Cómo invertir en deuda para sacar la máxima rentabilidad posible


Después de un comportamiento tan bueno en 2019, los inversores en deuda probablemente aborden durante el conjunto del 2020 con sentimientos encontrados. ¿Es posible obtener rentabilidad centrándonos en este espacio de la inversión?

Por un lado, los bancos centrales han vuelto a ponerse al timón con políticas expansivas, lo que brinda apoyo al mercado, mientras que la mayor parte de los riesgos macroeconómicos y geopolíticos que aparecían en todos los radares a comienzos de 2019 han remitido considerablemente.

Al mismo tiempo, hay que reconocer que las rentabilidades de 2019 serán difíciles de replicar este año, dado que “el punto del que parten los rendimientos es más bajo y, al mismo tiempo, existe un gran número de situaciones que podrían deparar sorpresas y volatilidad en el mercado”, comenta Andrea Iannelli, Director de inversiones del área de Renta Fija de Fidelity International. Aun así, con la búsqueda adecuada se pueden hallar rentabilidades en el espectro de la deuda.

El escenario de la deuda en el mundo

Según apunta Ianelli, algunas de estas incógnitas conocidas ya “se han materializado”; así, varias noticias despertaron a los mercados del letargo navideño “durante los primeros días de enero”. La noticia más destacada fue el asesinato del comandante iraní Soleimani por parte de tropas estadounidenses. Este suceso supuso una sorpresa para la mayoría de los observadores y amenaza con desestabilizar aún más la región.

Entretanto, los inversores mantienen su entusiasmo y los acontecimientos en dicha región se han olvidado rápidamente, ya que la atención sigue enfocada en las buenas noticias en el plano comercial, donde se prestó una gran atención a la firma de la primera fase del acuerdo comercial entre Estados Unidos y China.

Por tanto, en este contexto, los bonos del Tesoro estadounidense siguen siendo “una de las mejores clases de activo para protegerse frente al riesgo de volatilidad”, resalta el experto de Fidelity.

Más allá de la geopolítica, la coyuntura macroeconómica se perfila para “ofrecer otra cifra razonable de crecimiento, aunque la mayor parte de las buenas noticias procede todavía del consumo y el mercado laboral, mientras que el sector manufacturero sigue de capa caída y los PMI se han deteriorado levemente”, apunta Rafael Ojeda, analista independiente.

En este entorno, Ianelli prevé que los bancos centrales “mantengan el sesgo expansivo y, en este sentido, el listón para endurecer la política monetaria parece estar especialmente alto”.

En Estados Unidos, la Reserva Federal consiguió su “ajuste de mediados de ciclo” y los riesgos de recesión parecen haberse atenuado. Las perspectivas para la economía estadounidense de cara a 2020 son buenas y Ojeda considera que el banco central “mantendrá tipos durante el año”, lo cual repercute sobre el mercado de la deuda.

Recientemente, Ianalli señalaba que recogieron beneficios en la inversión que mantenía desde hace tiempo en bonos del Tesoro estadounidenses y espera que el mercado se mueva “en franjas estrechas durante los próximos meses”.

A más largo plazo, apuesta por mantener un sesgo positivo hacia el mercado estadounidense, que prefiere “frente a los activos alternativos”. Por eso recomienda tratar de elevar la exposición a duración ante fases de caídas, ya que la deuda estadounidense sigue siendo “una de las mejores clases de activos para proteger las carteras de activos de riesgo durante las fases de volatilidad, como hemos visto durante los últimos días”.

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El programa cuantitativo del BCE no es ninguna panacea para los mercados

En cuanto a Europa, la reunión del Banco Central Europeo de diciembre nos dejó el estreno de Christine Lagarde como presidenta de la entidad en sustitución de Mario Draghi. En este sentido, Victoria Torre, responsable de producto de Self Bank, expone que no espera que la postura de la política monetaria del BCE “se desvíe del rumbo trazado por Draghi bajo la nueva dirección, por lo que apostamos por la continuidad y dado que la entidad mantendrá la cautela”.

