¿Cómo calcular el precio al que vender un producto?


No importa qué tipo de empresa estéis pensando en poner en marcha. Ya queráis vender productos en Amazon o abrir una tienda en vuestro barrio, saber calcular el precio de un producto es vital. ¿Para qué? Pues para conseguir los ansiados beneficios que, al fin y al cabo, serán los que sustenten vuestra nueva aventura. Porque suponemos que el hecho de lanzaros a emprender será, en última instancia, para poder vivir de ello, ¿verdad? Hoy os contamos qué cosas debéis tener en cuenta antes de marcar el precio de un producto o servicio. Sí, ya, habrá quien os diga que es tan fácil como aplicar la fórmula precio de venta = costo * (100 / 100 - rentabilidad). Pero el rumbo hacia el éxito está lleno de pequeños detalles, ¡y no conviene dejarse ninguno por el camino!

Obtener ganancias con la venta de tus productos

Ojalá poner un negocio y empezar a ganar dinero fuese tan sencillo de hacer como de decir, ¿verdad? En ese caso, todo el mundo pondría su propia empresa y se dedicaría a vivir. Sin embargo, obtener ganancias con la venta de nuestros productos es una tarea bastante más complicada de lo que pensamos. Desde calcular el precio de un producto, tarea que no resulta nada fácil, hasta aprender a cómo vender un producto. No, como ya habréis adivinado, no  resulta tan sencillo como abrir la puerta de nuestro negocio y empezar a recoger dinero.

Lo primero de lo que debemos ser muy conscientes es de que las ganancias empresariales no llegan de la noche a la mañana. Emprender un negocio resulta caro, y el retorno de la inversión, por norma general, tarda meses en llegar. De ahí que siempre se nos diga que hay que tener paciencia y hacer un sobreesfuerzo en los inicios. Es como Breaking Bad, hay que darle un poco de manga ancha durante los primeros capítulos porque después Walter White lo compensa con creces, ¿verdad? ¡Pues eso! Eso sí, si queremos obtener ganancias en un periodo de tiempo normal, debemos tener muy en cuenta a cuánto debo vender mi producto.

No hay nada peor después del primer año que darnos cuenta de que podríamos haber estado ganando mucho más dinero si hubiésemos encarecido un poco nuestro producto. O todo lo contrario, que hubiésemos vendido mucho más si hubiésemos reducido un poco su precio de venta al público. Eso sí, estas decisiones no pueden tomarse a la ligera. PAra obtener ganancias hay que saber en qué variantes fijarse, ya que la base de todo negocio es que resulte rentable. ¿Qué os parece si le echamos un buen vistazo al proceso de calcular el precio de un producto?

¿A cuánto debo vender mi producto?

Para saber a cuánto debo vender mi producto, antes debemos tener claros otros datos. Lo primero es ver cuánto nos cuesta a nosotros producirlo. Es decir, calcular precio de coste de un producto resulta vital antes incluso de echar a andar nuestra andadura profesional. Si no podemos afrontar el precio de producción de un producto, es imposible que pensemos siquiera en iniciar la actividad. En ese costo debe estar incluido todo: desde la materia prima hasta la mano de obra, además de los costes derivados como luz, agua, alquiler, compra de maquinaria, gestores, impuestos… En fin, ya os vais haciendo una idea.

Calcular el precio de un producto con IVA es importante, ya que, dependiendo del tipo de producto o servicio que ofrezcamos, el sistema nos cobrará una u otra cuantía. Generalmente oscila entre el 4% y el 21%, y esa cantidad debe estar incluida en el precio final para el público. ¿Por qué? Pues porque si no lo hacemos así, luego nos tocará ponerla a nosotros de nuestro propio bolsillo, ¡y lo más probable es que no nos lo podamos permitir!

Con todo esto bien aprendido, podemos empezar a calcular el precio de venta de un producto. Ahora bien, está claro que no podemos dedicarnos únicamente a cubrir gastos. Para que nuestra empresa resulte provechosa, también debemos obtener beneficios. Es decir, debe haber un margen que constituya nuestra ganancia. Se podría decir que esto equivale a la mano de obra, pero aquí también entran en juego otras circunstancias. Lo más probable es que nuestro producto no sea único, que haya otras compañías que lo ofrezcan, ¿verdad? Pues nos tocará fijarnos en ellas para decidir si queremos estar en un mismo rango de precios, situarnos por encima o por debajo. Dependerá de nuestra estrategia y de lo que busquemos conseguir.

Los estudios de mercado y competencia

Las ganancias de las empresas son el eje sobre el que se mueve nuestro tejido industrial. Si los empresarios no obtuviesen beneficios, cerrarían sus empresas. Si esto sucediese, se perderían miles de trabajos, y el dinero no circularía. Eso sí, para obtener beneficios hay que ganar dinero, y para eso el estudio de la competencia es vital. ¿Por qué? Porque en función de lo que el público objetivo encuentre en el mercado, podremos marcar un precio más alto o más bajo por nuestro producto. Pero lo mejor será que lo veamos paso por paso.

  • Si irrumpimos en un mercado ya existente, necesitamos saber qué estamos ofreciendo que resulte novedoso.
  • En el caso de ofrecer un producto o servicio totalmente novedoso, o de mayor calidad que lo existente, podremos marcar un precio por encima de la media.
  • Sin embargo, si hay mejores productos y servicios en nuestro mismo sector, no nos quedará otra que rebajar nuestros precios para resultar competitivos.
  • Si nuestro producto es exactamente igual que otros presentes ya en el mercado, lo único que podremos hacer es poner un precio similar y currarnos una buena campaña de marketing. A día de hoy, aspectos como el packaging y el tono en redes sociales son tanto o más importantes que el producto en sí, ¡que no se os olvide!

Por todo esto, a la hora de calcular el precio de un producto, hacer un estudio de mercado, o incluso varios, es absolutamente indispensable. No podemos apostarlo todo a una sola carta sin saber antes cómo está el panorama, cuáles son nuestras posibilidades reales de éxito.

Por eso, si estáis pensando en lanzaros al mundo empresarial, centrad vuestros esfuerzos en calcular los precios de vuestros productos de la forma más aproximada a la realidad que sea posible. ¡No dejéis nada al azar!