¿Llegará algún día la nueva y disruptiva banca de Amazon?


Como si se tratara de un nuevo remake de una película que hemos visto decenas de veces, un gran gigante tecnológico vuelve a inquietar a una industria consolidada. En esta ocasión hablamos de la nueva banca y quien pone nerviosa a esta institución del mundo moderno con más de 500 años de historia es una vieja conocida disruptiva: Amazon, que ya ofrece una veintena de servicios financieros. ¿Llegará algún día?

¿Tienen razones suficientes los banqueros para estar preocupados? ¿Dará inicio un momento en que a la hora de pedir un crédito metamos en la ecuación a la empresa de Jeff Bezos? ¿Terminaremos sacando nuestro dinero de un cajero amarillo? La respuesta a todas estas preguntas está más cerca del no que del sí, pero lo que no ofrece duda alguna es que Amazon cuenta ya con una buena cantidad de servicios que hasta ahora sólo ofrecían los bancos.

Amazon Cash y Amazon PayCode: hacia la población no bancarizada

De la veintena de servicios financieros que ofrece Amazon, no muchos están pensados para competir directamente con los de los bancos. Amazon Cash y PayCode sí que lo están. Aunque funcionan de forma distinta, su fundamento es el mismo: permitir pagar las compras de Amazon en metálico. Estos servicios están operativos en 20 países: Chile, Colombia, Costa Rica, Hong Kong, Indonesia, Malasia, Perú o Uruguay, además de Estados Unidos y otros países más. Parece una lista aleatoria, pero está muy bien pensada: son países que cuentan con un alto porcentaje de población sin bancarizar.

Para las personas que compran online de forma habitual es probable que su experiencia se resuma en unos pocos clics. Que sólo tengan que mirar el catálogo de productos, elegir qué quieren recibir y pagar con un par de movimientos del ratón. Nada sospechan del entramado tecnológico que hay detrás de una compra online y cuyo funcionamiento depende de que exista una cuenta corriente vinculada al comprador.

Es un triángulo que se establece entre el cliente, el banco y el comercio, y donde la función del banco es primordial para que la compra se pueda producir: el banco le garantiza al cliente que su transacción existe y al comercio, que el dinero es real. Si se elimina el banco, la venta se vuelve improbable. Una alternativa es el pago contrarrembolso, habitual a comienzos de la era de la venta online, pero incluso hoy sigue sin convencer a muchos compradores, tampoco a los comercios.

Tienen nombre propio. Amazon Cash y Amazon PayCode consiguen saltarse al banco. Amazon Cash, lanzado en 2017, es un servicio de monedero digital. Se carga con efectivo en las tiendas adheridas a Amazon y ese dinero queda disponible para poder usarlo en la tienda online. Amazon PayCode, que empezó a funcionar a finales del pasado 2019, funciona de forma distinta: primero se hace la compra online y luego se paga, en efectivo y dentro de cuatro días, en uno de los comercios autorizados. En ninguno de los dos casos interviene banco alguno.

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Préstamos para empresas

A Amazon le interesa tener clientes, y aquí entran tanto quienes compran en la tienda como quienes venden estos productos a través de ella. Amazon obtiene entre un 5 y un 20% del precio de venta de los productos de terceros. La horquilla se debe a los servicios que Amazon ofrece: puede ocuparse sólo de la distribución o añadir también el almacenaje y/o el embalado de productos. A esto hay que añadir la opción de que los fabricantes posicionen sus productos en el listado de resultados de búsqueda como si de Google se tratara. Ese SEM también se paga. Todos estos servicios los cobra Amazon a quienes venden a través de su tienda, así que a la compañía de Bezos le conviene que los vendedores que usan su tienda tengan dinero. Ahí entran los préstamos.

