Liderar a un grupo de personas no es tarea fácil. De hecho, el liderazgo se valora como una habilidad para muchos puestos de trabajo, lo que quiere decir que no todo el mundo tiene esta cualidad.
Sin embargo, y como sucede con el resto de las habilidades, es algo que se puede trabajar, desarrollando técnicas que te permitan ponerte al frente de un equipo.
A pesar de que el liderazgo se pueda trabajar, es cierto que está estrechamente relacionado con la forma de ser de una persona, que determinará en parte en qué tipo de jefe se convierte.
Por eso, existen varios tipos de líderes en el mundo de los negocios, que dan lugar a distintas clases de jerarquías.
La palabra autocracia proviene del griego y quiere decir “gobierno de uno mismo”, es decir, un tipo de liderazgo en que las normas establecidas responden a la voluntad de una persona. En este sentido, un líder autocrático es aquel que concentra todo el poder y no admite las opiniones de los subordinados.
Al establecer un liderazgo autocrático, el jefe es quien toma las decisiones, de modo que la comunicación sobre asuntos laborales es unidireccional, lo que significa que son los empleados los que en todo momento rinden cuentas ante su superior.
A priori, puede parecer algo negativo, pero lo cierto es que se trata de un tipo de liderazgo útil cuando una empresa debe reaccionar rápidamente ante un hecho, y tomar una decisión inmediata. Si esta tuviese que ser consensuada, la reacción seguramente llegaría demasiado tarde.
Este modelo en el que el jefe ordena y los empleados acatan las órdenes y las ejecutan, se considera prácticamente obsoleto en la mayoría de las empresas, sobre todo modernas, pero puede apreciarse todavía a nivel micro en departamentos de grandes compañías.
Al contrario que la palabra “autocracia”, “democracia”, procedente también del griego, quiere decir “gobierno del pueblo”. En un sistema democrático, también existe la figura del líder, pero toma las decisiones consultando la opinión de sus subordinados, y no de forma unilateral.
Así pues, el liderazgo democrático en el mundo de los negocios se caracteriza por contar con un líder que escucha las opiniones de los empleados y las tiene en cuenta a la hora de tomar decisiones y adoptar estrategias.
De esta forma, involucra a los trabajadores mejorando así su compromiso con la empresa y, en consecuencia, su productividad.
Se trata de un modelo completamente opuesto al autocrático, y cuenta con muchas ventajas gracias a permitir la participación de todo el equipo en los procesos de toma de decisiones.
Gracias a ello, no solo se consigue mejorar la productividad, sino también mejorar la actividad empresarial gracias a contar con una mayor diversidad de opiniones.
No obstante, uno de sus inconvenientes es que, en ocasiones, el liderazgo democrático ralentiza lograr objetivos debido precisamente a que participen muchas personas en las decisiones de la empresa.
Tras exponer los liderazgos autocrático y democrático, que pueden entenderse como dos polos opuestos, existen otros que se encuentran a caballo entre ambos. Uno de ellos, es el liderazgo transaccional, que consiste en establecer un sistema de recompensas entre el líder o líderes y los empleados.
Así pues, para fomentar la correcta realización de las tareas, el líder se vale de un sistema de incentivos, de modo que los trabajadores son premiados con algún tipo de extra cuando alcanzan un objetivo.
Es un sistema altamente eficaz, con el inconveniente de que requiere una mayor inversión por parte de la empresa.
Por lo tanto, se recomienda en momentos en que el negocio cuenta con estabilidad financiera. Se desaconseja para aquellas empresas que necesiten hacer recortes, ya que es un modelo que puede aumentar significativamente el gasto.
El liderazgo transformacional entiende que, para lograr el éxito de una empresa, lo más importante es el capital humano. Por ese motivo, se basa en un líder que escuche las ideas y opiniones de sus empleados y las tenga en cuenta en su toma de decisiones.
Puede parecer muy similar al liderazgo democrático, con la diferencia de que, en este, no se trata de tomar decisiones conjuntas, sino de valorar lo que tu equipo siente y piensa a la hora de hacerlo.
No obstante, lo que sí comparten ambos tipos de líderes es que su modelo es ineficaz en situaciones de crisis en los que se debe actuar rápidamente.
Por el contrario, es muy positivo para fomentar un ambiente laboral sano y un sentimiento de pertenencia en los empleados de una empresa. En definitiva, y al igual que sucede con el resto de las opciones, tiene ventajas e inconvenientes.
Un líder situacional es aquel capaz de adaptar su estilo de liderazgo en función del perfil de cada uno de sus subordinados. Como sabemos, no todas las personas reaccionan igual ante una misma situación.
Por ejemplo, algunos trabajadores se sienten motivados con la exigencia de sus jefes, mientras que a otros les genera estrés.
Esto implica combinar el estilo autocrático, democrático, transaccional, etc., en función del equipo que estemos dirigiendo. La dificultad de este modelo reside en no crear desigualdades entre los empleados.
Como su propio nombre indica, se trata de confiar en los empleados y darles autonomía en la toma de decisiones sobre sus competencias. Un líder laisser faire es alguien que confía plenamente en la capacidad de sus subordinados, y no necesita darles órdenes para la realización de tareas.
En caso de lograr formar un equipo cuyas competencias les permitan ser autónomos, este tipo de liderazgo es muy positivo para fomentar la motivación de los trabajadores, su sentimiento de pertenencia a la empresa y, en última instancia, su productividad.
Por último, cabe destacar que todos los líderes no son válidos para todas las empresas, ya que la cultura empresarial en el mundo de los negocios cambia sustancialmente de una compañía a otra.
Asimismo, la situación financiera en la que se encuentre cada empresa también requerirá de unos líderes y otros para salir adelante. En definitiva, no hay un liderazgo mejor que otro.
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