Así impacta el coronavirus en la economía española


Potencial pandemia, según la OMS, el coronavirus impacta más allá de su epicentro y contagia mucho más que sus síntomas: las empresas españolas se ven perjudicadas como productoras y vendedoras locales en China, como importadoras y exportadoras y como las beneficiarias de la recepción o emisión de turistas o viajeros. Incluso si la crisis no les afecta directamente, los negocios sufren con la incertidumbre de los mercados y el deterioro de la economía global.

Covid-19 en España: desabastecimiento y especulación

Las medidas de prevención de contagio de Coronavirus en Italia han impactado dentro y fuera del país: imágenes de supermercados completamente desabastecidos y testimonios de personas que se quedan sin víveres en casa, han hecho mella en algunas ciudades españolas en las que ya comienzan a verse algunos lineales vacíos, como consecuencia de la alarma por los primeros contagios en nuestro país.

Mientras tanto, en las plataformas de venta de segunda mano hay quien intenta hacer su agosto revendiendo productos básicos por mucho más que su precio original. Los más buscados hasta el momento: mascarillas, geles antibacteriales y productos de higiene con alcohol o componentes desinfectantes activos.

ERTE en la fábrica de Fujitsu en Málaga y crisis en el sector textil español

Coronavirus y frenazo económico: dos conceptos que ya se han juntado en España. El suspenso en la actividad industrial china ya se hace sentir en la Península Ibérica con el primer ERE temporal (ERTE) en nuestro país. Se trata de la fábrica de Fujitsu en Málaga, que ha iniciado un Expediente de Regulación Temporal de Empleo que enviará a casa a casi 400 trabajadores -la totalidad de la plantilla-, sin sueldo desde el 10 de marzo hasta el 17 de mayo.

Pese a que Málaga hasta la hora de publicación de este artículo se mantiene invicta en casos confirmados de coronavirus, la epidemia con epicentro en Wuhan ya trae consecuencias económicas visibles, al obligar a Fujitsu Málaga a congelar su actividad por falta de materiales oriundos de China.

"El brote de coronavirus está causando graves perjuicios relacionados con el transporte de mercancías desde el país asiático (...) dicha falta de materiales provocará la interrupción y parada de muchas de las líneas de producción de la fábrica, tanto de automoción como de cajeros automáticos, e imposibilitará que los trabajadores continúen con su actividad", comunicó Fujitsu para justificar un ERTE al que se concede ser el primero, pero que seguro no será el único ocasionado por el coronavirus en España.

Fujitsu Málaga: lejos de ser un caso aislado

Parada Fujitsu, paradas las marcas para las que trabaja o, por lo menos, eso se teme: Toyota, PSA, General Motors o Caixabank, son solo algunos de los nombres con los que Fujitsu Málaga colabora en España y que ahora se encuentran de lleno con la posibilidad de quedarse sin suministros y, entonces, verse en la obligación de cesar su actividad.

Situación que, unida a la suspensión del Mobile World Congress y el pronunciamiento del sector textil español, contrasta visiblemente con el "No hay nada que temer" salido de voces oficiales que llaman a la calma en un escenario cada vez más contagiado por la incertidumbre.

Sector textil y coronavirus: hacia la relocalización

Precisamente, esta incertidumbre por el coronavirus ha llegado al sector textil español, que reabre un debate de larga data sobre relocalizar parte de su actividad en países cercanos como Turquía, Marruecos o Portugal.

Con China como principal proveedor de objetos tan básicos para la industria textil como botones y cremalleras, los planes de contingencia para hacer frente al desabastecimiento causado a partir del brote de Covid-19 podrían acabar convertidos en permanentes.

Primavera-verano son colecciones ya más que terminadas, así que la industria teme por la creación de nuevas existencias para la próxima temporada Otoño-invierno. Desde el sector textil se llama a la calma asegurando que no nos quedaremos sin ropa de abrigo en 2020 pero augurando un incremento en el PVP de las prendas. Otros sectores ven en esta coyuntura la oportunidad de cuestionar el fast fashion y promover el máximo aprovechamiento de los textiles, reutilizando prendas que ya se tengan en el armario y optando por la adquisición de ropa de segunda mano.

