las biotech para desarrollar una vacuna exitosa, la compleja metodología y la alta profesionalización de la actividad, continúan dejando efectos ambivalentes en los distintos estudios que se realizan cada año. La biología y la tecnología forman un binomio muy eficaz, sí, y este enfoque triunfa en España, pero florecen suficientes matices como para evitar la generalización.

Sombras chinas

La crisis sanitaria mundial ha convertido las previsiones sustentadas en el esfuerzo y la estrategia, en una carrera desenfrenada por capitalizar el bien más deseado por los Gobiernos de todo el mundo. “En los próximos meses habrá compañías capaces de desarrollar medicamentos que ayuden tanto a prevenir, como a tratar la infección por COVID-19”, opinan los gestores del fondo Abante Biotech Fund. Sin embargo, el contexto sigue sin ser propicio para los jugadores de la bolsa, ya que esta industria sigue siendo “extremadamente compleja, y está estrictamente regulada”, matizan.

Pese a que exista la certeza de que alguna farmacéutica logrará comercializar una vacuna eficaz contra el virus, los inversores siguen rodeados de una gran incertidumbre. Y es que, por el momento no se sabe a ciencia cierta cómo se tratará esta solución biotecnológica de cara las economías. ¿Será un bien de interés común? ¿Se democratizará el uso de la patente? Los expertos tienen claro que una sola empresa no podrá hacerse cargo del volumen de producción que se requerirá para controlar el avance vírico en todo el planeta.

Ante este panorama, los efectos del juego de suma cero se magnifica; los inversores no pueden apostar debido a la enorme incertidumbre, y las organizaciones están endeudándose para desarrollar un producto que ni siquiera saben si podrán vender a niveles suficientes como para obtener beneficios notables. En China, el avance de Ad5-nCoV a la Fase I del desarrollo, ha encendido todas las alarmas, pero esto no ha disipado el riesgo de caer en el conformismo. No solo la vacuna podría ser ineficiente, sino que además podría ser víctima de un sorpasso por alguno de los otros productos que se están desarrollando en otros países.

"Sin embargo, estos resultados deben ser interpretados con cautela”, recuerda el científico chino del Instituto de Biotecnología de Pekín, Wei Chen. “Los desafíos en el desarrollo de una vacuna no tienen precedentes, y la capacidad de desencadenar estas respuestas inmunológicas no indica necesariamente que la vacuna protegerá a los humanos de la Covid-19. Este resultado muestra una visión prometedora para el desarrollo de las vacunas Covid-19, pero todavía estamos muy lejos de que esta vacuna esté disponible para todos". Tanto es así, que un error podría significar el desastre absoluto para el país de turno.

Es evidente que la lucha contra el coronavirus es de interés general, y que el apoyo financiero que han recibido las farmacéuticas de las instituciones responde a un compromiso por el bienestar y la salud de la humanidad, pero no se puede interpretar la industria de las biotech desde una óptica tan naíf. Pese a que Xi Jinping, el presidente de la República Popular de China, ha afirmado públicamente que la vacuna será un “bien público”, siguen sin existir verdades ajenas al error. Así lo están constatando los expertos en geopolítica desde el inicio de la crisis, con el crecimiento de los movimientos relacionados con el poder blando.

Aunque resulte inverosímil, cabe hablar de política cuando se dibuja el panorama de las biotech. Tanto es así, que el país que logre desarrollar primero una vacuna exitosa será calificado como “el gran salvador”, y tendrá un poder de retórica que podría ejercer influencia durante décadas. El partido comunista chino, por un lado, y el gobierno republicano de Donald Trump por otro, son conscientes de las recompensas que se descuelgan de este episodio histórico, y parecen haberse enfrascado en un enfrentamiento dialéctico de culpables e inocentes.

El poder blando de China se está endureciendo por el Covid-19. Incluso antes, sus socios estaban reconsiderando sus lazos”, opinan desde Reuters Breakingviews. “La crítica extranjera está radicalizando las actitudes chinas, y el caos occidental envalentona a los nacionalistas. Ello llevará a las empresas a adoptar un enfoque más agresivo en el extranjero”. Un fenómeno, que, entendido desde la guerra comercial que las mayores potencias económicas del mundo mantienen, también está condicionando los mensajes y las decisiones del gobierno de Estados Unidos.

Incluso sin terminar de asimilar la magnitud del sistema de intereses que subyace al problema sanitario, ¿cómo es posible hacer una lectura puramente tecnocrática de la industria de la biotecnología? Los avances y retrocesos de las biotech, antes de la pandemia y durante la pandemia, siempre han respondido, parcial o totalmente, a dinámicas sociopolíticas atravesadas por la globalización. Y los inversores siempre lo han sabido. Por eso, en las últimas semanas, más y más fondos de inversión han huido del turismo, la aviación, y el petróleo, para resguardarse en un sector de resistencia más que asegurada.

"Nos gusta la biotecnología por la parte innovadora que tiene, pero también las grandes farmacéuticas por su resiliencia", explica Elena Guanter, responsable de Relaciones con los Clientes y gestora de activos de Candriam. La industria, por tanto, crece ahora, y lo hacía antes de la llegada del virus, por el membrete que la rodea. Eso explica por qué durante los últimos meses de 2019, y los dos primeros de 2020, los mercados de la biotecnología estuvieran en viva bonanza. De hecho, según datos de Morningstar, los fondos biotech reflejaron una rentabilidad del 10,91% entre diciembre y febrero.

