Las oportunidades de negocio no solo surgen de decisiones proactivas en busca de despejar determinados senderos. En España el envejecimiento progresivo de la población, sumado al decrecimiento alarmante de la natalidad, está provocando que las empresas dedicadas a la asistencia domiciliaria (SAD) vivan un auge asombroso. Sus clientes, de acuerdo con datos del INE, son casi 9 millones de personas. Con el 20% de la población por encima de los 65 años, y el 6,1% sobrepasando las ocho décadas, no sorprende que los grandes inversores estén volcando cada vez más miradas hacia esta creciente tarta.
Para el 2068 en nuestro país podría haber ya más de 14 millones de personas mayores, pertenecientes, estas, a un grupo demográfico que se verá alimentado durante la década de los 30 y los 40 por los individuos pertenecientes al llamado baby boom. “Hacia 2050 las personas mayores casi habrán duplicado sus efectivos actuales”, apunta el CSIC en la edición número 22 de “Envejecimiento en red”. “La población en edad laboral (16-64) y los niños (0-15) habrán reducido su peso […] La generación del baby boom iniciará su llegada a la jubilación en torno al año 2024. La presión sobre los sistemas de protección social continuará aumentando y será muy notable en la década de los 40”.
Las consecuencias directas de todo ello son evidentes. ¿Un mercado cuyo target no deja de aumentar? Siguiendo la lógica neoclásica, esto atraerá a más y más empresas interesadas en cubrir las necesidades sociales que vayan surgiendo de forma natural. En la actualidad la tarta de la asistencia domiciliaria ya está formada por más de 2 millones de personas que viven solas o aisladas. De los 4.732.400 individuos que no comparten vivienda con nadie en 2018, un 43,1% tenían 65 años o más. Esta bolsa de potenciales clientes está compuesta principalmente por mujeres, que superan en más del 30% a sus opuestos gracias a poseer mayor esperanza de vida.
El aliciente al crecimiento del negocio no está ligado intrínsecamente a una dependencia progresiva. Miles de familias con ancianos a su cargo apuestan por las residencias como vía de escape. Eso explica que casi 300.000 personas vivan en este tipo de centros especializados. El resto lo absorbe el mencionado mercado de la asistencia domiciliaria. Siguiendo las cifras expuestas por la Organización Internacional del Trabajo en el informe “El trabajo de cuidados y los trabajadores del cuidado. Para un futuro de trabajo decente”, en España hay unos 3,8 millones de asalariados dedicados a servicios de cuidados; el 20,8% del empleo total, y el 34,4% del empleo femenino.
Si se incluyen a los menores en situaciones de desprotección social, para el año 2030 podría haber 8,8 millones de personas necesitadas de asistencia. De estas, 5,6 millones serán jóvenes y 3,2 millones ancianos. Las empresas que decidan apostar por crecer aportando valor a este target, lo harán en el vigesimosegundo país con mayor ratio de dependencia de cuidados de personas mayores del mundo, y en una industria caracterizada por una oferta muy atomizada. Sí, a pesar de las oportunidades, el mercado del SAD todavía está dando sus primeros pasos, y son pocos los operadores que buscan retornos.
En los últimos años parece haber surgido una tendencia de concentración protagonizada por franquicias ávidas de adquisiciones de pequeñas empresas ya establecidas en el territorio nacional. A todas ellas les mueve un sentimiento ulterior de correspondencia social que va más allá del simple interés económico. Diego Fernández, autor de la Guía Práctica “Montar una empresa de atención a los mayores” destaca el peso que tiene en el éxito de proyectos relacionados “emprender desde la atención centrada en las personas, con ánimo de ayudar y con afecto y respeto. Eso implica mucho esfuerzo, pero a la vez una enorme gratificación al comprobar que las personas sonríen, disfrutan y están bien cuidadas”.
Si se superan todos los condicionantes, el interesado puede acudir a la Red de Servicios Sociales de las Comunidades Autónomas para encontrar asesoramiento, financiación y oportunidades de negocio. A nivel nacional, la puesta en marcha de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia generó desde su aprobación hasta 2015, un total de 200.000 empleos relacionados con los servicios de atención residencial y de ayuda a domicilio. De acuerdo con el Libro Blanco de la Dependencia, el crecimiento responde a “la combinación de factores de carácter demográfico, médico y social”.
La Comunidad de Madrid, en su serie formativa “Quiero montar un…” enfocada a emprendedores, detalla con claridad cuáles son los pasos que ha de seguir alguien interesado en crear una empresa dedicada a la asistencia domiciliaria. Y lo más interesante de todo; expone las profesiones más destacadas sobre las que se puede proyectar cualquier iniciativa. Distingue entre varios grupos principales: coordinación —responsable, ayudante—, administración y auxiliares —trabajos generales de atención al hogar y trabajos de atención personal—.
Una vez decidido la vertiente hacia la que se dirigirán los esfuerzos, es imperativo estudiar el mercado a través de análisis DAFO y otras técnicas oportunas. Desde la web Mundo Mayor se ofrece un buscador de actividad que filtra por provincia y población, con el que se pueden identificar fichas informativas de empresas competidoras. Por su parte, la Cámara Oficial de Comercio también ofrece un fichero con cientos de miles de empresas registradas cuyos datos proceden de la Agencia Tributaria, y a los que se puede tener acceso a cambio de una pequeña tarifa.
