Cuando te conviertes en autónomo o lanzas un negocio nuevo, hay ciertos procedimientos de facturación, cotización y pago de impuestos que tienes que tener claros para no tener problemas con Hacienda.
Uno de los más importantes es el de hacer facturas para cobrar por el trabajo que has realizado para tus clientes. En estos casos, siempre que el cliente sea otro autónomo o una persona jurídica, tienes que aplicar una retención en concepto de IRPF.
Puede que no estés familiarizado con el concepto de las retenciones o tengas alguna duda sobre cómo aplicar esas retenciones en las facturas. No pasa nada, vamos a explicártelo todo para que puedas ponerlo en práctica desde el primer día.
Para saber qué es una factura con retenciones, lo primero es entender el impuesto. Bajo este concepto se practican las retenciones o porcentajes del total de la factura que el autónomo paga como adelanto a Hacienda.
El IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas) es un impuesto que tienen que pagar todos los residentes en España que hayan obtenido ingresos a lo largo del año.
Además, es un impuesto progresivo, de manera que, a mayores ingresos, más gravan. Está compuesto por un tramo estatal y un tramo autonómico, de manera que el porcentaje a pagar dependerá también de la comunidad autónoma en la que residas.
¿Y qué tiene que ver el IRPF con la factura que un autónomo debe expedir con retenciones? Todo. Las retenciones que tienes que hacer como autónomo en las facturas son en concepto de IRPF.
Los empresarios que facturan a otros negocios, autónomos o empresas, tienen que hacer ciertos adelantos mensuales del pago del IRPF a Hacienda.
En vez de pagar todo el impuesto de una vez, en la Declaración de la Renta, lo haces mensualmente a través de las retenciones del IRPF.
Es decir, que una factura con retenciones no es más que una factura en la que cobras por tu trabajo y a la que le deduces un porcentaje que vas a ir pagando a Hacienda como IRPF, cada vez que generes ingresos.
Así, anualmente, en junio, la Declaración de la Renta sirve para ajustar cuentas con la Agencia Tributaria. En función de si has pagado más o menos de lo que te corresponde a lo largo del año a través de las retenciones de tus facturas, te saldrá a pagar o a devolver.
Por lo tanto, recapitulando, podríamos decir que una factura con retención es un documento en el que se detallan los productos vendidos o los servicios prestados, por los cuáles cobras un importe determinado.
En la factura, a ese importe, además, le añades una deducción en concepto de IRPF. O sea, un porcentaje del total de ingresos generados que afecta con signo negativo al total de la factura: se resta al total, de manera que aminora el total de la factura.
En absoluto. Como autónomo cobras por tu trabajo un dinero bruto, pero a eso habrá que restarle los impuestos que pagas a Hacienda y que ya estás adelantando al fisco en cada factura.
Concretamente, estas retenciones que haces en cada una de las facturas emitidas a otros autónomos o empresas obligan al empresario que contrató el servicio a ingresar esa cantidad en la Agencia Tributaria a tu nombre a través del Modelo 111.
Saber hacer una factura con retención es fundamental si eres autónomo y no quieres tener problemas con Hacienda.
Deben aplicar la retención todos los profesionales dados de alta en actividades profesionales y en actividades artísticas del Impuesto de Actividades Económicas (IAE).
En primer lugar, debes detallar fecha, número de factura anual, dirección fiscal y otros datos clave que deben estar presentes en cualquier factura. A partir de ahí, debes reflejar también los datos fiscales del cliente y cada uno de los productos o servicios prestados.
Cada uno de ellos irá asociado a un importe, de forma que la suma de estos importes, que se debe reflejar en la factura, será la base imponible sobre la que aplicar las retenciones correspondientes.
Y, ¿cuál es el tipo a aplicar en las retenciones del IRPF? El porcentaje general de retención es del 15%. Sin embargo, existen excepciones a considerar.
Por ejemplo, al inicio de la actividad se puede aplicar una retención reducida del 7% y cuando se trata de actividades agrícolas, ganaderas y forestales, el tipo se reduce al 2%
Podemos poner un ejemplo muy sencillo de una factura con retención, para que puedas replicarlo en tu caso, adaptándolo a los números de tu factura. Por ejemplo, si realizas unos servicios por un valor total de 1.000 euros.
En este caso, debes reflejar que la cantidad de 1.000 euros es la base imponible sobre la que aplicar una retención del 15%, es decir, 150 euros, que hay que restar del total.
De esta manera, la factura se emite por cantidad de 850 euros, que será lo que debe ingresar en tu cuenta tu cliente.
Ese mismo cliente debe ingresar en la Agencia Tributaria, a tu nombre y con el concepto de retención por la factura, la retención de 150 euros.
En el caso de que la actividad esté sujeta a IVA, el porcentaje de este impuesto se aplica sobre el total de la factura, es decir, la base imponible.
En nuestro ejemplo concreto, habría que aplicar el IVA (pongamos el IVA general, del 21%) a los 1.000 euros de base, de manera que 210 euros irían en concepto de IVA.
De esta manera, en este ejemplo a los 1.000 euros les restas 150 euros y les sumas 210 euros, lo que daría una factura por un total de 1.060 euros.
También puedes emitir facturas electrónicas, aquí te explicamos cómo hacer y emitir una factura electrónica paso a paso, con las que la retención seguiría exactamente la misma lógica.
Esperamos haberte solucionados todas tus dudas, pero si no es así, en Yoigo Negocios estaremos encantados de ayudarte en lo que necesites con tus facturas y relación con Hacienda.
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