Roboadvisors, financial advisors, plataformas de trading. El sector de las finanzas avanza a pasos agigantados, impulsado por una Transformación Digital que amenaza con descartar el dinero físico del sistema.
En la próxima década las soluciones en la nube y la banca digital redefinirán el mercado del dinero bajo lógicas y oportunidades nuevas. Es lo que ahora los emprendedores estudian como Fintech, y lo que las grandes fortunas y los inversores más precavidos seccionan como Wealthtech.
La tecnología ha tumbado las barreras ancestrales que rodeaban al mundo financiero, y el interés de la gran masa está permitiendo florecer a todo tipo de empresas especializadas en servicios dedicados de bajo o nulo coste.
Eso explica por qué las rondas de financiación para las startups son cada vez más abultadas, y por qué la banca tradicional trata de reformarse mientras protege sus privilegios obtenidos a lo largo del siglo pasado.
Como ya sucede en otras industrias, el sector bancario pelea por adoptar softwares y estrategias digitales lo más rápido posible, consciente del perjurio que supondría conservar relaciones y estructuras de negocio analógicas.
El consumidor está más informado que nunca gracias a Internet, y los productos financieros se alejan progresivamente del halo de cultismos que los enturbiaban en el pasado. Eso sí, todavía queda un largo camino por recorrer para acortar las distancias que agentes han adoptado durante décadas.
“La educación financiera es el gran reto de esta sociedad”, explica Gabriela Orille, directora de Innovación y codirectora de MyInvestor, el neobanco que consiguió en junio reunir una de las mayores rondas de financiación de la industria: 20 millones de euros.
“Ahora los clientes tienen los medios y la tecnología y están más ávidos por aprender. Les preocupa su futuro pero no saben cómo invertir porque nadie les ha enseñado”. De adoptar la postura pedagógica perfilada por la necesidad del mercado se ha encargado la Wealthtech, un subsector de la Fintech volcado hacia la simplificación de la gestión del patrimonio.
Es lo que Mariusz C. Bodek de responsable de Transformación Digital en KPMG, y Jan Enno, encargado de Investing en Deutsche Bank, definen como “desarrollos tecnológicos y servicios creados para transformar, a través de todo tipo de activos, soluciones de inversión existentes, entre las que se incluyen subcategorías como gestión del patrimonio o trading”.
“Desde el cliente que busca asesoramiento hasta las family offices -las plataformas de inversión dedicadas a llevar grandes patrimonios-”. La Wealthtech “comprende soluciones dirigidas hacia sus usuarios a través de interfaces digitales y procesos de negocio”.
Ahora, gracias a las nuevas empresas que están naciendo a la sombra de la tecnología y el gran capital, cualquiera puede acceder al mercado de valores con tan solo 5 euros. Y esto sin necesidad de formarse ni acudir a una oficina.
"Con tiempo, las inversiones pequeñas y regulares se convierten en algo más grande”, sostiene Financial Times sobre el potencial de estas herramientas. “20 céntimos al día pueden convertirse en 6 euros al mes, o 72 euros al año. No parece mucho hoy, pero es mejor que nada”.
Para las generaciones que han pasado de guardar el dinero de bajo del colchón a depositarlo en cuentas corrientes, la conocida como “microinversión” podría no tener calado. Serán sus hijos, sin embargo, los que tendrán incentivos y competencias para impulsar el modelo.
“La industria espera que se convierta en un hábito que crezca con los ahorros de los millennials". Los nacidos en la década de los 80 y de los 90 tendrán para 2030 un poder adquisitivo acumulado de entorno a 20.000 millones de dólares. Lo que, sumado a sus prioridades y sus conocimientos suscitará un alejamiento progresivo de la banca tradicional.
“Los Baby Boomers tienden a valorar la confianza, la lealtad y las relaciones duraderas con los gestores de patrimonio, y dan mucha importancia a la marca”, explica la experta April Rudin.
“Sin embargo, tener una marca de alto perfil o una relación duradera con una familia no es suficiente para que los gestores patrimoniales logren atraer a los millennials, ya que estos tienden a valorar más la acción y los logros que el legado.”
Esta revolución tan visible para el consumidor ha llegado en un momento idóneo para un negocio que ya venía impulsado por un crecimiento sostenido durante la última década.
Así, entre 2008 y 2017 el dinero movido por los fondos europeos se triplicó hasta los 12 billones de euros. La semana de explosión pandémica, los ETFs —fondos cotizados que replican índices bursátiles bajo una filosofía garantista y conservadora— elevaron su volumen de operaciones en el Viejo Continente hasta los 120.000 millones de dólares.
“En los días de mayor actividad, la negociación de ETF europeos ha constituido alrededor del 30% de todo el comercio de acciones, comparado con el 20% en los días de mayor actividad de 2019”, detallan desde la gestora Blackrock.
