Cómo puede ayudar blockchain a las empresas


El principal problema que tiene blockchain es que no se entiende muy bien qué es. ¿Es una base de datos ultrasegura? ¿Una forma de encriptar información? ¿Una criptomoneda? La raíz de la cuestión podría estar no sólo en que el concepto es tecnológicamente complejo, que lo es, sino en que intentamos comprender qué es como si acabáramos de salir de la facultad de informática.

Nos preguntamos cómo funciona en vez de para qué sirve, como si entenderlo fuera el paso imprescindible para beneficiarse de esta tecnología. Es como si antes de hacer una fotocopia tuviéramos que saber en qué consiste la fotoresistencia.

“En una definición poco rigurosa pero clara para un primer contacto, podríamos decir que es como un ERP [Sistema de planificación de recursos empresariales] pero interorganizacional”, explica Luz Parrondo, directora del posgrado en Blockchain y otras DLT (Tecnología de Registros Distribuidos) de la Universidad Pompeu Fabra.

“Un registro de transacciones al que tienen acceso no una empresa, como sería el caso de un ERP tradicional, sino muchas empresas al mismo tiempo y donde si la información cambia, cambia automáticamente para todas las empresas que formen parte de esa red”. Pero con una salvedad: una vez la información queda grabada en la red, es inmutable. Esto no quiere decir que no se pueda actualizar, sino que cada nueva versión se guarda junto con todas las versiones anteriores. Gracias a esto, cualquier integrante de la red blockchain puede acceder a toda esta información y recorrerla hacia atrás (esto es lo que permite la trazabilidad).

blockchain redes

Supervisión casi absoluta y en tiempo real

Para Parrondo, los usos que podemos dar a blockchain ahora mismo son “naif”, pues todavía no entendemos su potencial. “Aplicamos esta tecnología a procesos o sistemas que ya existen para hacerlos más eficientes, más transparentes, menos costosos. Pero a partir de aquí podremos avanzar mucho más y no sólo en lo que ya conocemos sino en nuevos procesos.”

Si hablamos de sus aplicaciones en el mundo empresarial, una de las estrellas es la trazabilidad. Básicamente, permite rastrear un producto desde que es una materia prima germinal hasta que llega al cliente final, pasando por todos los procesos de transformación y distribución que hay entre medias.

¿Cómo es posible? En parte gracias a la inmutabilidad ya comentada pero también a algo nuevo: la tokenización. Tokenizar algo no es más que convertir ese algo en un código matemático que lo identifica unívocamente. Piensa en una entrada de cine. Para ti es Toy Story 4, sesión de las 18:30 del viernes, asientos 7 y 11 de la fila 8, pero para el cine todo esto se resume en “P2YMT221”. Con blockchain pasa algo parecido, sólo que el código del token es bastante más complicado.

La trazabilidad que permite este sistema puede reducir costes para una amplia gama de negocios. Imaginemos un collar de perlas. Perlas australianas de las que se cultivan en las aguas del Mar de Timor, entre Australia e Indonesia. Nos interesa una perla concreta. Como la empresa recolectora de perlas forma parte de una red blockchain, la tokenización de esta perla, como de todas las demás, se hace de forma rutinaria.

Gracias a la tokenización, podemos hacer un seguimiento detallado de la perla y conocer en tiempo real en qué parte del proceso de transformación se encuentra. Porque en esta red no sólo está la empresa que cultiva las perlas, sino también la factoría que las limpia y las pule, la que las engarza en joyas y hasta la tienda donde se venden. Y cada una de estas empresas tiene acceso a la información en tiempo real.

Lógicamente, no todas las empresas que forman parte de la red tienen acceso absoluto a todo, sino que hay partes que sí son visibles, como los seguimientos de las perlas, por ejemplo, y otras que no, como la contabilidad de cada empresa o sus inventarios si los tuvieran almacenados en la red (que no tiene por qué; se puede usar para funciones muy concretas).

