La inflación sigue siendo una preocupación persistente para los inversores. Si bien es cierto que los últimos datos pueden parecer muy altos, hay tres motivos que los explican: el efecto base en el cálculo en una recuperación económica, la gran capacidad que existe en el mercado laboral y, por último, el aumento de la inflación en los bienes de consumo.
Así, las últimas proyecciones de la Fed dejaron claro que el repunte de la inflación se considera transitorio, pero se ha producido un cambio significativo en las expectativas para este año tras los últimos datos. ¿Qué activos buscar para proteger el capital? Hay algunos segmentos que se pueden tener en cuenta.
La inflación parece que va a ser la nueva normalidad y la clave está en cómo realizar las estrategias para invertir.
Borja Fernández, director de cuentas de Schroders, centra su opinión en que en la fortaleza del crecimiento que probablemente veremos en el segundo y tercer trimestre de este año y en las perspectivas favorables que se mantienen.
“Esto significa que nos preocupa que la economía se dirija hacia una mayor inflación, incluso si el repunte actual resulta ser transitorio”, asegura el experto.
En este sentido, espera que las presiones inflacionistas disminuyan este año, pero que vuelvan a aumentar en 2022, a medida que se cierre la brecha de producción y se recaliente la economía.
Vimos un incremento de precios generalizado alrededor del 10% anual en los años 70 y 80, las tasas de inflación mundial cayeron en un promedio cercano al 5% en los 90 en los países ricos de la OCDE, al 3% en la década de 2000 y al 2% en el decenio hasta 2010.
Desde ese momento, han predominado los tipos de interés próximos al 0% en gran parte de los países occidentales, salvo Estados Unidos, por las nulas tensiones inflacionistas y han creado billones de dólares, euros y yenes, sin consecuencias para la inflación.
Sin embargo, algunas materias primas están subiendo de forma pronunciada y se están poniendo las bases para dar comienzo a un nuevo super ciclo en materias primas que tenderá a tensionar los precios.
No obstante, y por ahora, los productos acabados no han estado sujetos a presiones alcistas generalizadas de los costes, pero, si regresa la inflación, hay que estar preparados.
En el corto y medio plazo, hay factores como la recuperación económica, la evolución de los precios de los fletes, la vacunación desigual, la evolución de los créditos bancarios en Estados Unidos o una normalización monetaria en China, que deberemos seguir de cerca para averiguar qué rumbo tomará la inflación.
Una progresión, esta última, que en todo caso no pensamos vaya a ser descontrolado.
“En cuanto al largo plazo, existen fuerzas estructurales que tienen un componente deflacionista muy importante”, resalta.
“Hablamos de la demografía (con pirámides de población invertidas en mercados desarrollados), disrupción tecnológica (hacer más con menos recursos), desigualdad (con el deterioro de la clase media) y deuda (estamos saliendo con el mismo recetario que en la crisis de 2008)”, añade.
En esta línea la duda está en cómo puede afectar a los mercados la inflación. “Una inflación más alta socavaría las valoraciones de la bolsa, que actualmente dan por supuesto, no sin razón, que los tipos de interés muy bajos, cercanos a cero, se mantendrán casi indefinidamente”, cuenta Fernández.
“Pensamos que si los tipos reales en Estados Unidos (tipos nominales ajustados por la inflación) sobrepasan la barrera del 0%, sería muy difícil de digerir por los mercados de renta variable”, ahonda.
Por tanto, si la inflación vuelve rápidamente y se mantiene, habría que revaluar las perspectivas de la política monetaria. Los bancos centrales de todo el mundo se verían presionados a endurecer sus políticas y frenar la liquidez.
Los mercados de bonos comenzarían a descontar tipos más altos y se produciría un período de volatilidad financiera con caídas tanto de los mercados de acciones como de bonos.
No obstante, el aumento de la inflación no es malo para todas las regiones y sectores; la Eurozona y Japón acogerían con agrado un repunte de los precios, al igual que algunas de las partes de valor del mercado. Aunque, en general, supondría un desafío para el nivel actual de los precios de los activos.
Ante un posible escenario de inflación hay algunas apuestas que los expertos recomiendan siempre. Aunque no están exentas de riesgo y que deberíamos asesorarnos con un profesional, una de ellas es centrarse en la llamada rotación del growth al value.
“La inversión en valor o value está ligada a la subida de la inflación”
Según Fernández, tras cinco años en los que las acciones de crecimiento (por ejemplo, muchas empresas tecnológicas) se han comportado mucho mejor que las acciones conocidas como valor (las que cotizan por debajo de su valoración “justa”), recientemente estas últimas han vuelto a acaparar el interés de los inversores.
“Asimismo, existe la creencia de que la inversión en valor o value está ligada a la subida de la inflación, aunque la historia nos dice que su correlación es variable e incluso llega a ser negativa”.
Pero, independientemente de que la inflación se acelere o no más de lo deseado, la inversión con sesgo valor debería estar en el radar de los inversores porque su potencial es más “largoplacista” de lo que parece y al fin y al cabo el principal catalizador de la rentabilidad de una inversión es si hemos comprado barato o caro.
Los inmuebles nos brindan una protección natural contra la inflación.
“Los alquileres y los valores inmobiliarios tienden a aumentar cuando lo hacen los precios porque proporciona un flujo confiable de ingresos incluso durante períodos inflacionarios debido a que los contratos tienden a actualizar las rentas según el avance de los precios”, apunta José Luis, director de inversiones de Gloversia Eafi.
No es necesario poseer grandes saldos para tomar posiciones en el mercado inmobiliario. En España tenemos las Sociedades Anónimas Cotizadas de Inversión en el Mercado Inmobiliario (SOCIMI).
