Cada día se refuerza aún más el papel de la mujer en diferentes ámbitos para demostrar que ambos géneros están perfectamente capacitados para llevar a cabo diferentes tareas. En este sentido, existen mujeres que han luchado y continúan luchando por hacer de nuestra sociedad un lugar mejor. Ya sea a través de una idea innovadora de negocio o bien mediante un proyecto social, cada día existen más mujeres dispuestas a cambiar el mundo.
Por su parte, Pienso, Luego Actúo, es una plataforma que ha creado Yoigo para recoger las mejores “historias de personas que pensaron y cambiaron el mundo”. Y hoy nosotros queremos contarte las mejores protagonizadas por mujeres como inspiración para lograr, al igual que ellas, convertir el planeta en un lugar mejor.
El arte es una característica intrínsecamente ligada al ser humano, es lo que nos distingue y es lo que hace que nuestras culturas sean tan diferentes. Sus formas de expresión son realmente diversas. Nos expresamos a través de la música, la pintura, la escultura, el cine, la literatura y, en especial. mediante los cánones de belleza.
Estos últimos han marcado cada etapa histórica imponiendo a la sociedad, y en especial a los bailarines, su cumplimiento. Por ello, Esmeralda Valderrama, bailarina con más de 25 años de experiencia, decidió fundar Danza Mobile, una escuela y compañía de danza enfocada a las personas con discapacidad intelectual. Romper con los prototipos en su sector ha sido su objetivo. Comenzó a bailar desde que era una niña. Para ella la danza era una forma de comunicarse con su entorno, una cualidad que no dudó en convertir en profesión.
Sentía que las personas con discapacidad intelectual aportaban una energía especial, por lo que no dudó en aplicarla al baile: “Unir la danza con esta diferencia de energías y de cuerpos me parecía tremendamente hermoso”, señala.
Su experiencia acudiendo a diferentes audiciones fue lo que también impulsó su iniciativa. Esmeralda no entendía porqué las personas tenían que cumplir con los requisitos más tradicionales del sector en lo referido al físico: tener un peso y altura predeterminados. Para ella, la danza iba mucho más allá de cumplir con estos cánones.
Cada vez son más las voces que demuestran que el colectivo de personas con discapacidad intelectual tienen mucho que aportar. “Para mi trabajar con personas con discapacidad intelectual no significa un acto social, es un hecho artístico”, destaca Esmeralda. Y así lo demuestran los espectáculos profesionales de su compañía de danza.
Esmeralda es defensora de la diversidad y de que todo el mundo tiene derecho a aprender lo que desee. Danza Mobile ofrece a quienes lo deseen, una formación continua para que puedan dedicarse a lo que más desean. Se trata de un lugar de encuentro y de aprendizaje para crear arte y ser uno mismo. Tal y como indica la fundadora, quiere utilizar el arte como herramienta de cambio para cambiar la sociedad.
En España existen hoy en día 43.000 menores de edad tutelados por el Estado. Cada uno de ellos educado fuera de su núcleo familiar, un hecho que implica no solo una falta de recursos, sino también una carencia emocional que puede marcar sus relaciones interpersonales en un futuro.
Consciente de esta situación, Majo Gimeno, una joven con formación en marketing y experiencia en emprendimiento, decidió fundar la Asociación Mamás en Acción. El momento en el que conoció a un niño sin hogar fue cuando sintió la necesidad de proporcionar ayuda a estos niños. Comenzó a difundir este acto social hasta crear la comunidad de voluntariado.
Mamás en acción tiene como objetivo subsanar las carencias afectivas de los niños sin hogar. A pesar de no acoger a los menores, las acciones que realizan son diversas y especialmente enfocadas a darles lo que más necesitan, cariño. Celebran sus cumpleaños, los acompañan en su tiempo libre, e incluso, pasan la noche con aquellos que estén ingresados en el hospital.
“Lo único que tienen que hacer es consolar y dar cariño. Nada más de lo que haría un padre con un hijo. Lo único que genera un impacto en el desarrollo de un niño es aquello que no se puede pagar”, apunta Majo. Muchos estudios refuerzan la teoría de la fundadora de Mamás en Acción. El doctor austríaco Rene Spitz realizó un estudio en el que comprobó que los menores de orfanato crecen menos y tienen un IQ menor. Demostró que el 52% puede desarrollar una enfermedad mental, mientras que sólo el 22% de los niños con padres adoptivos lo hacen.
La comunidad divide su proyecto en cuatro programas. El primero de ellos es “Cura sana” y se trata de un proyecto de acompañamiento hospitalario a los niños que no tienen padres. El segundo es “El desván” tiene como objetivo reunir en lugar diferentes productos de primera necesidad (como ropa, carros, cunas, etc.) para que los menores cuenten con las mismas comodidades que el resto de los niños. El tercer programa “Felicidades” trabaja la confianza con los menores, los voluntarios se encargan de ir una vez al mes a los diferentes hogares de acogida para estrechar los vínculos con los niños y celebrar sus cumpleaños.
El último proyecto de Mamás en Acción además de ser el más reciente, es el que trata de asegurar un futuro estable a los menores. La comunidad ha firmado un convenio de colaboración con la Universidad Politécnica de Valencia y con el Instituto de Empresa Familiar para que aquellos niños puedan formarse en empleabilidad en la universidad tras cumplir los 16 años y comiencen a trabajar. La finalidad es que puedan ahorrar hasta cumplir la mayoría de edad para impulsar su independencia económica.