Las críticas contra los tipos negativos y el programa cuantitativo son cada vez más audibles. No obstante, es probable los recortes de los tipos de interés sean más posibles que un refuerzo del programa cuantitativo, toda vez que los primeros son “menos dañinos para los balances de los bancos si se compensan con unos tipos diferenciados adecuados, mientras que el segundo se enfrenta a obstáculos de capacidad y legislativos”, describe Ianelli.

Entretanto, los mercados europeos de deuda pública siguen siendo proclives a picos de volatilidad, dado que “el programa cuantitativo del BCE no es ninguna panacea para los mercados”, afirma Torre.

¿Dónde se pueden conseguir mejores rentabilidades en el ámbito de la deuda europea? Ianelli expone que volvieron a elevar su exposición “a duración” y están posicionados de cara “a una cierta ampliación de los diferenciales entre los mercados core y el conjunto de los mercados semi-core y periféricos”.

Estos se han estrechado considerablemente durante los últimos meses, las valoraciones son relativamente elevadas y los riesgos políticos nunca se alejan del todo en Europa: “las elecciones regionales italianas aparecen ya en los radares de los inversores”, relata el experto de Fidelity.

Cómo apostar por deuda pública

Una cuestión que puede resultarnos clave es cómo se puede acceder a la inversión en deuda pública. Aunque pueda parecer fácil, muchos inversores lo desconocen por completo, al igual tampoco es común saber que invertir en empresas pequeñas puede interesarte como inversor.

Así, al igual que cuando acudimos al banco para pedir un préstamo para comprar un coche, hacer una reforma o emprender un proyecto, el Estado también necesita dinero para poder financiar sus gastos e inversiones.

Para ello, piden dinero a ahorradores e inversores a través de emisiones de deuda pública. Así, las letras del Tesoro, los bonos de Estado y las Obligaciones de Estado son “los principales tipos de emisiones de renta fija que existen”, explica Torre.

Por ejemplo, las Letras del Tesoro pueden adquirirse con vencimiento a tres, seis, nueve o 12 meses. La cantidad a invertir debe ser múltiplo de mil (1.000, 2.000, 3.000 euros…). Se crearon en 1987 cuando se puso en marcha el Mercado de Deuda Pública en Anotaciones. Pueden adquirirse “en mercados primarios (emitidos por el Estado) y mediante secundarios (comprándole el activo a alguien que ya lo posee)”, concreta la experta.

También ha posibilidad de inversión en los bonos del estado. Su vencimiento es a dos, tres o cinco años. Aportan intereses anualmente a través de cupones. Cuando se emiten se especifica su rentabilidad. Al igual que las Letras, este tipo de deuda también se “puede adquirir en el mercado secundario, por lo que es posible vender antes de cumplir su vencimiento”, describe Torre. Su inversión mínima es de 1.000 euros y múltiplos.

De igual modo, se puede invertir en obligaciones del Estado. Es el tipo de deuda con mayor plazo de vencimiento, a 10, 15 o 30 años, lo que implica que “si se opta por esta opción nuestra inversión será a largo plazo, pero al igual que con los Bonos se pueden vender en el mercado secundario”, asegura la analista. Además, también cuentan con un interés anual. La cantidad a invertir es igual que en las Letras y Bonos.

Por otra parte, existe un tipo de deuda destinada a inversores institucionales que conlleva el riesgo de tipo de cambio. Son las emisiones en moneda extranjera: se emite principalmente en yenes japoneses, seguido de dólares y en menor medida libras esterlinas francos suizos.

Para invertir en deuda pública a través del mercado primario se puede “acudir a cualquier sucursal del Banco de España y registrar la petición antes de las 14:00 del día anterior a la subasta (consulta el calendario) o por internet en la página web del Tesoro”, explica José Luis Herrera, analista independiente. Mientras que para el mercado secundario se puede acudir a “un intermediario financiero o al Mercado Electrónico de Deuda Pública”, añade.