“La clave está en identificar las que tengan mejor exposición geográfica para que se beneficien además de la megatendencia de la urbanización”
“Como los alquileres suelen estar vinculados a la inflación y así se protegen de eventuales subidas, la clave está en identificar las que tengan mejor exposición geográfica para que se beneficien además de la megatendencia de la urbanización”, asegura Fernández.
Se caracterizan por estar sometidas a un régimen fiscal ventajoso respecto a otras empresas o vehículos de inversión. “De hecho, se alcanza un impuesto de sociedades del 0%, aunque no pueden compensarse las bases imponibles negativas”, profundiza Cárpatos.
“Y un gravamen del 19% sobre el importe íntegro de dividendos o participaciones en beneficios distribuidos a los socios cuando la participación en el capital social de la entidad sea igual o superior al 5% y dichos dividendos, en sede de sus socios, estén exentos o tributen a un tipo inferior al 10%”, añade.
Además, están exentos del 95% los tributos vinculados con la compra de viviendas, como el impuesto de transmisiones patrimoniales o el de actos jurídicos documentados, lo cual favorece para combatir a la inflación.
A cambio de estos beneficios frente a la inflación, una SOCIMI debe cumplir una serie de requisitos. Capital social mínimo de 5 millones de euros, al menos un 80% de sus activos inmobiliarios, que deben mantener en cartera un mínimo de tres años, han de estar en alquiler.
Están obligadas a salir a bolsa a los 24 meses de constituirse. Y tienen que distribuir, al menos, un 80% de sus beneficios vía dividendo para los inversores, que son los que tributan en la declaración de la renta.
La pandemia y las medidas adoptadas por los bancos centrales para subsanar sus consecuencias han afectado la rentabilidad y han aumentado la correlación entre la renta fija, la renta variable y otros activos de riesgo.
En estos periodos, la diversificación es clave. Así, es interesante considerar los fondos llamados “market-neutral” diseñados para generar rentabilidades positivas independientemente del entorno de mercado, aunque debido a su complejidad conviene ponerse en manos de un asesor experto.
La inflación no ha sido un verdadero problema en la historia reciente de los países desarrollados. “Las autoridades monetarias no han tenido que enfrentarse con un problema de inflación y por ello en las últimas décadas se ha protagonizado una bajada generalizada de tipos de interés”, afirma Cárpatos.
El oro ha ganado la reputación de ser un excelente activo para protegerse contra la inflación. Lo cierto es que está vinculación es exagerada debido a que únicamente funciona correctamente en etapas de shocks inflacionistas como el visto en la década de los años 70.
“A medida que la inflación al consumidor en Estados Unidos subió a casi un 15% a principios de 1980, el oro mantuvo sobradamente el pulso, después de un aumento de quince veces durante la década anterior”, comenta José Luis Herrera, analista independiente.
En contraposición, cuando la inflación volvió a subir a finales de la década de los años 80 el resultado no fue el mismo. Pasó del 1% a al finalizar el 1986 a más del 6% en 1990, pero el oro se hundió.
“A medida que aumenta la inflación, los TIPS ajustan el precio para mantener su valor real”
Por su parte, los bonos protegidos contra la inflación o TIPS por sus siglas en inglés son un tipo de activos de renta fija útiles para proteger a los inversores de una disminución en el poder adquisitivo de su dinero. “A medida que aumenta la inflación, los TIPS ajustan el precio para mantener su valor real”, relata Herrera.
Los TIPS son importantes porque ayudan a combatir el riesgo de inflación que erosiona la rentabilidad de los bonos de renta fija. El riesgo de inflación es un problema porque el cupón que se paga por la mayoría de los bonos es fijo durante la vida del bono.
“Como resultado, es posible que los pagos de intereses del bono no se mantengan al día con la inflación. Por ejemplo, si los precios suben un 3% y el bono de un inversor paga un 2%, el inversor tiene una pérdida neta en términos reales”, analiza Cárpatos.
Los TIPS están diseñados para proteger a los inversores de los efectos adversos del aumento de los precios durante la vida del bono. El valor nominal (principal) aumenta con la inflación y disminuye con la deflación, según lo mide el IPC.
“Cuando los TIPS vencen, a los tenedores de bonos se les paga el principal ajustado por inflación o el principal original, el que sea mayor”, analiza Herrera.
Su funcionamiento es de la siguiente manera: si invertimos 10.000 euros en TIPS con un rendimiento del 1%, obtendríamos 100 euros en el primer cupón, pero si la inflación subiera a un 5% se ajusta el capital, elevándose a los 10.500 euros, la rentabilidad sería la misma sobre el importe del bono (1%), por lo que el cupón se ajustaría hasta los 105 euros.
Las materias primas son una categoría amplia que incluye un mix amplio y que puede servir de protección frente a la inflación: granos, metales preciosos, electricidad, petróleo, carne de res, jugo de naranja y gas natural, así como monedas extranjeras, emisiones y ciertos otros instrumentos financieros.
“Las materias primas tienden a adelantarse a la inflación venidera, puesto que, a medida que aumenta el precio de una mercancía, también lo hace el precio de los productos que se utilizan para producir”, destaca Cárpatos.
La inflación, que puede erosionar el valor de las acciones y los bonos, a menudo puede significar precios más altos para las materias primas. Los inversores también pueden invertir mediante el uso de contratos de futuros o productos cotizados en bolsa (ETP) que rastrean directamente un índice de materias primas específico.
En resumen, hay una gran cantidad de activos que puede servir para protegerse de la irremediable inflación que ya está en camino. La clave es diversificar y tener constancia en el largo plazo, según los expertos.
Las valoraciones vertidas por nuestros expertos son opiniones de carácter particular y no representan una recomendación de inversión concreta. Para maximizar los beneficios de tu capital consulta con un especialista para que te asesore conforme a tus necesidades.