Tras 5 años de voluntariado, han alcanzado más de 12.000 horas de acompañamiento hospitalario, celebreado los cumpleaños de más de 220 niños, vestir a más de 1.000 familias gracias al programa “Desván” y lo más importante de todo: comprobar cómo han ayudado a los menores a lo largo de este lustro.
El deporte adaptado tiene más visibilidad y relevancia en nuestra sociedad. Se ha convertido en una herramienta efectiva para normalizar la inclusión y Teresa Silva ha querido hacer uso de ella. Es la fundadora y directora de También, una fundación que pretende fomentar la educación de valores y el deporte adaptado para personas con discapacidad.
A los 22 años Teresa comenzó a aficionarse al deporte aéreo. Hizo de él una profesión hasta convertirse en la primera mujer de la selección española de parapente. En una prueba de vuelo se accidentó y perdió la sensibilidad de las piernas. Tras el infortunio tuvo muy claro que ahí no iba terminar su pasión por el deporte.
En aquel momento, el deporte adaptado no existía en nuestro país, pero todo cambió cuando conoció a unos monitores americanos de esquí adaptado a Sierra Nevada. Ese mismo día logró esquiar sola y volvió a sentirse libre “le dio un vuelco absoluto a mi vida”, asegura.
Su experiencia fue positiva y tuvo claro que quería compartirla con más personas. Lo primero que hizo fue crear un equipo de exhibición y competición de esquí alpino adaptado. Y este fue el primer paso de También, una entidad sin ánimo de lucro que Teresa decidió crear para promover la inclusión social de personas con cualquier tipo de discapacidad. El deporte adaptado y la educación en valores son las bases de esta fundación.
“Casi el 10% de las personas sufrimos algún tipo de discapacidad y tenemos que acercar el deporte adaptado. Son hábitos saludables de vida”. La superación personal, la mejora de la autonomía, la autoestima y la calidad de vida son algunos de los valores que promueven desde También.
Lo que quiere destacar Teresa es el mensaje de que tú también puedes disfrutar, hacer feliz a la gente que tienes alrededor y, sobre todo, disfrutar.
Según el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), actualmente más de 820 millones de personas pasan hambre en el mundo. Una situación que en muchas ocasiones nos cuesta asimilar. En España tiramos a la basura 8 millones de toneladas al año, lo que significa que gastamos los recursos que podrían alimentar a aquellas personas en riesgo de hambruna.
El desperdicio es innegable y si centramos el foco en los comedores escolares, los datos son sorprendentes. En nuestro país, los colegios desperdician 4.500 toneladas de comida de comedores escolares y Cristina Romero quiso poner una solución para que los alimentos no utilizados pudieran ser repartidos.
En el año 2015 descubrió que en los colegios españoles se tiraba toda la comida sobrante a causa de la normativa de seguridad alimentaria. Según esta regulación, los alimentos manipulados no pueden ser reutilizados. Hay que distinguir cuando una comida está servida en bandeja y cuando no ha salido de cocina -alimentos sin preparar o alterar que reúnen las condiciones higiénicas y nutricionales para darles un nuevo uso-.
Por ello, Cristina comenzó una carrera en la que cambiar la ley era su meta. Pidió a la Administración canalizar ese excedente de alimentos a un buen destino. Ya sea a través de la distribución a ONG, su congelación para futuros usos o para su utilización en otras recetas. Mientras se sigan las políticas de higiene este uso es posible.
Tras recoger más de 225.000 firmas a través de change.org. Gracias a ello tiene la herramienta ideal para dar voz a aquellas personas que, al igual que ella, quieren hacer del mundo un lugar mejor.
La mutilación genital femenina (MGF) es un problema que aún persiste. Según la OMS entre 100 y 140 millones de niñas y mujeres la han sufrido en todo el mundo. Siguiendo los datos de la Organización Mundial de la Salud, 91,5 millones de mujeres y niñas de África mayores de 9 años continúan padeciendo las consecuencias de esta práctica y 3 millones corren el riesgo de sufrir MGF.
Asha Ismail, de origen somalí también vivió las consecuencias de la mutilación genital femenina a los 5 años. El matrimonio está ligado al éxito social de la cultura de su país y hay que asegurar que la mujer llega virgen al matrimonio. Este acto está intrínsecamente ligado al matrimonio formal.
Tras vivir la MGF, y al igual que el resto de las niñas, Asha quedó marcada de por vida. Se casó por conveniencia y tuvo muy claro que no era feliz. Y tras ser madre de su primera hija, tuvo claro que quería cambiar las cosas.
Reunió a todas las mujeres de su familia y tras trasladarse a España e ir al ginecólogo se dio cuenta de la barrera cultural que existía y abrió aún más los ojos. Todo ello hizo que fundara Save a Girl Save a Generation. El simple hecho de salvar a una niña significa salvar a toda una generación.
Lo que pretende es informar a todos los sectores de la sociedad somalí para que reflexionen y erradiquen estas prácticas. No solo persisten los daños físicos -como la cicatrices-, sino también los psicológicos. Asha quiere dar voz a todo lo que hay detrás de la MGF.
En Yoigo Negocios queremos que conozcas las mejores historias de aquellas mujeres que quieren cambiar el mundo. Por ello y para que puedas estar plenamente informado, te ofrecemos la mejor conexión y tarifas del mercado. Si quieres conocerlas puedes visitar nuestra web o llamar al teléfono 900 676 535.