Coronavirus: epidemia confirmada y pandemia en ciernes

Las cifras no engañan sobre las dimensiones de la tragedia. Se han diagnosticado más de 40.000 contagios de coronavirus en el gigante asiático y más de 6.000 personas se encuentran graves. Todo ello ha provocado la repatriación de miles de extranjeros desde la ciudad china de Wuhan y que la preocupación se dispare en Vietnam, Corea del Sur e incluso Japón.

Impacto económico del coronavirus

La Organización Mundial de la Salud declaró, a finales de enero, la emergencia sanitaria internacional, que permite ayudar y financiar a los países pobres que no pueden lidiar con la epidemia. Mientras Donald Trump prohibía en febrero la entrada en su país de viajeros procedentes de la segunda economía mundial, los medios confirmaban que el contagio ya se había extendido a 30 naciones.

Gripe común Vs. Coronavirus: el pulso por las víctimas

Mucho se ha hablado del supuesto bulo que es el coronavirus, comparándolo de manera frecuente con la mortalidad anual de las epidemias de gripe común, con base en el hecho de que año tras año la gripe se cobra más víctimas que las acumuladas por el coronavirus. Hay quienes incluso se aventuran a diseñar hipotéticos perfiles de pacientes especialmente vulnerables: niños, ancianos, personas con antecedentes clínicos determinados...

No obstante, el coronavirus es un asunto de salud de proporciones internacionales al que no hay que quitarle hierro. La preocupación de la OMS es clara y la reacción del sector productivo está siendo contundente.

Cifras del ICEX, la preocupación económica más cercana

Aparte de la evidente preocupación sanitaria, se afianza el miedo a la crisis económica que se pueda desprender del brote de coronavirus. Todo ello, en mayor o menor medida, va perjudicar a España. Según el ICEX, desde enero hasta noviembre del año pasado, las exportaciones a China crecieron un 5,2% interanual hasta rebasar los 6.100 millones de euros. Los principales productos que se enviaron son la carne de porcino congelada, el cobre y sus aleaciones o equipos, componentes y accesorios de automoción.

Aunque es cierto que estos envíos no representan ni el 3% del total de las exportaciones españolas, también lo es que sí son importantes para un sector como el de la fabricación de automóviles, que atraviesa un momento muy delicado en Europa. El durísimo recorte de las emisiones de CO2 que se ha fijado la UE para 2030 y las medidas que deben adoptarse para conseguirlo impondrán una dolorosa y carísima transformación del sector para la que no todos están preparados. Wuhan, una urbe con alrededor de 11 millones de habitantes, es uno de los grandes hogares de las factorías de automoción extranjeras.

Las importaciones españolas de China crecieron, hasta noviembre del año pasado, un 8,6% interanual y alcanzaron prácticamente los 27.000 millones de euros, según el ICEX. Esto ya son palabras mayores. China se coronó como uno de los diez principales orígenes de los productos extranjeros que llegan a nuestro país, entre los que destacan los equipos de telecomunicaciones, las máquinas de tratamiento y procesamiento de datos e información, los transistores y dispositivos semiconductores, los artículos de marroquinería y los juegos y juguetes.

Aunque conviene recordar la obviedad de que China es bastante más que Wuhan e incluso la provincia entera de Hubei, el hecho es que la sospecha ahora mismo se cierne sobre los productos de todo el país. Esa sospecha -injustificada porque el contagio se produce entre personas o animales- se puede trasladar a los productos que se importan desde China y más cuando sus destinatarios sean los niños.

Desafío logístico

Algunas de las multinacionales de las telecomunicaciones españolas aseguran que apenas operan en China, pero el hecho es que sí compran equipos electrónicos que se han fabricado allí. Algunos de ellos pueden retrasar su llegada por problemas logísticos (cuidado, que en este sector también operan empresas españolas, igual que ocurre en el de transporte de pasajeros) o porque algunas de las fábricas han suspendido su producción.

La cuarentena que imponen las autoridades locales en los principales focos de contagio del coronavirus restringe los movimientos de las personas y deja muchas fábricas y plataformas logísticas desiertas. Esto no solo ocurre en Hubei, sino también en otras regiones del gigante asiático, donde los gobernantes han alargado las vacaciones de los trabajadores. Vista la rapidez con la que se extiende la enfermedad, lo más probable es que, al menos durante las próximas semanas, decenas de fábricas y plataformas permanezcan cerradas. Y serán cada vez más hasta que se contenga eficazmente el virus.

