Firma invitada: Leopoldo Abadía - Europa después del coronavirus


Hoy tenemos como firma invitada a Leopoldo Abadía, quien nos comparte sus ideas sobre la situación actual y su impacto en el futuro después del coronavirus viendo, como siempre, el vaso medio lleno, en este caso, por la oportunidad de encontrar unos nuevos "Padres de Europa" tras la pandemia.

Leopoldo Abadía: Apasionante

Las noticias que nos van llegando no son como para echar cohetes de alegría. Incluso cuando nos dicen que ha disminuido el número de fallecidos, no podemos dejar de pensar que los "fallecidos" son personas, cada una con sus ilusiones, sus trabajos, su familia y su aportación a la sociedad. Todo ello aunque el fallecido fuera un viejecito, que aportaba humildad y recibía generosidad por parte de los que le rodeaban. Una sociedad rica en humildad y generosidad es rica en valores, y todos sabemos que los valores no surgen como por ensalmo. Son el resultado de acciones concretas hechas por personas concretas.

Continuamente veo comparaciones con la otra crisis. "La otra" es la de 2008. A mí me parece que no tiene nada que ver una situación con otra.

Primera diferencia: el "medio mundo" de 2008 ha sido sustituido por el mundo entero. No hay un rincón en el mundo sin pandemia. Segunda -y definitiva- diferencia: esto es una guerra. Una guerra de todos los países del mundo contra un enemigo al que no se ve, pero cuyo ataque es letal.

Los países atacados tienen dos posibilidades:

  • Actuar como si no pasase nada. La economía sigue funcionando y la gente se va muriendo. No todos, por supuesto. Se toman algunas precauciones -no muchas- para ir a trabajar. Algunas dan buen resultado. Otras, no.
  • Todos confinados en casa. La economía se para. Hay muchos fallecimientos, pero menos que en el planteamiento anterior.

A medida que pasa el tiempo, en función de las estadísticas, se va abriendo la mano, permitiendo que más personas hagan vida normal.

En general, en el mundo se ha optado por el segundo enfoque. Al principio, algunos países optaron por el primero, pero luego han echado marcha atrás.

En España estamos en el segundo escenario. Estamos abriendo la mano, a ver qué pasa. Ya sé que decir “a ver qué pasa” suena duro, pero es la realidad.

Las personas se han quedado en casa y, como consecuencia, la economía se ha parado. Y hay que ponerla en marcha. Pronto.

Aparece la necesidad del optimismo, que consiste en luchar con uñas y dientes para salir de este atasco.

Las previsiones de los organismos internacionales no ayudan a ser optimistas. Desayunar leyendo que “El FMI vaticina que la economía española se hundirá un 8% este año” hace que te siente mal el desayuno y que no llegues a la empresa en la plenitud de tus capacidades.

¡Pues hay que llegar! Porque si ponemos el freno, ayudamos a que la profecía del FMI se cumpla.

No podemos olvidar que somos europeos. Yo creo que los euroescépticos no hacen más que daño a Europa y a cada una de las naciones que en un futuro, serán los Estados Unidos de Europa.

Para España, Europa tiene un valor añadido, o varios valores añadidos:

Nos ayudará a portarnos bien. La distinción entre "frugales" y "frívolos" tiene que desaparecer. Llamar "frugal" al que intenta no gastar más de lo que ingresa me parece un error. Habría que llamarle "normal".

Como consecuencia, nos ayudará a conseguir financiación para nuestras necesidades, que serán muchas.

En este sentido, está pendiente el tema de los "eurobonos", que alguien ha llamado "coronabonos" y que, con un nombre u otro, serían un instrumento que:

  1. Nos daría más facilidad de financiación;
  2. Nos la abarataría.

Este tema es muy fácil de entender. Ahora, si España emite deuda (pide dinero prestado), avala España. Con los eurobonos, si España pide prestado, avala Europa. Al mejorar el avalista, se producen los dos efectos buenos que acabo de señalar. Como es natural, a los "frugales" no les gusta y a los "frívolos", sí.

Es el momento de Europa. De la que soñaron Adenauer, Bech, Beyen, Churchill, de Gasperi, Hallstein, Mansholt, Monnet, Schuman, Spaak y Spinelli, los 11 "Padres de Europa".

Siempre pienso que no tenemos políticos como aquellos. Pero también pienso que alguno habrá.

Necesitamos estadistas (“personas con gran saber y experiencia en los asuntos del Estado”, según el DRAE), con visión a largo plazo.

Próximos años. Objetivo: encontrar unos líderes que sean capaces de creer en Europa y de re-crear Europa.

Todo, gracias a la guerra contra la pandemia.