El fenómeno español: demografía, innovación y conocimiento

La tendencia a largo plazo del aumento de la esperanza de vida de la población mundial se ha traducido en un constante incremento del gasto público y privado en salud”, sostiene Romà Viñas de Degroof Petercam. “Todo ello ha generado grandes inversiones en I+D destinando, solo las empresas con presencia en Estados Unidos durante 2017, la cifra de 71.400 millones de dólares, lo que representa el 21,4% sobre las ventas globales, y facilitando un sistema de patentes que ha permitido obtener una importante protección de los beneficios empresariales y una gran resistencia a los ciclos económicos adversos”.

He aquí, en estas palabras, donde radican los principales factores que explican el crecimiento de las biotech, y las proyecciones prolíficas de las compañías españolas más exitosas. La esperanza de vida en España, a fecha de 2020, ya es de 83 años. Esto ha provocado que el gasto en cuidados paliativos se haya disparado, y que las empresas dedicadas a prestar servicios y fabricar productos relacionados se hayan multiplicado. Así lo reafirma la patronal Asebio en su fotografía anual de la industria. De acuerdo con la Asociación Española de Bioempresas, en 2018 las empresas españolas dedicadas estuvieron involucradas en operaciones valoradas en un total de 800 millones de euros.

En ese año se produjeron sucesos tan importantes como la compra de TiGenix por parte de la nipona Takeda (520 millones de euros), o la adquisición de Stat-Dx de parte de la alemana Quiagen. Solo en referencia al capital privado, en nuestro país se identificaron 30 operaciones valoradas en 98 millones de euros. Lo que consolida un crecimiento sostenido por tercer año consecutivo, y dignifica la actitud de las instituciones y su aporte público de entorno a 29 millones de euros anuales. No obstante, este esfuerzo sigue siendo insuficiente para un sector con tanta dependencia de la innovación.

"Toca apostar por la capacidad innovadora de nuestro sector, por su alto impacto social y económico”, argumenta el director general de la asociación Ion Arocena. “Estamos convencidos que si produjera una mejora de los incentivos en nuestro país al I+D+i del sector público, se produciría todavía un mayor efecto incentivador de inversión hacia el sector privado". Aún con todo, las llamadas “bioempresas” lograron generar casi 2.400 nuevos puestos directos de empleo gracias a erigirse como líderes en I+D, con inversiones del 4,3% sobre el total de la producción.

El resultado inmediato sobre la economía española es evidente: 7.000 millones de euros (0,7% del PIB), y casi 2.500 millones de euros para las arcas públicas. Todo un fenómeno consolidado que "es fruto de una trayectoria de esfuerzo y compromiso de las empresas, que han continuado invirtiendo en I+D+i, dedicando recursos al desarrollo de negocio y a la internacionalización, pese a las dificultades que han tenido que atravesar", apostilla.

Ahora bien, la progresión de las biotech no solo descansa en la planificación estratégica y la cultura corporativa. Una tercera pata de soporte que se suele ignorar desde las tribunas es el conocimiento. El mismo que ha llevado a España ha colocarse como el noveno país con más publicaciones científicas de todo el mundo. Se trata de 134 estudios capitaneados por empresas como BTI o Pharmamar. En 2018 se registraron 537 solicitudes de patentes, de las que 299 terminaron siendo concedidas por la Oficina Europea (EPO) y por el procedimiento PCT.

Las biotech nacionales contra el coronavirus

Al igual que sucede en el resto del mundo, en España existen diez desarrollos de posibles vacunas para el coronavirus que ya están en ensayos clínicos. El Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades ha invertido un total de 7.827.000 de euros para sufragar los gastos que se derivan de las pruebas necesarias para avanzar en las distintas fases de desarrollo.

Los proyectos españoles se están centrando en explorar la posibilidad de introducir ciertos fragmentos de mRNA (material genético del virus) mediante el uso de vectores en una posible receta que permita al organismo generar los anticuerpos necesarios para prevenir la enfermedad.

Y hace apenas unos días, el ministro Pedro Duque aseguró que la vacuna en la que trabaja el doctor Mariano Esteban del CSIC ya se está probando en animales, y podría avanzar hacia ensayos clínicos en humanos durante este mismo otoño. Mientras se despeja la incertidumbre la industria española prosigue trabajando en otros productos y soluciones que permitan combatir las necesidades adjuntas surgidas durante la pandemia: el testeo, el rastreo y la paliación de efectos secundarios entre la población que ya ha superado la enfermedad; en torno al 5% de la ciudadanía según el último estudio de seroprevalencia.

Así destaca, por ejemplo, la catalana Grifols con su prueba diagnóstica de alta sensibilidad basada en la tecnología “Amplificación Mediada por Transcripción”, y con su estudio clínico de eficacia para una inmunoglobulina hiperinmune frente al virus. Duque resaltaba con especial énfasis el proyecto europeo Convat, que, liderado por la profesora del CSIC Laura Lechuga, camina hacia el diseño de un nuevo sistema de testeo capaz de dar resultados fiables en 30 minutos.

España está bien situada en las primeras fases de desarrollo de una vacuna, que se realizan en el laboratorio y en las que se hace una prueba de concepto en modelos animales: tenemos muchos laboratorios y muchos grandes científicos en centros oficiales y universidades”, sostiene Luis Enjuanes, principal investigador del laboratorio CNB-CSIC.

¿Lograrán dar con un resultado antes de fin de año? Sea cual sea la resolución, las biotech ya han demostrado el papel social de gran relevancia que cumplen, y en Yoigo Empresas estaremos detrás de cualquier reafirmación posible. Si tú también quieres unirte a este seguimiento, entra en nuestra web o llama al 900 676 535 para informarte.