Hay tiendas y marcas españolas que venden y producen en China y otras, la mayoría, que solo se dedican a una de las dos cosas. No es lo mismo exportar vino y comercializarlo en el gigante asiático que fabricar zapatos o camisetas y distribuirlos en los puntos más calientes y poblados de su vasta geografía. Aquí estimar el daño para los operadores de nuestro país resulta más complicado.

Depende de cuánto vendan o fabriquen sobre todo en Hubei o de cuánto daño les haga ahora mismo la etiqueta ‘made in China’ (no es lo mismo producir comestibles que equipamiento electrónico). También habrá que ver hasta qué punto la epidemia erosiona en algún sentido el prestigio de la producción nacional en favor de las marcas extranjeras, sobre todo en ámbitos muy sensibles para el consumidor como el de la alimentación.

De todos modos, es posible que los productores españoles se vean afectados de forma moderada. Algunas de las principales multinacionales de nuestro país han recortado drásticamente sus procesos de fabricación en el gigante asiático en los últimos años, porque los salarios de los trabajadores chinos, que se catapultaron un 60% entre 2011 y 2016, han multiplicado los costes de producción hasta colocarlos muy cerca de los de países como Portugal. Esto afecta menos a las empresas medianas españolas, que siempre han preferido producir, como muy lejos, en Latinoamérica o en las proximidades de la Unión Europea.

Turismo y economía (global)

El tercer grupo de compañías que recibe ya el golpe de la onda expansiva de la tragedia de Wuhan son las que forman parte del turismo. No solo hablamos de los miles de turistas españoles que ya no cogerán un vuelo para ir a Pekín o Shanghái. De hecho, según la Asociación de Turismo España- China (Atec), la cifra de turistas chinos llegados a España el año pasado estuvo a punto de rozar las 900.000 personas y su gasto acumulado ascendió a casi 1.700 millones de euros.

La epidemia del coronavirus ha estallado en uno de los periodos en el que los chinos más viajan al extranjero y, en especial, a regiones que exigen muchas horas de avión. Hablamos de las vacaciones del año nuevo chino, que se concentran, más o menos, entre los últimos diez días de enero y el dos de febrero.

El posible frenazo de 2020 en la llegada de turistas del gigante asiático impactará en los hoteles y las aerolíneas, pero también en las zonas comerciales de ciudades como Barcelona o Madrid, que es donde suelen realizar sus compras. Más allá del daño inmediato, existe igualmente el peligro de que cambie la tendencia de los últimos cinco años, que han visto cómo despegaban las visitas de los viajeros chinos a nuestro país. Solo en 2019, su gasto acumulado se disparó un 28%.

De todos modos, como advertíamos más arriba, aunque una empresa española no sepa ni ubicar Hubei o Wuhan en el mapa, la realidad es que cualquier resbalón de la segunda potencia del planeta puede hacerle daño indirectamente. No hay que olvidar que dos de los motivos fundamentales del enfriamiento del crecimiento global en el último año y medio han sido la guerra comercial entre China y Estados Unidos y la forma en la que ésta ha debilitado el PIB del gigante asiático.

Con una economía tan globalizada y tan frágil en estos momentos, nadie debería esperar que un problema que pueda ralentizar el crecimiento chino no vaya a trasladarse de alguna forma a la actividad de cientos de compañías europeas y españolas.

Según las conclusiones del sondeo entre CEO de grandes empresas llevado a cabo por una gran consultora internacional, la mitad de los directivos encuestados preveía una desaceleración del crecimiento hasta diciembre de este año, 25 puntos más que el año pasado y 48 más que el anterior. Además, ya han aparecido los primeros expertos -Zhang Ming, de la Academia China de Ciencias Sociales es uno de ellos- que ponen la desaceleración del gigante asiático por culpa del coronavirus como una posibilidad que no puede despreciarse. Mientras tanto, el pasado tres de febrero, las bolsas chinas sufrieron la mayor caída diaria de los últimos cuatro años.