Resulta paradójico que un desastre como el iniciado en marzo haya servido de catapulta para la Wealthtech. Pero lo cierto es que el aumento del ahorro privado y la sobreinformación bursátil animaron a miles de personas a iniciarse en el mundo financiero.
De acuerdo con FinTech Global, ya entre 2014 y 2018 el volumen de dinero movido por este sector había creador desde los 928,6 millones de dólares hasta los 3.430 millones, gracias a las explosiones protagonizadas por la plataforma de trading eToro y la app Acorns. Entonces, el CEO de InnoCells apostaba por un modelo híbrido beneficiario para ambas partes.
La banca tradicional no se vería arrasada por los modelos de negocio disruptivos, y las startups podían seguir creciendo sin enfrentar economías de escala ni prejuicios y temores del consumidor hacia la tecnología en el ámbito financiero.
La crisis del COVID-19 ha reforzado en 2020 estas pretensiones coherentes y habituales en cualquier transformación empresarial. Ahora los expertos se muestran tímidos pero confiados con el potencial del hijo tecnológico de la Fintech.
"Sí, la situación actual no tiene precedentes. Pero al mismo tiempo el nerviosismo de los mercados financieros ayuda a la Wealthtech, porque nunca había existido necesidad de tener una visión general sobre los activos como ahora", apunta Martin Stadler, encargado de la plataforma Altoo. "Está impulsando en cierto modo la transformación digital”.
Las facilidades que, por ejemplo, ofrecen las plataformas online de trading o las redes sociales de inversión, están logrando llamar la atención de los clientes más receptivos a novedades, en tanto que existe una alineación perfecta entre el servicio y las particularidades de la demanda.
“Las personas que se han mostrado reacias a utilizar estas nuevas herramientas financieras son ahora más propensas a adoptarlas", añade Chris Gogol de WealthArc. “Esta crisis está ciertamente ayudando a ser más abierto a la tecnología y a usarla para una gestión más eficiente de los activos".
En el futuro la democratización de los parqués será absoluta y los agentes al frente de dicha revolución no serán los conocidos. Una tormenta, que algunos profesionales ya comienzan a atisbar en conocimiento de lo que sucedió tras la crisis de 2008.
"Durante los próximos trimestres se extenderá en cascada un tsunami de cambio por los mercados mundiales de capital”, opina Davyde Wachell, CEO de Responsive.AI. “Nadie deseaba tal cambio, pero ahora no tenemos opción y nuestras posibilidades se limitan a saber cómo lo afrontamos”.
La recesión fomentará cambios profundos en el sistema, y las startups serán las mejores posicionadas para aprovecharlos. “El dinero se va a poner en movimiento”, apostilla.
“Los canales y las carteras cambiarán. Las previsiones de mercado se reajustarán. Se reinventarán los modelos y la gestión del riesgo”, añade. “Los consumidores migrarán a nuevos proveedores, productos y servicios”.
La tecnología servirá como catalizadora de pretensiones y reformará algunas de las leyes inmutables de la industria financiera para siempre. No obstante, las jugadoras Wealthtech tendrán que superar grandes retos para materializar las previsiones que la amparan.
Aunque su implantación ha sido repentina, y todavía existe un notable escepticismo en torno a según que productos y servicios, el monopolio temporal de lo digital durante la cuarentena ha tumbado décadas de rumores infundidos y percepciones derivadas de calidades del pasado.
Igual que el teletrabajo ha probado ser funcional y efectivo para algunos sectores, la Wealthtech y la Fintech en general han probado ser increíblemente valiosas para gestionar el patrimonio desde casa.
Si existen alternativas reales y seguras a los jugadores clásicos del mercado ¿qué sucederá con estos? La población menos digitalizada seguirá optando por la banca tradicional, no obstante, la dependencia irracional del cliente hacia la entidad de toda la vida terminaría llegando a su fin.
“En nuestro país existe un síndrome de Estocolmo bancario muy asentado”, valora Martín Huete, cofundador de Finizens. La apuesta de este y otros neobancos pasa por ganarse al consumidor crítico, a aquel inversor que busca nuevas soluciones en la que confiar tras años aceptando sin cuestionar las condiciones de los operadores tradicionales.
Sin estructuras y por tanto costes, ultraespecializados, y con gran experiencia en el móvil, las startups quieren romper el status quo. Los grandes bancos, a su vez, tratan de subirse al carro de la digitalización, pero no son capaces de competir con la flexibilidad de la nueva competencia.
Su esperanza radica en la confianza que ya poseen de gran parte de la población. En esa ambivalencia de enfoques estará la respuesta que buscan las X-Tech para deconstruir el sector financiero.
“El negocio de la creación de riqueza realmente comienza en el día a día de la gestión del ahorro, el gasto y el crédito; justo lo que las empresas tradicionales están ignorando, mientras una generación entera acoge nuevas preferencias”, sostiene Bradley Leimer, cofundador de Unconventional Ventures.