La posibilidad de seguir el rastro de cualquier elemento tokenizado es una garantía para las empresas en caso de incidencia ¿Qué ocurre si el vendedor de la joya con nuestra perla, en una revisión en busca de desperfectos, encuentra que la perla tiene un rasguño que va a rebajar su valor? Pues que el joyero puede acudir a la red blockchain y rastrear su recorrido para buscar incidencias.

Es tan sencillo como localizar su token único y explorar sus movimientos. De esta forma, el vendedor no tardará mucho en encontrar una pista para resolver el misterio: cuando el cargamento de perlas se trasladaba desde la planta de limpieza hasta el puerto, el camión se salió de su ruta. El transportista no dio parte de ello, pero la información sobre el camión (que también está cifrado y geolocalizado, de ahí que sepamos en detalle su ruta) le obliga a confesar que hubo un pequeño accidente y que fruto de ello se dañaron las perlas. El joyero ya sabe a quién reclamar.

Las aplicaciones de la trazabilidad que proporciona blockchain son innumerables: alimentos (¿quién no respetó la cadena del frío?), obras artísticas (¿ha pagado ese periódico por utilizar esa fotografía?), industrias de todo tipo y volumen (¿cuándo llega la parte posterior del fuselaje del avión?), investigación de crímenes

Smart contracts: la automatización se vuelve escalable

Si la trazabilidad es la aplicación de blockchain más extendida, la que más entusiasmo despierta, por sus posibilidades y relativa sencillez, son los smart contracts. Son pequeños o grandes programas autoejecutables que se activan si se cumplen determinadas condiciones. Pueden ir de lo muy sencillo a lo terriblemente complejo. Uno que automatice el pago de nóminas todos los días 28 de cada mes es un ejemplo sencillo. Otro: un smart contract que, a partir del número de reservas registradas en la web de un restaurante, active una orden de compra de alimentos y bebidas en función de los comensales esperados.

Las expectativas que despiertan es enorme. Existe un concepto denominado DAO (Organización Autónoma Descentralizada) que consiste en procesos que se ejecutan solos a partir de estos. Esto no quiere decir que ningún humano participe en ellos, sino que no hay decisiones que tomar porque ya fueron tomadas y han sido programadas para que se ejecuten cuando se cumplan unas circunstancias concretas. Por ejemplo: en la fabricación de un coche, centenares de smart contracts podrían entrelazarse de tal forma que la compra de las diversas partes que componen el coche, su transporte, el ensamblaje de las piezas, el montaje final, el transporte a los puntos de almacenamiento, la publicación de los anuncios de venta en portales, su desplazamiento una vez vendidos al concesionario y, finalmente, la orden de que, alcanzado cierto nivel de ventas, se active una nueva para la fabricación de nuevos coche… todo esto, que implicaría a centenares de trabajadores humanos, podría ser realizado a través de varios smart contracts entrelazados.

“Vamos cada vez más hacia la automatización”, explica la directora del posgrado en Blockchain y otras DLT de la Universidad Pompeu Fabra, Luz Parrondo. “Esto significa que las decisiones arbitrarias y no arbitrarias humanas van a quedar cada vez más restringidas. Tiene su parte buena (la arbitrariedad se reduce), pero tiene una parte más negativa, que es que cuando se lo aplicas debes tener muy claro todas las posibles alternativas. Porque lo que tú haces es dar órdenes a un ordenador. Te quita flexibilidad, pero te da seguridad y robustez.”

Seguridad: la tecnología como garantía

Otra de las ventajas de usar este sistema en el entorno empresarial tiene que ver con la fidelidad de los datos sobre la actividad de una empresa. “En un ERP tradicional no puedes fiarte de que la información no haya sido alterada, y por tanto debe ser controlada y auditada”, explica Parrondo. En el caso de blockchain, como son varias las empresas que vuelcan su información (inventarios, operaciones, transferencias, facturación…), es más probable que todos estos datos reflejen la actividad real de las empresas que integran la red.

