Cada maestrillo tiene su librillo y cada persona es de su padre y de su madre. Podríamos estar añadiendo frases hechas un buen rato con esa misma idea de que cada personalidad es diferente al resto y que eso se traduce también en las empresas en que hay tantas clases de trabajadores como empleados contratados. Vamos a ver cuántas posibilidades podemos encontrar.
Los diferentes autores y teóricos de los recursos humanos no se ponen de acuerdo a la hora de determinar los distintos tipos de trabajadores en una empresa, porque la realidad es que las categorías pueden ser diferentes en función del criterio que sigamos para evaluarlos.
Por eso, aunque vamos a analizar a continuación algunos de los perfiles más frecuentes, hay que aclarar que ni son todos los que están ni están todos los que son. En cualquier caso, vamos a dejarnos de frases manidas y a comprobar qué clases de trabajadores hay en las empresas y qué tipos de relaciones de trabajo se dan entre ellos.
Empezamos por este tipo de trabajador como podríamos empezar por cualquier otro, pero hoy en día es uno de los perfiles más frecuentes en la mayoría de las plantillas (desgraciadamente).
Son empleados problemáticos, que disfrutan haciendo que los conflictos se expandan. Tienen roces con los demás compañeros, son criticones y hasta se creen con más poder que los jefes aunque no tengan ningún poder en la empresa.
Crean un ambiente hostil, son manipuladores, desafiantes, desorganizados y con poca predisposición para hacer cosas.
Se trata de trabajadores eficientes y productivos pero a veces esa efectividad tiene una repercusión negativa porque se llevan el trabajo a casa y nunca están contentos con el resultado. Eso puede afectar a su salud, provocándoles estrés y ansiedad.
Ser perfeccionista no siempre es bueno (no en exceso, claro), sobre todo porque este tipo de trabajadores se ven frustrados cuando las cosas no van como ellos esperan.
No es igual que el trabajador perfeccionista. En este caso, se caracteriza porque es inteligente, con buena disposición, con habilidades para resolver problemas, con buena capacidad de comunicación, que sabe cuándo hacer las cosas que se le encomiendan y que, además, son leales e íntegros. Algo así como el trabajador perfecto.
Son trabajadores con baja confianza en sí mismos, lo cual repercute en la calidad y en la cantidad de trabajo que hacen, e incluso en sus relaciones con compañeros y jefes.
Son trabajadores olvidadizos y poco metódicos. Su incompetencia puede dañar el trabajo colectivo. Aunque no siempre es una cuestión de falta de organización sino que, a veces, la causa de que se comporte de esta manera es su falta de motivación laboral. Son personas que pierden la concentración fácilmente y eso les hace bajar el rendimiento.
Hay personas que no es que no cumplan con su trabajo sino que siempre van tarde. No acabar las tareas a tiempo puede entorpecer el trabajo de otros compañeros y perjudicar a la empresa respecto a su relación con sus clientes. Se puede deber a una mala organización, a falta de motivación o, simplemente, a que no saben o no son capaces de hacer bien su trabajo. Tener empleados de este tipo en la empresa es un error en la fase de selección de personal.
Son trabajadores que nunca se niegan a lo que se les pide. Esto puede ser contraproducente porque, al no rechazar ninguna tarea, se pueden saturar y acumular una carga laboral difícil de abarcar. En tal caso, puede darse la circunstancia de que no lleguen a tiempo a las entregas o que necesiten realizar muchas horas extra para cumplir.
Se trata de un trabajador que, aunque no tiene mala intención, siempre quiere estar enterado de todo lo que pasa a su alrededor. Se mete en lo que no le llaman y se inmiscuye incluso en la vida personal de sus compañeros y esto, aunque no sea intencionado, puede desestabilizar el ambiente laboral.
El líder es la persona capaz de dirigir a un equipo de trabajo, con compromiso y responsabilidad. Son trabajadores a los que les gusta superar desafíos y con un alto sentido de la innovación y la creatividad. Para las empresas es un activo muy valorado porque les ayuda a cumplir los objetivos de negocio.
Son trabajadores a los que les gusta todo menos trabajar. Nunca realizan sus tareas a tiempo, las hacen para cubrir el expediente y nunca muestran disposición para hacer nada. De hecho, si no tuvieran supervisión, ni siquiera harían el trabajo básico que se espera de ellos. Además, pierden el tiempo y se lo hacen perder a los demás, por lo que es mejor no tener a este tipo de empleados en la empresa.
Como decíamos al principio, puede haber muchas otras categorías de trabajadores en una empresa: engreído, opositor, pesetero, quejica, egoísta, robot, ambicioso, pelota, desorganizado, social, multitask, seductor, etc. Y, en muchos casos, pueden darse varios perfiles en un mismo trabajador.
Además de las características que cada trabajador tiene de forma personal, dentro de un equipo de trabajo se han de realizar diferentes tareas que ayuden a cumplir con los objetivos de la empresa. Ésta sería otra clasificación del tipo de empleados que se suelen dar en una compañía, aunque teniendo en cuenta cuáles son sus roles en el trabajo.
Veamos cuáles son esos principales roles de los trabajadores en una empresa:
Roles de Acción |
Roles Sociales | Roles Mentales |
Impulsor |
Coordinador |
Cerebro |
Implementador |
Investigador de recursos |
Monitor evaluador |
Finalizador | Cohesionador |
Especialista |
Podemos clasificar los roles de equipo en tres categorías principales y encontrar tres perfiles distintos en cada una de ellas. La distribución de estos roles y funciones en un equipo es la que hace posible la consecución de objetivos comunes. Por eso es importante configurar el equipo adecuado para garantizar el éxito.
Estos roles que hemos enumerado se utilizan en muchas empresas de todo el mundo, porque así se aseguran de potenciar sus fortalezas y gestionar mejor sus debilidades con la meta de mejorar la productividad de la compañía.