Modas que la nostalgia trae de vuelta a los mercados


Algunos de los objetos de los que hablaremos hoy nunca desaparecieron del todo, sino que se mantuvieron en un discreto segundo plano. Otros fueron sepultados por productos que los mejoraban. Algunos simplemente pasaron de moda. Y unos pocos más parecen ser la consecuencia de la pandemia y de nuestros nuevos hábitos.

Sea cual sea la razón, todos estos productos vuelven a tener compradores, personas que preguntan por ellos en tiendas de segunda mano o que incluso acuden a Amazon y otros marketplaces, esperando que algún vendedor los conserve.

Cintas de casete, una moda que no suena del todo bien

Las modas que vuelven no solo son interesantes para quien compra, sino también para quien vende. Son oportunidades. Pero de esto hablaremos al final. Veamos ahora estos productos.

Frente a Spotify y la música en streaming, el purista musical siempre ha tenido claro que su elección era el vinilo. Argumentos no le faltaban. Uno de estos, ahora artículos de coleccionistas, suena mejor que un archivo digital corriente, y la portada de cartón es una obra artística que tiene valor estético en sí misma.

Pero hay más: para escuchar un disco es imprescindible tener un tocadiscos, un mueble que normalmente es bonito y aporta cierto estilo. Ventajas sonoras y extrasonoras.

No pasa lo mismo con los casetes. Estos no suenan mejor que un CD, no hablemos ya de un disco. La caratula de la cinta no tiene el valor estético de la portada de un LP. Y encima necesita un reproductor que ya no se incluye en los equipos de sonido más modernos.

Además, el gran impulsor del casete portátil, el walkman que nació a comienzos de los 70, dejó de fabricarse.

La moda por los casetes es un misterio, pero ahí está. Y no es solo cosa de nostalgia. Artistas tan actuales como Lady Gaga, Selena Gomez o Dua Lipa comercializan sus álbumes en este formato y escalan posiciones entre los más vendidos.

En estos tops también se encuentran caras mucho más habituales del “mundo casete” como Kylie Minogue o Gary Barlow (exmiembro de los Back Street Boys, una de las grandes boybands de los 90).

Fotografía analógica, ideal para quien no quiere facilidades

Seguimos sin salirnos del mundo de las tendencias que no son ni masivas ni explicables. La fotografía analógica.

En tiempos de encuadres automáticos, filtros embellecedores y móviles que tienen tres y cuatro cámaras, hay quien apuesta por utilizar aparatos más limitados y que exigen un conocimiento que va mucho más allá de lograr que todo el mundo salga en un selfie.

Las cámaras analógicas no deben confundirse con “todo lo que no es un móvil y saca fotos”, pues muchas carcasas que a simple vista nos parecen cámaras antiguas esconden en su interior dispositivos digitales modernos.

Tampoco estamos hablando de cámaras Polaroid. La clave para distinguir si hablamos de una cámara analógica o digital es el carrete. Las analógicas requieren de una película y de un revelado.

Las razones que justifican que hoy siga habiendo gente que prefiere la cámara analógica a la digital pueden estar en cuestiones procedimentales. Una cámara digital no revela las fotos, sino que se imprimen a través de un ordenador.

Sí hay un proceso de revelado, pero es digital y se realiza de forma muy parecida a como se edita una foto con Photoshop (de hecho, se puede hacer con este mismo programa).

El revelado de una cámara analógica implica utilizar productos químicos en un ambiente controlado, como las habitaciones oscuras que seguro habrás visto en las películas de periodistas de los 70 y 80.

Y requiere también de períodos prolongados de tiempo. Justo lo opuesto a la fotografía digital y, ampliando el foco, a nuestro día a día off y online. Quizá esté ahí la razón de su relativa popularidad reciente.

Los tintes fluorados que combinan con todo

Nunca se fueron, pero tampoco hasta estos últimos años habíamos visto tantas cabelleras rosas, azules, moradas y blanco hueso a lo madre de dragón. Adolescentes y personas que dejaron de serlo hace tiempo están utilizando estos colores para tintar sus cabellos, a veces por estética, a veces por compromiso y escaparate de sus ideas.

