El sector financiero vive tiempos de cambio. Las llamadas fintech irrumpieron hace años y obligaron a los bancos a repensar su estrategia y sus productos. Ahora quienes están asomándose al sector, y podrían cambiarlo para siempre, son las grandes tecnológicas. “Hace 10 años había un banco universal que hacía de todo, tanto para empresas como para particulares. Pero desde hace 8 años vemos cómo todo se desagrega y cualquier actor puede hacer pequeñas actividades muy especializadas dentro del sector financiero”, explica Pablo Blasco, director de Fintech Spain.
Los últimos jugadores en llegar han sido las GAFA, el cuarteto bigtech que hoy domina la publicidad, las compras online y las redes sociales. Si pusieron patas arriba todos estos sectores, sólo era cuestión de tiempo que Google, Amazon, Facebook o Apple se acercaran al sector financiero.
Aunque las GAFA ya están apostando por el sector financiero, y todas ellas han empezado por los pagos, el gigante tecnológico que con más fuerza lo ha hecho es, sin duda, Amazon. Para Blasco la compañía de Bezos es “un banco encubierto”. Reúne casi 20 actividades financieras que incluyen pagos, seguros de salud y préstamos. Sobre los préstamos, la compañía de Bezos ha construido un círculo virtuoso, porque presta dinero a sus clientes y también a los vendedores que usan su plataforma. Amazon se asegura así de que sus clientes puedan seguir comprando y también de que sus vendedores puedan seguir usando su plataforma.
Apple, Google y Facebook son más precavidas y están concentradas en los pagos. Google Pay y Apple Pay le llevan bastante ventaja a Facebook, si bien la compañía de Zuckerberg puede aprovechar su dominio prácticamente monopolístico de las redes sociales para construir una infraestructura de pagos con miles de millones de clientes potenciales que funcione sin salir de Facebook, WhatsApp e Instagram. Estos pagos admiten varios destinos, pues pueden servir para que los usuarios paguen por productos y servicios a comercios (P2C) y también para que se presten dinero entre usuarios (P2P).
Además de todo lo anterior, algunas bigtech tienen sus cruzadas particulares. Hay dos especialmente notables: la Apple Card, que fue lanzada en verano de 2019 y potencia no sólo el pago sino también los préstamos; y Libra, la criptomoneda de Facebook, que acaparó titulares y consiguió importantes apoyos (eBay, Spotify o PayPal, entre otras compañías), pero que, a falta de realidades, ha quedado en un segundo plano.
Por mucho que en Occidente las bigtech nos sorprendan con sus servicios financieros, en Oriente ya conocen bien lo que ocurre cuando las grandes tecnológicas se adentran en el terreno de los bancos. Tras el acrónimo BAT se encuentran el motor de búsqueda chino Baidu (que es muchísimo más que un motor de búsqueda, igual que lo es Google), el gigante del ecommerce Alibaba y la tecnológica Tencent (propietaria del servicio masivo de mensajería WeChat). Las tres son chinas, pero sus dominios se extienden por buena parte del sudeste asiático.
Para Gonzalo Gómez, director del curso de experto en Banca digital y fintech en UNIR y director de Estrategia, Marketing y Comunicación en IECISA, la clave del éxito de las BAT se debe a “un ecosistema de conectividad con alta penetración de móviles, la ausencia de grandes servicios financieros con foco en el consumidor y un regulador abierto a la innovación”. De hecho, cada una de las compañías BAT tiene ya su propio banco: Baixin Bank (Baidu), MYBank (Alibaba) y WeBank (Tencent).
Que cada bigtech asiática tenga su banco no quiere decir que se limiten a eso, ni mucho menos. Ant Financial, el brazo financiero de Alibaba, ofrece el doble de productos financieros que Amazon: tarjeta de crédito, seguros, scoring para particulares, gestión de patrimonios… Por otro lado, el servicio de mensajería WeChat, que pertenece a Tencent, cuenta con una plataforma de pagos con la que se puede pagar prácticamente por todo: comida, ropa, videojuegos, taxis, suscripciones a plataformas de streaming, la factura de la luz… Hablamos de la versión china de WhatsApp, con cerca de 1.000 millones de usuarios activos.
Además de todo lo anterior, algunos países del sudeste asiático han empezado a conceder licencias bancarias virtuales, concesiones otorgadas por los gobiernos de Hong Kong, Taiwán o Shanghái a compañías tecnológicas para que operen como si fueran bancos, aunque sólo a través de la Red. Xiaomi, Line o Rakuten, es decir, un fabricante de tecnología, otro de software y un ecommerce, ya tienen sus propios bancos online.
La entrada de las bigtech en el negocio de los bancos no es casual, y tampoco consecuencia de una sola razón. Para empezar, algo de culpa tienen los bancos. Según el director de Fintech Spain, Pablo Blasco, “la banca ha estado más centrada en el producto y en el canal de distribución per sé, que en las necesidades del usuario, que precisamente es donde están centradas las grandes tecnológicas”.
Para el director del curso de experto en Banca digital y fintech en UNIR, Gonzalo Gómez, las bigtech, a las que suma las fintech y algunos operadores de telecomunicaciones “entraron al sector por pequeños segmentos en los que las entidades financieras tradicionales no han prestado demasiada atención en los últimos años o donde las ineficiencias en aquellos hacían necesaria una reformulación de los principales procesos de negocio. Actualmente, la competencia ya es frontal y hay escasas áreas donde no se hayan adentrado [los nuevos jugadores] a transformar lo que se ha venido haciendo durante tanto tiempo”.