La deuda pública británica podría tener atractivo como posición corta

¿Se puede invertir de otra manera en bonos públicos? La respuesta es que sí: apostando contra ellos o, dicho de otro modo, invirtiendo en contra de la tendencia. Es lo que habría podido suceder con los activos británicos una vez que se ha confirmado la ejecución del Brexit.

En Reino Unido la deuda pública sigue contando con una base firme a pesar del resultado de las elecciones y del proceso de separación del país de la Unión Europea. Aunque se mantiene la incertidumbre, “las valoraciones de los activos en libras esterlinas ya lo recogen en gran medida”, concreta Ianelli.

En el caso concreto de los Gilts, los expertos han vuelto a ver una “postura neutral”, pero les parecen atractivos para “posiciones cortas” si avanzan más que otros mercados a la vista de unas perspectivas políticas algo más claras y “las iniciativas de gasto público que podrían ponerse en marcha a partir de ahora”.

El atractivo de la inversión en deuda high yield

Los bonos high yield no son aptos para los inversores más conservadores, pero para los perfiles más tolerantes al riesgo puede ser una estrategia adecuada para diversificar y obtener un extra de rentabilidad. En Trea AM destinan el 20% de la cartera de renta fija a esta clase de activos. Aunque los datos de impago continúan en niveles muy bajos –según Moody’s la tasa de default alcanza el 2%, frente a su media histórica del 5%–, los gestores aconsejan prudencia y recomiendan analizar al detalle los fundamentales de las empresas.

En un escenario de desaceleración económica como el que prevén los organismos oficiales, estos activos son los más sensibles, algo que ya se ha dejado sentir en este inicio de año. Según datos de Julius Baer, el volumen de nuevas emisiones en el segmento de alto rendimiento europeo es el más bajo desde 2016.

“No hay demanda de bonos de grado especulativo, debido a que el dinero huye de los segmentos de mayor riesgo. Aunque en los últimos tiempos el dinero ha retornado a los fondos de bonos high yield, los emisores se muestran reacios a aprovechar el mercado ante el aumento que se ha producido en los diferenciales”, concretan.

A la hora de invertir, en Julius Baer prefieren Estados Unidos, un mercado más líquido. “Aconsejamos agregar posiciones antes de que disminuya el rendimiento una vez que el riesgo de recesión comience a disminuir”, afirman.

Deuda bancaria como alternativa

En otro orden, la deuda de los bancos ha sido uno de los activos que más interés ha despertado entre los gestores en los últimos ejercicios. Con todo, que tenga atractivo no significa que sea una opción ganadora y eso fue lo que pasó en 2018. Eso sí, cada año siempre hay particularidades y se pueden abrir oportunidades de inversión.

A pesar de los esfuerzos de solvencia realizados por las entidades financieras, esto no impidió que la deuda subordinada bancaria recibiera las embestidas del mercado. Los expertos creen que esta estrategia puede dar alguna que otra alegría y aunque es cierto que no se prevé que sea este un año de rentabilidades atractivas, “al menos que las ganancias de estos activos ayuden a cerrar el año en positivo”, dice Herrera.

En Trea AM orientan el 30% de la cartera de renta fija a los activos financieros. Mutuactivos, el brazo inversor del grupo Mutua Madrileña, da un paso más allá y hacen de la inversión en deuda bancaria el activo estrella de este ejercicio.

Por tanto, la inversión en deuda ha de hacerse con precaución y dejándose guiar por los expertos en la materia. Aún pueden encontrarse rentabilidades atractivas, pese a las políticas laxas que están aplicando los bancos centrales. Todo se basa en el riesgo que se quiere asumir y los segmentos dónde más dinero se puede captar.

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