Existen muchas causas y modalidades de despido de un trabajador. Hay un tipo de despido por fuerza mayor, pero también otras formas justificadas o injustificadas de poner fin a una relación laboral de forma unilateral. Hablamos de despidos definitivos -no como en el caso de los ERTE, que son temporales- y repasamos en este post cuáles son las causas más comunes.
Cuando una empresa quiere despedir a un trabajador, siempre ha de haber una causa para ello. Sin embargo, la normativa laboral distingue entre dos tipos de despido: los que tienen una causa justificada y los que tienen una causa injustificada.
La principal diferencia entre ambos tipos es que el primero tiene detrás unas causas que la empresa puede explicar con datos y, en el segundo caso, no hay argumentos que sustenten esa causa. Eso repercute en el aspecto económico, ya que un despido injustificado implica el pago de una indemnización al trabajador y, en el otro caso, esa cantidad puede incluso evitarse.
Respecto a las causas justificadas, hay dos grandes tipos de despidos: disciplinario y objetivo.
Es el único que se produce como consecuencia del comportamiento grave y culpable del trabajador, y son numerosas las causas que lo provocan, como veremos más detalladamente un poco más adelante.
Este tipo de despido está regulado en el artículo 54 del estatuto de los Trabajadores, aunque también es necesario considerar el convenio colectivo aplicable en cada sector.
Se origina por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción que la empresa puede justificar. Es decir, el motivo del despido no es causa del trabajador. Este aspecto está regulado en los artículos 52 y 53 del Estatuto de los Trabajadores.
Cuando el despido del trabajador (o de los trabajadores, porque generalmente puede tratarse de un despido colectivo) se produce por causas objetivas, es decir, imputables a la empresa y a su situación, los casos más frecuentes son:
El Estatuto de los Trabajadores, como vemos, establece las causas por las que un empresario puede despedir a un empleado de forma justificada y la legislación obliga a entregar al trabajador una carta de despido en la que se especifique cuál de esos motivos justifica esa decisión.
Ya hemos visto algunos puntos sobre cómo justificar las causas de un despido objetivo, es decir, en el que la situación de la empresa es la ‘culpable’ del despido. ¿Pero cómo se justifica un despido en el que la culpa es del propio trabajador? En nuestro país, las causas de despido disciplinario son las siguientes:
Cuando se produce un despido disciplinario, la empresa no está obligada a avisar al trabajador con quince días de antelación como ocurre con el despido objetivo. Y, aunque se tiene derecho a finiquito y desempleo, no hay derecho a ninguna indemnización para el trabajador.
Aunque parezca que este tipo de situaciones no se dan, lo cierto es que también se producen despidos disciplinarios en las empresas. ¿Cuáles son las causas más comunes?
Cuando una empresa no puede demostrar judicialmente las causas debidamente justificadas por las que despide a un trabajador o incumple las exigencias formales obligatorias para llevar a cabo dicho despido, éste se considerará injustificado.
En este caso, el trabajador tendrá que ser readmitido o indemnizado. Y las causas más frecuentes de este tipo de despidos son:
Esto siempre lo decidirá un juez, por lo que si alguien considera que su despido es improcedente tendrá que presentar una demanda en el juzgado correspondiente para reclamar sus derechos.
Hay una modalidad más de despido, que es la del despido nulo. Se trata de la que atenta contra los derechos fundamentales del trabajador, es decir, que basa sus causas en discriminaciones prohibidas. El más claro ejemplo es el despido cuando se está de baja por maternidad. Y la empresa deberá readmitir al trabajador o indemnizarlo como en los despidos improcedentes.