En 2011, Amazon lanzó Lending, su plataforma de préstamos para empresas para Estados Unidos, Reino Unido y Japón. Ofrece dos fórmulas: préstamos a seis meses para cantidades entre los 900 y los 718.000 euros con intereses que oscilan entre el 6 y el 13% (depende de los ingresos de la empresa); y líneas de crédito (en asociación con Synchrony Bank) de hasta 90.000 euros a pagar en un año (12,99% de interés) o en 55 días (sin intereses). Los préstamos del primer tipo sólo pueden utilizarse para adquirir productos que se pongan a la venta en Amazon; la otra opción no es tan restrictiva. Ninguno de estos servicios funciona en España.

A lo anterior hay que sumar las tarjetas dirigidas a empresas (Amazon Business American Express Card), que son más recientes (2018), y que ofrecen control del gasto de los empleados, descuentos en comercios adheridos (no sólo Amazon), reembolsos y precios más bajos por usar determinados servicios de Amazon, como el de almacenamiento en la nube. Las tarjetas tampoco funcionan en España, pero las empresas sí pueden formar parte del plan corporativo, que tiene algunas ventajas semejantes a las de las tarjetas.

Préstamos para personas

La mejor prueba de que Amazon no es un banco la encontramos aquí, en los servicios financieros que ofrece a los particulares. Sí tiene varias tarjetas con ventajas semejantes a las de tantos otros comercios off y online (pago aplazado, reembolsos, descuentos en servicios de Amazon…), e incluso ha llegado a acuerdos con JP Morgan Chase para añadir ventajas a tarjetas de crédito de esta entidad o más recientemente con Fintonic para España. Pero lo que es prestar dinero, más bien prestaba poco. Hasta ahora.

Amazon Credit Builder vuelve a apuntar a la población sin cuenta corriente como ya hicieran Amazon Cash y Amazon PayCode. Operativo desde finales de 2019, Amazon Credit Builder funciona del siguiente modo: el cliente de Amazon hace un depósito de entre 90 y 900 euros para abrir una cuenta (asociada a Synchrony Bank) y tal cantidad marca el límite de crédito del que podrá disponer el usuario de la cuenta. En realidad, es una cuenta bancaria común, sólo que en este caso la relación con Amazon en cierta forma garantiza la solvencia del cliente. Sólo en este caso el papel de Amazon no parece abiertamente competitivo contra el banco: al fin y al cabo, es Amazon el que le brinda el cliente al banco.

¿Hemos terminado el abanico de servicios financieros de Amazon? No, Amazon ofrece unos cuantos servicios financieros más, si bien los descritos son los que más se acercan al catálogo de un banco. En el terreno de las hipótesis hay todavía unos cuantos negocios en ciernes: hipotecas, del que se sabe que Amazon está haciendo acopio de expertos pero poco más, y seguros de vida, que ya operan en varios países (España incluida) a través de una aseguradora británica.

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¿Supone todo esto un peligro real para los bancos?

No necesariamente. Si el negocio principal de los bancos es prestar dinero, parece claro que Amazon no quiere convertirse en uno (tampoco puede: para estas labores necesita, según las leyes europeas y estadounidenses, asociarse con una entidad que sí puede prestar dinero, un banco). Todo lo que ha iniciado Amazon, al menos los proyectos más avanzados, están relacionados con el núcleo de su negocio: las empresas que venden a través de Amazon y los clientes que compran en la tienda. Salvo contadas excepciones, cualquier dinero que presta Amazon no es tanto un préstamo como un adelanto para que la empresa lo gaste en hacerse con inventario que venderá a través de Amazon.

Se trata de seguir haciendo girar la rueda del negocio de Amazon. Si los comerciantes tienen dinero, pueden seguir fabricando y colocando productos para que se vendan en Amazon; y si los clientes pueden obtener ventajas al comprar en Amazon gracias a sus tarjetas y a las colaboraciones con los bancos, pues esto quizá les anime a seguir comprando. Todo repercute en el negocio.

