El objetivo es claro y cada vez más recorren el camino adecuado para alcanzarlo. La revolución tecnológica también ha llegado a España, y aunque los efectos de la crisis han torpedeado en parte la explosión de empresas en nuestro país, existen multitud de ejemplos de éxitos internacionales cocinados desde el esfuerzo y la inteligencia a la hora de obtener financiación. De acuerdo al último informe del fondo Atómico, en 2019 las startups españolas lograron atraer 1.340 millones de dólares —un 4% del total invertido en Europa—, y gran parte de la responsabilidad recae sobre los viveros, incubadoras y lanzaderas.
Con la primavera digital ha florecido todo un mercado de mentoring empresarial enfocado a emprendedores e interesados con pocos conocimientos en el proceso negociador. En ese sentido, los gaps que no ha podido cubrir el sector público por falta de recursos y tiempo, lo ha respaldado el sector privado con iniciativas perfumadas en publicity. Estas iniciativas en algunos casos ofrecen ayudas económicas en base a objetivos, y en otras, contactos para alcanzar esas ayudas. Sin embargo, el principal valor añadido de su trabajo radica en la creación de un ecosistema homogeneizado de oportunidades no regido por factores socioeconómicos.
España ya cuenta con más de una veintena de lanzaderas posicionadas como puente hacia el objetivo real de cualquier startup ávida de crecimiento. Un estudio de Fundación Innovación Bankinter adjudica a fondos extranjeros el 71% de la inversión que se realiza en nuestro país sobre este tipo de empresas, y el 20% de las responsabilidades asociadas a operaciones, especialmente de movilidad y logística. Para atraer esas miradas internacionales, los emprendedores necesitan poseer ciertas virtudes que solo se pueden adquirir a través de la experiencia y el asesoramiento.
“Cada vez vemos más casos en los que, si los equipos están bien formados y las herramientas tecnológicas son buenas, los modelos de negocio pivotan y se adaptan”, explica Fernando Zallo, director de Esade Busines Angel Network. En España las puntas de lanza están representadas por el mencionado sector logístico, transportes, seguido por el Fintech e Insurtech con un 16% del total invertido. Todos estos datos son pistas valiosas a la hora de emprender un negocio, y permiten a los empresarios de nueva cuña iniciar su andadura por el mundo de los negocios con firmeza.
Ahora bien, conocer dónde se encuentran y cómo se llaman los principales puntos de soporte al emprendimiento sigue siendo el factor diferencial para las startups. Y es que, las lanzaderas, además “ayudan a encontrar talento para el equipo, aportan contactos, cuentan con conocimientos sobre la industria y ayudan a formar un buen consejo de dirección”. Tal y como explica el jefe de relaciones con inversores del IE, Nacho Mateo, este tipo de soportes permiten a las empresas de rápido crecimiento alcanzar el producto mínimo viable (PMV) que sirve de llave para la consolidación inicial, y la expansión posterior.
Nadie quiere quedarse al margen de tendencias y oportunidades. Los casos ejemplares de LetGo y Cabify fertilizan el campo creativo de hubs tecnológicas, e inspira a cientos de startups para arriesgar su capital desarrollando ideas. Estos dos unicornios españoles —el primero valorado en 1.600 millones, y el segundo en 1.400 millones— son utilizados por las lanzaderas como caramelos para atraer interesados hacia sus programas. Las crecientes rondas de inversión y la facilidad de acceso a herramientas de gestión están permitiendo a grandes compañías nacionales impulsar sus iniciativas. Pero ¿por qué tanto interés? Las firmas ponen su mano de obra y capital a cambio de imagen de marca.
Las startups que salen de las lanzaderas triunfando, reparan cuidadosamente en agradecer de forma insistente el respaldo recibido. Es habitual que las contraprestaciones soportadas por la beneficiaria incluyan la incorporación del logotipo de la empresa matriz en el suyo propio, e incluso que condicione la toma de determinadas decisiones empresariales durante un periodo de tiempo inmediatamente posterior a la finalización del programa. Aún así la balanza sigue siendo positiva para las startups, y así lo demuestra el crecimiento de este sector; plataformas como Startupxplore ya cuentan con más de 700 incubadoras españolas listadas en sus servicios.
El efecto de tal abundancia de oferta se está viendo reflejado en los propios porcentajes de creación de startups. Eso sí, esta también ha dibujado un panorama en el que se hace increíblemente complejo seleccionar a la incubadora idónea para cada negocio. Para ello, lo primero que debe hacer un emprendedor es establecer objetivos y decidir si quiere apostar por una lanzadera/aceleradora o bien por un vivero/semillero. Ambos conceptos se suelen emplear de manera indistinta, pero no son lo mismo. Mientras el objetivo del primero siempre pasa por proporcionar crecimiento a startups, el segundo no tiene porqué contar con ayudas a la financiación.