Aunque los tintes son bien conocidos desde hace tiempo, los productos actuales distan mucho de los que se vendían en los 80 y 90, que eran mucho más agresivos para el cabello. Cuanto menos se parece el color final al color original del cabello, más abrasivo tiene que ser la composición química del producto y el tiempo de uso.

Fruto de esta moda no solo se han ampliado los colores, sino que se han modificado los tratamientos para hacerlos menos abrasivos. ¿Veremos nuevos colores en la próxima década? Habrá que prestar atención a HBO, Netflix y compañía.

Chaquetas bomber, el underground de los 90 ya es mainstream

Al igual que ocurre con las Dr. Martens, esas botas de piel con algo de plataforma y a veces metal que rápidamente relacionamos con el underground, hoy las chaquetas bomber también se venden en las franquicias de moda.

Aunque sí hayan cambiado quienes las visten, la chaqueta bomber no lo ha hecho: sigue siendo ligera, de material plástico para repeler el agua y cortar el viento y de cierre con cremallera, tanto la apertura central como sus bolsillos delanteros, tan clásicos como su limitada gama de colores: negro, gris marengo y verde militar.

Patines, más allá de los parques

Puede que hoy los patinetes eléctricos se estén abriendo paso, pero si hablamos de adolescentes y de tardes al aire libre entre amigos, el rey sigue siendo el patín. Y cada vez más.

Además del trozo de madera con cuatro ruedas que es el centro de la diversión, el skate tiene su propia subcultura, con una gama de productos relacionados: gorras (anchas), zapatillas (anchas), camisetas (anchas también), y el equipamiento habitual para proteger rodillas, codos y cráneo.

El resurgir de las consolas clásicas

Llegados a este punto es muy posible que una idea esté sobrevolando tu cabeza ahora mismo: cintas de casete, chaquetas bomber, excomponentes de boybands que siguen vendiendo su música, el éxito de Friends… ¿No parece esto una especie de revival de los 90? Lo parece porque lo es.

Asistimos a un fenómeno generacional que se viene repitiendo desde que la sociedad de consumo se implantó en los años 20 del siglo pasado.

Cuando las personas alcanzan cierto poder adquisitivo, destinan parte de su dinero a comprar objetos o servicios que o bien les recuerdan quiénes fueron o bien son compras que de alguna forma no pudieron permitirse entonces y ahora sí. Muchas de estas modas son el resultado de combinar nostalgia con poder adquisitivo.

Quizá el mejor ejemplo de esto sean las consolas clásicas. Porque sus videojuegos han sido ampliamente superados en todos los apartados (gráficos, sonidos, jugabilidad, rejugabilidad, historia) pero no en uno: los juegos de hoy no son los mismos a los que los treintañeros jugaban hace dos décadas.

Hoy se busca la experiencia completa. Es cierto que existen programas de ordenador capaces de ejecutar todos esos videojuegos antiguos (los llamados emuladores), pero el jugador nostálgico busca revivir recuerdos o experimentar algo que quiso hacer pero no pudo.

Y para eso se necesita la consola, el dispositivo físico. Es esta la herramienta que permite canalizar la experiencia total: el mando limitado a ocho direcciones y cuatro botones, el cartucho o el CD del juego, los tiempos de carga, la música que suena antigua y repetitiva, la limitada paleta de colores…

Juegos de mesa para entretenerse en el interior de casa

En la introducción al artículo dejamos caer que no todos los objetos de este listado deben su renacida popularidad a la nostalgia. También la pandemia tiene su parte de culpa en estas modas.

Pasar los días entre las cuatro paredes de nuestras casas nos ha obligado a adaptar nuestras rutinas, también las que tienen que ver con el entretenimiento. Hemos tenido que añadir unas cuantas actividades de interior.

Aquí entran los juegos de mesa. Solo en las primeras semanas de confinamiento domiciliario, las ventas de juegos de mesa aumentaron un 41%, según una investigación de mercado de The NPD Group.