Estas cuestiones más burocráticas propias de cualquier emprendimiento deben ir acompañadas de la asimilación básica de varios principios mínimos propios del sector. La asistencia domiciliaria colinda con la industria sanitaria, y esta está regida por unos estrictos controles éticos. Ello explica la preponderancia en el negocio de los principios de equidad, justicia social y solidaridad en la promoción, planificación y otras cuestiones derivadas de la actividad empresarial. Se entiende que los servicios prestados serán universales, y que estarán al alcance de todo aquel que los necesite, independientemente de su raza, sexo, discapacidad, orientación sexual, estado civil, ideología, creencia, o situación socioeconómica.
Los negocios de SAD buscan, en último término, una contraprestación económica. Pero al igual que un hospital, es condicionante que también busquen la discriminación positiva; la coadayuda a la superación de “las desventajas de una situación de desigualdad y el aislamiento social”. De ahí que las administraciones públicas estén obligadas a la supervisión de la calidad y la ejecución de los servicios sociales consumidos por el ciudadano, y que sean comunes los cauces de coordinación entre el sector público y el privado, en pos de generar iniciativas, acciones y programas conjuntos de actuación.
Si no se es anciano ni joven procedente de estratos sociales bajos o unidades familiares desestructuradas, y se necesitan cuidados, es muy probable que la hospitalización a domicilio pueda cubrir competencias. La llamada HAD apareció en España en la década de los 80, y desde entonces no ha dejado de consolidarse luchando contra la escasez de respaldo político y clínico. Esta solución atrae a miles de pacientes cuyos responsables buscan lograr un ahorro de tiempo y recursos considerable, y compartir vida con su relativo enfermo.
Los motivos para solicitar asistencia hospitalaria son muy variados, pero los efectos están bien identificados y estudiados. Annals of Internal Medicine descubrió, gracias a un estudio, que los pacientes suscritos a este tipo de servicio sanitario muestran un 16% menos de posibilidades de reingreso, que se recuperan más rápido y que pasan menos tiempo postrados en cama. Además, sus estancias son un 38% más económicas. ¿Cuáles son las condiciones para acceder a la hospitalización a domicilio? Depende del centro ofertante, pero suelen rotar en torno a diagnósticos bien delimitados, enfermedades estables, e historiales clínicos aptos.
Atendiendo a esta veta, la Sociedad Española de Hospitalización a Domicilio (SEHAD) proyectó recientemente el “Plan HAD 2020”: clave de futuro”, un “ambicioso proyecto de 4 años para consolidar la HAD como modalidad asistencial”. Esta asociación asegura que en España existen unas 110 unidades atendiendo a entre 90.000 y 120.000 pacientes al año. “El objetivo para el año 2020 consiste en: consensuar un modelo asistencial más homogéneo; promover la formación y reconocimiento profesional de quienes trabajan en la HAD; que cada hospital de España tenga una unidad de HAD; reconocimiento y potenciación por el sistema de salud nacional”.
Dejando de lado la Sanidad Pública, cientos de empresas privadas trabajan en alguna actividad relacionada directa o indirectamente con la asistencia hospitalaria. No existe un registro en firme, pero el número de negocios asciende a varias centenas repartidas por todo el territorio nacional. Ya sea proporcionando el propio personal para prestar los cuidados, los medios físicos para el transporte de materiales especiales o la gestión de trámites colindantes. Por ejemplo, mSoluciona ofrece “acompañamiento día y noche en el hospital, informes detallados de todo lo que ocurre durante el servicio, personal habituado a trabajar de noche, y precios por horas de contratación”.
Aunque el sector de la asistencia domiciliaria está compuesto por pymes, ya hay casos de referencia con envergadura suficiente como para atraer miradas. Y en esa categorización encaja Felizvita, una empresa modélica de servicios asistenciales para personas dependientes, que cerró el ejercicio del pasado 2019 con una facturación de 1,5 millones de euros. Esa cifra, solo correspondiente al negocio de Madrid, representa el 30% de crecimiento que ha empujado a sus responsables a irrumpir en Barcelona a través de su filial Assivita.
Guillemo Molina, el director general de la compañía, explicaba en una reciente nota de prensa que “2019 ha sido un año muy duro a causa de ciertos cambios legislativos y la aplicación de determinadas medidas, como la subida del salario mínimo, que nos han obligado a ser muy resilientes”. Sin embargo, aseguran haber “logrado superar las dificultades y cumplir los objetivos marcados”. De hecho, durante los últimos 12 meses han conseguido proporcionar asistencia domiciliaria a más de 200 personas en la capital, y a más de 50 nuevos clientes en la Ciudad Condal.
Los buenos resultados amparados en decisiones firmes y una estrategia consolidada, ahora empujan a sus directivos a poner en marcha un área de formación propia que buscará atraer a la magna bolsa de trabajadores en busca de oportunidades. Felizvita posee un método propio basado en vocación y valores que, por el momento, ha devuelto un retorno inmejorable. El objetivo pasa por crecer en Madrid otro 35% este 2020, y buscar posibilidades de asentamiento en otras comunidades autónomas. Los pasos que recorran con acierto servirán de guía para otros miles de emprendedores interesados en ejercer un papel social de manifiesta importancia.
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