Ahora, ¿es factible pensar que Amazon se quede sólo ahí y que sus servicios financieros se limiten a poner las cosas fáciles a vendedores y compradores para que sigan usando la tienda? Existen muchas dudas al respecto. Al final, Amazon tiene una enorme cantidad de información sobre sus usuarios (vendedores y compradores), a la que se suma la que obtiene a través de Amazon Web Service, uno de los servicios de alojamiento en la nube más utilizados del mundo (Netflix, NASA, Adobe o Nokia utilizan algunos servicios de alojamiento de Amazon). Además, Amazon ofrece un servicio de análisis de datos con inteligencia artificial a un precio muy competitivo, pero con una condición: hay que usarlo a través de la nube de Amazon (clásico modelo Software as a Service). Es decir, los datos y las preguntas que los analistas hacen a esos datos son visibles también por Amazon. Parece mucha información como para no usarla, ¿verdad? Pues a todo lo anterior hay que sumar también a Alexa.

Así que tenemos una eCommerce de ámbito mundial cuyo conocimiento sobre sus clientes es tan enorme que podría ofrecer casi cualquier servicio y ajustarlo como un guante a un sinfín de perfiles de consumidores. ¿Una empresa así se quedaría sólo en la parte de venta online y dejaría de lado todo ese potencial? Es posible, pero poco probable. Alibaba no lo hizo.

Alibaba y Ant Financial, ¿un aviso de lo que podría convertirse Amazon?

Se podría decir que Alibaba es en Oriente lo que Amazon en Occidente, pero sería quedarse corto, pues el emporio comercial fundado por Jack Ma en 1999 no sólo tiene todo lo que la empresa de Bezos ofrece (servicio de cloud computing y canales de contenidos audiovisuales incluidos), sino otras tantas plataformas que Amazon no posee. Entre ellas, la gran fintech mundial: Ant Financial, el brazo financiero de Alibaba.

Ant Financial surgió como un spin off de AliPay, la plataforma de pagos de Alibaba que hoy gestiona la mitad de todas las transacciones digitales de China. Una vez desarrollada la fórmula para conseguir que los compradores de Alibaba no tuvieran que usar tecnología de terceros para comprar en la plataforma, fue cuestión de tiempo que los directivos del grupo chino decidieran explotar esta tecnología para adentrarse en el terreno financiero. (Aquí hay un paralelismo claro con la plataforma de pagos de Amazon, Amazon Pay)

¿Y qué tiene Ant Financial que le asemeje a un banco? Básicamente, es un banco. Ofrece tarjetas de crédito, préstamos personales, servicio de gestión de patrimonios, seguros, scoring para préstamos particulares y, si todo lo anterior parecía poco, una plataforma tecnológica para servicios bancarios (Banking as a Service). ¿Y opera sólo en China? Aunque su centro neurálgico es claramente China, sus servicios se utilizan también en Filipinas, Indonesia, Malasia, Tailandia o India. (Otro paralelismo con Amazon: estos países entran dentro del listado de países con gran población sin bancarizar)

Visto el caso de Alibaba, podría pensarse que es imparable que Amazon termine por seguir el ejemplo del eCommerce oriental y termine por potenciar sus servicios financieros en clara competencia con los bancos. Sin embargo, hay un escollo importante, y es la regulación. La banca en Estados Unidos y Europa está muy regulada, y las facilidades que Alibaba ha tenido en China para crear su brazo financiero están muy lejos de las restricciones que operan en Occidente. De hecho, en Occidente la tendencia no es que las tecnológicas se constituyan como bancos, sino sólo ofrecer algunos servicios tradicionales de estos, muchas veces en colaboración con los propios bancos.

¿Veremos pronto Amazon, el banco?

Por la cantidad de información que atesora la compañía de Bezos, así como por la simpatía que encuentra entre la población joven que no vería con malos ojos tener también una cuenta corriente con Amazon, sería lógico que sí, más tarde que temprano. Sin embargo, hay dos elementos en contra. El primero es la regulación, el segundo, que ofrecer productos financieros no es parte del core tradicional de Amazon. Sin embargo, la falta de experiencia en sectores concretos nunca ha sido un impedimento para la compañía de Seattle. ¿O acaso alguien se imaginaba hace una década que Amazon intentaría competir con Netflix y HBO en la producción de series o con Dropbox y Microsoft en el alojamiento en la nube? ¿Y que el gigante occidental de la compra online abriría tiendas físicas?