Muchas empresas están buscando hacer crecer sus negocios mediante tecnologías disruptivas y el análisis de datos de los clientes. Sin embargo, no todas están logrando canalizar las intenciones estratégicas de la pospandemia.
Y es que, la crisis ha empujado a muchas firmas a enfrentarse a profundos cambios en su organización y en la forma de relacionarse con clientes y otros socios.
Pues bien, algunas tecnologías disruptivas, como la Inteligencia Artificial (IA), el análisis de numerosos datos y el cloud, han permitido que los avances supongan ventajas y no complicaciones.
La realidad es que las tecnologías disruptivas pueden proporcionar a los negocios un gran valor añadido. Especialmente cuando hablamos de la incertidumbre que genera el futuro.
Según el informe Operaciones inteligentes para los negocios del futuro, elaborado por Accenture, el 34% de las compañías españolas quieren estar preparadas para el porvenir, aunque por el momento tan solo el 2% lo están.
A nivel global, el acercamiento y aprovechamiento de las operaciones inteligentes podría suponer 4,4 billones de euros en beneficios para las compañías que logren adaptarse.
Con ese fin, Inés Guzmán, responsable de Operaciones de Accenture, enumera lo que ella denomina los “3 pasos mágicos”: marcar con ambición una visión del valor que se quiere generar; definir el camino y los pasos, y un fijar un modelo operativo que combine tecnología, datos y personas.
Así las cosas, expone que, mediante el uso del VAR en el fútbol, por ejemplo, que une la tecnología puntera con los datos en tiempo real centralizados en la mesa de arbitraje: “es una tecnología disruptiva que evidencia qué impacto se puede tener y qué valor transformador tiene”.
El sector de la automoción ha sido uno de los más afectados por la pandemia global de la covid-19. Sin embargo, el futuro para fabricantes, distribuidores y vendedores no es tan negro como aparenta.
Se estima que para 2023 este sector ya habrá crecido un 9,6%, alcanzando 1,47 millones de vehículos, según la última edición del Arval Mobility Observatory, de Arval. Y sí, todo gracias a la tecnología.
Este despunte de herramientas disruptivas también generará beneficios en las empresas dedicadas al diseño y creación de los interiores de los vehículos, como el caso del Grupo Antolín.
La compañía visualizó la pandemia como una oportunidad para dar un mayor valor a sus piezas, apostando por la iluminación de los interiores. Pero no una cualquiera. Su tecnología ayuda al conductor a mantenerse informado sobre la temperatura o la seguridad.
Esta firma ha hecho hincapié en la integración de componentes asociados a soluciones disruptivas, tales como los temas gestuales (reconocimiento facial, de pupila o del cansancio del conductor), que proporcionan mayor confort al conductor.
“Las tecnologías más arriesgadas provocan que necesitemos mucha más información y que estemos conectados directamente con el coche”, explica Jesús Pascual, CEO del grupo.
Ahora bien, la implementación de estas operaciones no solo se limita al interior de los vehículos, sino también a su proceso de fabricación.
La compañía cuenta, a nivel mundial, con presencia en 26 países, 150 centros productivos y casi 2.000 puntos de distribución, por lo que las decisiones estratégicas requieren coordinación y no son inmediatas.
Eso no ha impedido que incluyera propuestas como la mejora la ergonomía del puesto de trabajo y el aumento la productividad (mediante robots colaborativos), la adopción de almacenes inteligentes y la optimización de la trazabilidad del producto; desde la materia prima hasta el suministro.
“Nuestro problema es que no podemos implantarlo a la vez en todos los sitios, por los costes de inversión, así que buscamos optimizar los costes con respecto a la rentabilidad”, agrega Pascual.
“Estas tecnologías disruptivas nos ayudará a mejorar nuestra productividad”, asegura.
Ni todos los sectores son iguales ni la aplicación de la tecnología que llamamos "disruptiva" se puede aplicar siempre de la misma forma.
En el sector energético, por ejemplo, la regulación es más estricta que la que rodea a la industria del automóvil, y está sometida a una transición profunda en cuanto a renovables o distribución.
A pesar de ello, durante la pandemia ya contaban con canales digitales, en los que pudieron centrarse para paliar la caída de las vías físicas y más tradicionales.
De ahí que el gasto mundial de las empresas en infraestructura en la nube superara el gasto en hardware y software de los centros de datos por primera vez en el 2020.
La pandemia revirtió inercias acelerando la ejecución de las cargas de trabajo de las empresas en la nube, en lugar de en los servidores locales o de terceros, según una investigación de Synergy Research Group.
El CEO de Red Hat, Paul Cormier, observaba en una reciente presentación que la pandemia seguramente haya acortado todos los plazos unos cinco años.
“Los clientes empezaron a mirar la arquitectura en su conjunto, llevar más a la nube, añadir proveedores y mover más aplicaciones a los containers —incluso en las instalaciones—. Aprovecharon la oportunidad para hacerlo”, dice.