Los viveros son espacios físicos en los que distintas ideas conviven retroalimentándose. En ellos reciben asesoría de toda clase, y son introducidas en el tejido sectorial más adecuado. Estos, claro, son notablemente más baratos que las lanzaderas; programas destinados al desarrollo y crecimiento con plazos delimitados y metas concretas de financiación. De la aceleradora una startup sale con un modelo de negocio definido, con una escalabilidad más o menos consistente, y con las herramientas necesarias para crecer y consolidarse de forma autónoma.
Una vez aclarado ese asunto, se empiezan a tener en consideración los factores que emplean las propias lanzaderas para diferenciarse: los mentores. Estas personalidades suelen poseer experiencia de largo recorrido en la actividad empresarial, y habilidades y consejos muy valiosos a la hora de asesorar. Eso sí, estos mentores no siempre cuentan con rondas de financiación exitosas a sus espaldas, ni un currículum demostrable dentro del mundo de las startups. Mirar así hacia propuestas con Business Angels potenciales será el paso clave para una relación satisfactoria.
Igual de importante resulta estudiar el prestigio de la aceleradora. Comparar las capacidades de cada una de las redes de contactos, y tomar como referencia aquella con más reputación a nivel internacional. Se da por hecho que esta decisión está supeditada a si la lanzadera cuenta con espacio físico o no, y a la localización de esta en caso de que cuente con instalaciones. La mayoría se encuentran ancladas en los centros de negocio de Madrid y Barcelona, por lo que en ciertos casos será interesante valorar programas extranjeros que ofrezcan el mentoring a través de webinars y otras soluciones virtuales.
En último término, la atención se posa sobre la financiación. No todas las aceleradoras cuentan con las mismas partidas de ayudas, ni con los mismos requisitos. Algunas ofrecen cuantías iniciales para desarrollar los proyectos, y otras no lo garantizan hasta las últimas semanas del programa. La elección de una u otra oferta estará condicionada por el estado de la startup en el momento de la incorporación; si todavía no cuenta con estructuras ni estrategias en firme, los programas de mayor respaldo siempre tendrán más prioridad. Con todo esto comprendido se entra a valorar las especificaciones más concretas de cada lanzadera.
18 kilómetros cuadrados dedicados a la aceleración de startups. La Marina de Empresas se convirtió el pasado 2013 en el enclave desde el que Mercadona, con Juan Roig a la cabeza, se convertiría en uno de los adalides del emprendimiento español. En este espacio situado en Valencia, la exitosa empresa nacional trabaja junto a Angels -su principal accionista y vehículo inversor- y a la Universidad y Escuela de Negocios EDEM, en 5 programas de aceleración a los que, solo en 2018, se intentaron acoger 1.500 proyectos de toda índole.
“Desde etapas iniciales con Garaje, un programa de incubación para proyectos incipientes, a corporate, un programa para proyectos de innovación dentro de corporaciones de largo recorrido”, apunta la web oficial. “Esta iniciativa nace para apoyar a líderes emprendedores en la creación de empresas eficientes que aporten valor e implementen un modelo empresarial sólido basado en el trabajo productivo, el esfuerzo y el liderazgo”.
Lanzadera no solo acoge propuestas tecnológicas. La consecución de un Modelo de Calidad Total está al alcance de empresas tanto digitales como físicas. Y esa es su principal distinción en el sector. En los seis años que lleva en funcionamiento, la aceleradora ha conseguido crear un ecosistema de financiación que da soporte a un target olvidado por otras propuestas más enfocadas en tendencias internacionales. 380 empresas han logrado despegar, creando más de 800 empleos gracias a un monto de financiación que asciende hasta los 50 millones de euros.
Su director, Javier Jiménez, ha permitido florecer propuestas tan dispares como Finteca, un asesor hipotecario digital, Ienai Space, dedicada a la propulsión eléctrica de micro/nano satélites, o Waffle Time, una cadena de venta de gofres. ¿Cómo lo han conseguido? De entre todas las candidaturas, Lanzadera se queda solo con las 100 mejores para entrevistarse con sus responsables y conocer en profundidad los proyectos. Al concluir este proceso la aceleradora selecciona únicamente 15 proyectos, a los que ofrecerá todos sus servicios.
Los requisitos y las metas son exigentes, pero la recompensa se puede llegar a traducir en 200.000 euros de financiación a través de préstamos al 0% de interés que otorga Angels. Si la startup se consolida y convence a los responsables, los préstamos pueden llegar a convertirse en acciones del grupo. Para inscribirse solo es necesario presentar la documentación necesaria a través de su sitio.