El producto que mejor se está ajustando a las oportunidades del sector es el bot. Los roboadvisors, gestores de patrimonio automatizados, ofrecen servicios personalizados a cada cliente, y actúan siempre de la forma más óptima en base a algoritmos que aprenden con el paso del tiempo.
El software elabora un perfil en base a las respuestas que ofrece el cliente, y confecciona una cartera única que garantiza rendimientos. Sería la alternativa para los aficionados a la renta fija, con la diferencia que aquí no tendrían que hacer absolutamente nada, pues el bot actúa sin intermediación y a comisiones ínfimas.
Los roboadvisors están regulados en España por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y la Dirección General de Seguros (DGS), en el caso de planes de pensiones o valores de seguros. Y su éxito es irrefutable, especialmente entre los millennials arquetípicos; escasez de tiempo, poca paciencia, y nulo conocimiento financiero.
De acuerdo con un estudio de Business Insider Intelligence, estos bots ya gestionarán 1 billón de dólares a término de 2020, y llegarán a los 4,6 billones para el año 2022. Deloitte maneja un rango que parte de los 2,2 billones y sube hasta los 3,7 billones para el ejercicio presente, proyectando un crecimiento de 16 billones para el 2025.
No sorprende que a referentes como Inversis, Indexa o Cecabank se hayan unido bancos tradicionales con sus propios roboadvisors. Bankinter cuenta con Popcoin, Banco Santander con Invertimos por ti y Caixabank con Smart Money. La tendencia es que otras entidades se sumen a esta gran baza de la Wealthtech.
Todos estos servicios por el momento son gratuitos, en tanto que no presentan muros de pago. Pero los expertos auguran la llegada del modelo freemium, bajo el que el usuario tendrá que pagar una suerte de suscripción al estilo Netflix, para acceder a las funcionalidades del software.
En enero de 2018 entró en vigor una nueva normativa europea que atentaba directamente contra la opacidad clásica de las grandes entidades. Los órganos comunitarios consideraron que la armonización de los mercados de valores regida por la MiFID (Markets in Financial Instruments Directive) necesitaba una actualización.
El escándalo de los mercados OTC (over the counter) -extrabursátiles de negociación de contratos-, y las sucesivas polémicas comerciales protagonizadas por la tasa de referencia LIBOR, y por el conocido “fix” del FOREX, la UE se lanzó a confeccionar los 97 artículos del MiFID II.
Más control, procesos más exhaustivos y mayor proactividad regulatoria. El nuevo reglamento no entraría en vigor hasta 4 años después, pero las entidades bancarias ya estaban preparadas para endurecer sus protocolos de transparencia y calidad.
Tal y como recoge la CNMV, los objetivos de este articulado compuesto por más de 30 actos no legislativos son los siguientes:
En consonancia con el MiFID II, el ejecutivo comunitario también aprobó el MiFIR, una actualización del MiFID original, enfocado a asegurar la transparencia pre y post negociación de las autoridades con los inversores.
“Establece la obligación de negociación de derivados en centros de negociación y ciertas acciones supervisoras”, recoge la CNMV. Entre sus postulados están:
En la práctica, estos dos reglamentos suponen un varapalo competitivo para los bancos tradicionales, pues sus grandes estructuras hacen más complicado la supervisión y garantía del cumplimiento que exige la Unión Europea.
La realidad, sin embargo, es que 2 años después las diferencias entre las normativas nacionales y las comunitarias han hecho imposible determinar la efectividad de las nuevas directivas.
Así mismo lo comunicaba la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) en julio de 2020. Solo se han registrado 371 sanciones en 15 Estados Miembro, con una recaudación total de 1,8 millones de euros.
La tendencia del último año parece perfilar un aumento de la efectividad, pero es pronto para saber si el marco regulatorio cumplirá con las expectativas de las empresas Wealthtech.
Y es que, en el largo plazo la MiFID II debería reducir o eliminar la distancia que existe entre las startups y las entidades bancarias. Al menos en cuanto a privilegios legales y respaldo institucional.
Ahora bien, con o sin terrenos de juego apropiados, la transformación de la industria financiera es inevitable. “La realidad es que hay en curso un proceso mucho más trascendental y duradero en la industria”, sostiene Sebastian Dovey, CEO de Scorpio Partnership.
“Este cambio revolucionario se está produciendo en torno a los componentes del core que los clientes valorarán en el futuro de la gestión del patrimonio. La revolución transformará para siempre la forma en que piensan, se comprometen y aciertan los operadores”.
Las Wealthtech no son una simple moda contextual insuflada por los profundos cambios socioeconómicos que se han producido en el siglo XXI. El cambio de paradigma está aquí, y en Yoigo Negocios estaremos en primera fila para vivirlo. Si nos quieres acompañar, entra en nuestra web o llama al 900 676 535 para informarte.