Naturalmente, las empresas pueden volcar información falsa, pero, de ser así, ayudaría a detectar las inexactitudes. Gracias a tres características: la inmutabilidad de la información (cualquier cambio queda registrado), la trazabilidad (que se aplica también a la información contable) y el libre acceso a la información de todas las empresas que forman parte de la red. Esta garantía en la fidelidad de los datos no la proporciona un auditor externo, como es lo habitual actualmente, sino que es la propia tecnología blockchain la que aporta la garantía. De hecho, les puede hacer la vida mucho más fácil a los auditores.

Pero su clave en materia de seguridad es que es la propia tecnología la que actúa de garante. Veamos un ejemplo real: Bitcoin es a la vez la criptomoneda y también la plataforma sobre la que funcionan los bitcoins. ¿Cuál es su relación con blockchain? Que la plataforma Bitcoin opera sobre sus redes.

Además de ser la criptomoneda más conocida, también es la más valiosa (1 bitcoin=10.851$) y la más segura del millar de criptomonedas que existen ahora mismo. Por confianza nos referimos a que la gente que invierte en bitcoins lo hace segura de que sus bitcoins no van a desaparecer. (Ojo: el concepto de confianza aquí tiene que ver con que si compras dos bitcoins, tienes dos bitcoins, no con que sea una estable, cosa que no es en absoluto).

¿En qué se basa esa confianza? En varias características. La primera es la inmutabilidad, de la que ya hemos hablado. La segunda es que los registros de Bitcoin son públicos: todas las transacciones, desde que se lanzó la criptomoneda en 2009, están registradas y es posible recorrerlas y ver quiénes transfirieron bitcoins, quienes las recibieron, cuántas bitcoins se movieron, cuándo lo hicieron… Todo es público, fácilmente accesible y rastreable (o trazable) De hecho, puedes verlo ahora mismo, aunque no esperes encontrar nombres de personas, sólo códigos.

Inmutabilidad, trazabilidad y una base de datos pública de registros son tres de las patas que favorecen la confianza en Bitcoin. La cuarta es que toda esta información está descentralizada, es decir, que este registro inmutable está almacenado en miles de nodos, no en uno solo, de forma que, si uno se borra, existen miles de alternativas para poder comprobar los datos.

Antes, la certeza de que la transferencia de Menganito había llegado a tu cuenta la tenías porque el banco te decía que así había sido. Blockchain, y en este caso Bitcoin, se saltan al banco: sabes que la transferencia en bitcoins ha llegado a tu cuenta porque así lo dice tu wallet (o cartera electrónica) y un registro que es público y que descansa en miles de nodos a la vez.

(Insistimos en hablar de Bitcoin porque aquí se cumplen las cuatro condiciones: inmutabilidad, trazabilidad, registro público y descentralización. No siempre es así. Hay redes privadas donde los registros no son públicos ni accesibles ni tampoco están descentralizados)

¿Es para todo el mundo?

A bote pronto podemos pensar que no, que el bar Manolo de la esquina no lo necesita. Y precisamente puede ser lo contrario. Puede que le interese formar parte de una red blockchain en la que también estén sus proveedores de bebidas y de alimentos, con los que puede compartir el estado de sus existencias para prever nuevos pedidos. Y puede que le interese tener incluso un par de smart contracts sencillos para automatizar esos mismos pedidos.

red edificios

“La primera relación que tienen que tener las empresas, es conocerlo. Para muchas personas blockchain y Bitcoin son intercambiables”, explica Parrondo. “Y la segunda es entender la aplicabilidad de blockchain y verla simplemente como un medio para mejorar el negocio”. En esta labor de pedagogía, explica la profesora, es donde se necesitan consultoras especializadas que sepan analizar las necesidades del negocio, pero no sólo las existentes. “No se trata de hacer un escáner de tu negocio y meterlo en el mundo digital. Se trata de entender su potencialidad, comprender las necesidades de la empresa y hacer un match”.

Para Parrondo, el futuro de su relación con la empresa pasa por compartir. “Vamos a empezar a hablar de ecosistemas y no tanto de empresas, porque las fronteras entre empresas y proveedores se van a diluir y vamos a hablar de compartir. Compartir información, sinergias y la creación de valor.”