Más de 300 startups especializadas en las TIC han pasado ya por una de las lanzaderas más reconocidas a nivel nacional. En 2011 la División de Sistemas e Ingeniería Electrónica (DSIE) de la Universidad Politécnica de Cartagena, en Murcia, decidió plantar la semilla de Cloud Incubator HUB. Docentes del propio centro y de escuelas de ingeniería aledañas pronto se incorporaron a un proyecto que buscaba dar soporte a todos aquellos emprendedores, que, a pesar de contar con grandes ideas, se encontraban encorsetados por la crisis y los obstáculos del mercado laboral.
“Para ello organiza semestralmente el Cloud Incubator Pre-Incubation Programme en el edificio CEDIT de la UPCT en el Parque Tecnológico de Fuente Álamo, donde se promueve el trabajo colaborativo entre jóvenes emprendedores y el networking con expertos en muy diversas áreas (emprendimiento, creatividad, arte, educación, investigación, industria, entretenimiento, turismo, etcétera.)”, se lee en su web. Su particularidad no radica en la financiación, como sí ocurre en el proyecto de Roig, sino en la capacidad de proyección europea que provee a sus afiliados.
Las startups que deciden apostar por esta lanzadera obtienen durante 6 meses el acceso a un espacio de coworking en el que además de compartir experiencias también obtienen asesoramiento jurídico, y formación tecnológica y empresarial orientada al ámbito del HUB. Este servicio destaca por la experiencia y la calidad de los mentores, y por el nivel de los equipos informáticos y técnicos dispuestos para el desarrollo de apps y gadgets de todo tipo. "Gracias a todo ello, hemos creado un ecosistema donde se favorece de una manera natural la concepción, creación y aceleración de startups, con un elevado contenido tecnológico", aspotilla el CEO Andrés Iborra.
Cloud Incubator HUB ofrece tres modalidades de inscripción distinta; Merlín, una adscripción que da soporte a investigadores de universidades, centros especializados y empresas tecnológicas para asegurar la viabilidad económica de sus apuestas; MommyPreneurs, un programa centrado en madres y jóvenes que quieren emprender; y Unicorn, un atractivo concurso anual que da acceso a la plataforma de desarrollo de apps del mismo nombre, y que otorga a sus ganadores contratos valorados en 10.000 euros. Todo esto le ha valido a la UPCM colocar su lanzadera en el primer puesto de la lista que FUNCAS confecciona cada año a nivel nacional.
En plena crisis, y con nula previsión de la transgresión digital que se avecinaba en todos los campos empresariales, Seedrocket abrió una veda en España. Esta lanzadera fundada en el año 2008 fue la primera de su tipo en el país. Nació como un experimento que pretendía replicar el éxito que aceleradoras como Techstars en Estados Unidos, o SeedCamp en Reino Unido, ya venían cosechando. La propuesta surgía de las pretensiones que, un grupo de emprendedores encabezado por Vicente Arias y Jesús Melón, tenía de apoyar la creación y el crecimiento de startups especializadas en el campo de las TIC.
Su rango de acción es menor que el de los ejemplos previos, pero su efectividad está más respaldada. Los emprendedores que se adscriben a esta lanzadera obtienen formación a través de reputados mentores que establecen relaciones estrechas de confianza con sus apadrinados. La metodología, en lugar de seguir una filosofía puramente empresarial, se sustenta en una postura pedagógica y en un alto grado de confianza. Las startups aprenden de las experiencias de otros empresarios más veteranos, y se coaligan en consecuencia formando vínculos proactivos en los espacios de coworking designados.
“SeedRocket nace con el espíritu de ayudar a los emprendedores en las fases iniciales de los proyectos, y aportarles todo el know-how de profesionales, expertos y emprendedores que han pasado por su misma situación”. Con esa mentalidad trabajan actualmente ayudando a 20 startups desde su sede física de Barcelona, y su filial madrileña. En 2015 Monleón expandió las redes de la aceleradora, sumando al primer Máster de Emprendedores de España, una provechosa colaboración con Google, para la que se convirtió en partner oficial. Así, a fecha de 2020, han logrado acelerar 53 startups con una inversión de 37 millones de euros desde su fundación.
Para ingresar en el programa existen varias vías; ganar uno de los dos Campus de Emprendedores que se organizan anualmente en Madrid y Barcelona, ser recomendado por uno de los mentores o por haber pasado por alguna de sus actividades. Empresas como Reclamador, Offerum, Ulabox, Holded o Marfeel han salido de SeedRocket.
En Yoigo somos conscientes de que solo las grandes ideas transforman el mundo, y por eso damos visibilidad a los casos de mayor humanismo con nuestra iniciativa “Pienso, luego actúo”. Tengas una idea disruptiva o no, con esfuerzo e ilusión podrás escalar cualquier risco por complicado que sea. Si quieres empezar a ascender por esa escalera visita nuestra web o llama al teléfono 900 676 535 para hacerte con la mejor conexión, y buscar la colaboración que da alas a todas las startups de la era digital.