Argumentos no faltan para este repentino aumento de la demanda: entretienen, juntan a toda la familia, aseguran que los más jóvenes van a apartar sus ojos de las pantallas (para tranquilidad de sus padres) y, además, también tienen su punto nostálgico, pues los treintañeros de hoy pasaron las tardes de verano o las sobremesas familiares tirando dados y respondiendo preguntas.

Las bicicletas son para la pospandemia

Las bicicletas son la cara opuesta a las actividades del interior. Una vez se levantaron los confinamientos domiciliarios, muchas personas apostaron por recuperar la forma o incluso por adentrarse en el terreno de la actividad física. Y ahí esta emergió como la herramienta perfecta para lograrlo.

El velocípedo no solo permite al ciclista controlar la intensidad del esfuerzo físico (puede seguir un carril bici llano o exigirse subiendo una montaña) sino que facilita poner tierra de por medio y alejarse unos kilómetros de la casa en la que tanto tiempo hemos pasado confinados.

Como consecuencia de esto, la demanda de bicicletas se ha disparado. Incluso las grandes superficies tienen dificultades para reponer sus productos, no hablemos ya de las fábricas que tuvieron que paralizar su actividad y tienen pedidos atrasados.

Vender objetos de segunda mano e impuestos

Aunque podría ser un buen momento para montar una fábrica de bicicletas o un taller de reparaciones, lo cierto es que se puede aprovechar que los objetos comentados están de moda de una forma más rápida y con menos inversión.

Puedes incluirlos permanentemente en el catálogo de tu eCommerce, hacer una promoción temporal para ver cómo van las ventas y tomar luego la decisión de añadirlos o desecharlos o incluso puedes hacer un spin-off y recurrir al dropshipping.

Independientemente de la opción que escojas, hay un punto que tenemos que tocar: impuestos y objetos de segunda mano. Aunque es muy poco probable que Hacienda te investigue por vender tu Megadrive en Wallapop, con la ley en la mano puede obligarte a pagar el IRPF si ganas dinero con la venta, no así si vendes a pérdidas.

Una investigación al respecto sería muy extraña si vendes como particular, pero no es tan descabellada si la venta la haces como profesional. Los objetos de segunda mano están gravados con los mismos impuestos que los productos nuevos.

Pero no todos los objetos que vuelven son productos que ya han sido utilizados. Bicicletas, juegos de mesa, tintes para el pelo e incluso las versiones remasterizadas de las consolas clásicas son nuevos, se están fabricando ahora mismo. Productos que puedes vender.

¿Cómo puedo aprovecharme de los productos que vuelven?

Si eres profesional y tienes tu eCommerce funcionando, seguro que sabes que incorporar nuevos productos a tu catálogo tiene sus dificultades. En el caso de este tipo de productos de moda, hay un inconveniente propio: la percepción de oportunismo.

No siempre es así, pues en una tienda de moda no debería extrañar una nueva línea de chaquetas bomber. Otra cosa es si tu negocio está especializado en videojuegos y surge la categoría Juegos de mesa. Es decir, si no está alineado con la premisa inicial. ¿Cómo lo explicas?

Cada caso será diferente, pero es importante que antes de lanzarte a crear una nueva línea de productos, reflexiones si es coherente con lo que has hecho hasta este momento. ¿Lo es? ¡Adelante! ¿No lo es? Entonces piénsatelo dos veces.

Existe una versión intermedia que consiste en apostar por la transparencia y explicar a tus clientes por qué quieres introducir esos productos. Si les dices que es porque te lo están pidiendo (algo que debe ser real), entonces difícilmente se creará una oposición a la novedad.

Una vez presentada la idea, lo ideal es proceder con cautela. Promociona el producto novedoso, analiza las ventas, observa cómo evoluciona la demanda sin el impulso de la promoción y, recorridos todos estos caminos, toma la decisión de si ese producto merece un lugar fijo en tu catálogo o más bien no.

Hagas lo que hagas, hazlo con cautela y con sentido. Y ten siempre presente que los productos comentados ahora mismo están de moda, lo que quiere decir que irremediablemente dejarán de estarlo tarde o temprano. Así funcionan las modas.