Otra razón que explica la irrupción de las GAFA en el sector financiero es la evolución de la experiencia del usuario, un aspecto que ha cambiado notablemente gracias precisamente a las innovaciones que Google o Apple han ido incluyendo en sus productos. “Al igual que en Google el usuario tiene toda la información en un clic o se puede comprar con un clic en Amazon, las tecnológicas han reducido toda la operativa comercial y de búsqueda a un clic”, explica Blasco.
Esta forma simplificada de acceder a todo tipo de servicios, también bancarios, entronca con la demanda de los propios usuarios. Para Gómez, “hay una nueva generación de clientes que han crecido en el mercado digital que demandan servicios diferentes y nuevas formas de acceder a ellos, y que están más que dispuestos a aceptar servicios bancarios de otro tipo de compañías”. Aunque fue publicado hace más de un lustro, no ha perdido la vigencia el dato que apareció en la macroencuesta Millennial Disruption Index que decía que el 73% de los mileniales estadounidenses esperaba con más entusiasmo una oferta de servicios financieros de Google, Amazon, Apple, PayPal o Square que de su banco tradicional.
Y, si hablamos de simplificar la experiencia del usuario, tarde o temprano hablaremos del móvil. “La transformación de la banca se está produciendo a través del móvil, del mobile banking. Vamos hacia una banca de todos los días en tiempo real y en cualquier lugar, donde prácticamente con cualquier dispositivo no necesites ir a una oficina”, explica Pablo Blasco.
Hasta ahora, cada banco almacenaba los datos financieros de sus clientes, y con base en estos datos ofrecía a sus clientes unos productos u otros. La cuestión es que esta especie de “los datos de mis clientes son míos” va a desaparecer paulatinamente según se vaya poniendo en práctica la PSD2 o Payment Services Directive 2. La directiva europea por la cual los datos financieros de las personas dejan de estar en manos de los bancos para que sean los propios usuarios quienes puedan acceder a estos y, si quieren, permitir que otras empresas puedan usarlos para adaptar su oferta de productos y servicios.
Todo esto se resume en el concepto open banking, es decir, un nuevo paradigma bancario donde fintech, bigtech, empresas de telecomunicaciones, banca tradicional y cualquier compañía que quiera ofrecer servicios financieros podrá hacerlo gracias a un elemento vertebrador: los datos financieros de los usuarios.
Un ejemplo. Alguien quiere acceder a un préstamo para comprar un coche, y ese alguien no está del todo convencido con el préstamo que le ofrece su banco. Pues ese alguien puede contactar con una fintech para que, previa autorización, acceda a sus datos financieros y, en base a estos, ofrezca tres préstamos perfectamente ajustados a las características financieras de nuestra persona de ejemplo. ¿Son todos los préstamos de la misma compañía? No tiene por qué, probablemente cada opción pertenezca a una compañía distinta, que puede ser un banco, otra fintech o una bigtech que ofrezca préstamos (ya vimos que Amazon o Apple los ofrecen). Es decir, hace unos años las opciones de obtener un préstamo se reducían a lo que ponía en la mesa el banco y poco más. Hoy, open banking mediante, las opciones son mucho más variadas.
¿Y cuántas compañías participan en el ejemplo que acabamos de poner? Unas cuantas. Por lo menos, las siguientes: la fintech que analiza los datos bancarios de la persona, el banco que ha facilitado tales datos a aquella fintech y todas las compañías que ofrecen su préstamo personalizado. Resumiendo: una red de compañías financieras que han trabajado juntas para ofrecer un producto ajustado a un potencial cliente.
Parece que el open banking puede ofrecer oportunidades para un sinfín de actores financieros. Habrá clientes que prefieran que su banco de toda la vida les ofrezca todos los servicios, del mismo modo que hay quien prefiere ir a la oficina en vez de consultar el estado de su cuenta en su móvil; puede que estos clientes quieran centralizar todos sus productos financieros bajo una misma marca. Otros clientes, por el contrario, pueden preferir combinar servicios ofrecidos por empresas especializadas: la tarjeta de una bigtech, la gestión de activos de una fintech, un pequeño préstamo que otorga la división financiera de una compañía que fabrica televisiones… Lo que viene es la posibilidad de que una persona sea cliente de cuatro o cinco compañías financieras al mismo tiempo.
Para Gonzalo Gómez, “el apetito de los GAFA y las telco por la banca es relativo porque el sector está muy regulado y los beneficios no son claros ni están en la línea de los que generan esas compañías con capitalizaciones muy por encima de los grandes bancos. Pero lo que sí está claro es la oportunidad que representa participar en un ecosistema donde todos (GAFA, Telcos, fintech y banca) tengan como centro de sus decisiones al usuario y los retos sean la simplicidad, la transparencia y la inclusión, aspectos que sí evidencian la necesidad de la banca de repensar su estrategia inmediata en el entorno actual”, subraya.
Según Blasco, el open banking va a suponer un “cambio organizativo y cultural para la banca tradicional. Las fintech ya han despertado a la banca, pero el ganador será aquel que se centre en el usuario, el que se centre en dar una buena experiencia como en ecommerce. El que sea capaz de retener al usuario por la experiencia, por dar un servicio en tiempo real y por plantear modelos de negocio adaptados a las necesidades de clientes bajo cualquier dispositivo. Quien consiga todo eso será el que se lleve el gato al agua”.
Sea como fuere, todavía estamos en el inicio de esa transformación, aunque, a diferencia de lo que sucedía hace unos años, quien acaba de entrar a lo grande por la puerta del sector financiero no son pequeñas fintech especializadas ni start-ups súper ágiles, sino precisamente las grandes compañías tecnológicas que han revolucionado prácticamente cualquier sector que han tocado.