Para muchas de estas organizaciones, la pandemia simplemente puso de manifiesto las limitaciones de lo que a menudo llamamos tecnología "heredada".
Es decir, sistemas basados en métodos de computación antiguos y a veces obsoletos para los que hoy existen mejores alternativas, pero que cuya sustitución suele resultar cara. La covid-19 ajustó la ecuación he impulsó una renovación más rápida del legado.
Este salto en los esfuerzos de modernización del legado puede verse en todas las industrias. Los gigantes del transporte marítimo como Maersk, no son una excepción. De hecho, esta firma ya está comprometida a migrar sus sistemas ERP.
Y podemos seguir: los minoristas están duplicando los sistemas de comercio electrónico flexibles y distribuidos, las universidades y escuelas trasladándose hacia el aprendizaje online, y al Servicio Nacional de Salud británico mudando todos sus sistemas de correo.
No obstante, para conseguir todos esos cambios y saber cómo generar dicho valor, se necesita que toda la organización responda adecuadamente. A veces por sí misma y en ocasiones delegando.
Sí, la blockchain también es una de las grandes tecnologías disruptivas que están posicionándose en el centro de la generación de valor para las empresas más comprometidas.
Esta tecnología es una base descentralizada en la que los datos están almacenados en diferentes sitios. De esa manera, si un nodo se cae, estos registros continúan accesibles desde otro nodo. La integridad solo la perderíamos en caídas masivas.
Así, un nodo no tiene el control del todo: es lo que llamamos descentralización. También es un libro registro donde se anota digitalmente la información y se ordena de forma sucesiva en bloques.
“Estos bloques se enlazan entre sí y quedan definitivamente sellados mediante técnicas criptográficas, creando de esta forma una cadena de bloques muy segura", describe Santiago Martínez de la ESADE Business & Law School. "Así se consigue lo que denominamos una prueba de tiempo (time stamp)”.
Para que la blockchain funcione se necesita un contrato entre todos los implicados; unas reglas de juego que permiten a todas las partes que las aceptan entender en qué va a consistir la interacción que van a realizar.
De esta manera, el profesor subraya el papel del consenso en las tecnologías disruptivas de cadenas. Es “el elemento que aporta la confianza y permite eliminar los intermediarios es el consenso”.
Para que una información quede registrada en el bloque, es necesario el consenso de la mayoría de los participantes en la red.
Dado que no todo el procesamiento de la información se hace desde un mismo lugar, decimos que el registro de la información se realiza de forma ‘distribuida’, es decir, que está compartida entre muchas partes diferentes.
“Como toda la información está replicada y no se puede manipular, se convierte en inmutable y ya nunca podrá ser borrada ni modificada”, dice Martínez.
“La gran ventaja de una de las tecnologías disruptivas más importantes, como es la blockchain, es que permite transferir valor con total seguridad dentro de la propia red”, añade.
“Posibilita desarrollar negocios y realizar transacciones dentro de la red; conocer qué se ha hecho, quién lo ha hecho y cuándo se ha hecho; disponer de una sola fuente de información fiable y compartida en la red; o realizar transacciones y registrar información de una forma más segura”.
El académico cree que es absolutamente necesario que las empresas salgan de su zona de confort y vayan directamente a la zona de experimentación.
“Todas las grandes compañías ya están realizando sus desarrollos con blockchain. Las medianas empresas podrían ver afectada su competitividad si no toman la misma decisión pronto”.
Siguiendo este hilo, la realidad es que cada vez se generan más datos. Ya lo habrás imaginado, sí, las tecnologías disruptivas son las que están alentando ese fenómeno.
Muchas compañías entienden que detrás de ellos hay grandes oportunidades de negocio, pero dudan qué hacer al respecto. Notan una presión creciente en sus modelos de negocio tradicionales y ven que algunos mercados desaparecen de un día para otro.
Lo cierto es que hasta ahora no se había prestado demasiada atención a los denominados “datos inteligentes”.
Gracias al valor que ofrecen estas tecnologías disruptivas a los productos, ha llegado el momento de que las organizaciones den un paso más allá en su transformación, y completen su oferta con nuevos modelos de negocio.
Según el último estudio Global Data Protection Indexde Dell EMC, la gestión de datos por parte de las empresas ha crecido un 569% desde 2016. Los números no dejan indiferente a nadie, pero todavía queda un enorme camino que recorrer.
La realidad es que el porcentaje de organizaciones que registra sistemáticamente todos los datos disponibles para analizarlos y hacer un buen uso de ellos (datos inteligentes), es todavía muy bajo.
Pese a que las empresas están seguras de que, en el futuro, los negocios estarán relacionados con los datos, muchas todavía no saben cómo usarlos. De ahí a la importancia de las tecnologías disruptivas.
Algunos directivos tienden a creer que la solución pasa por transformarse en una compañía digital, simplemente contratando a un par de ingenieros de software o desarrolladores de aplicaciones.
La paradoja es que esto último no es tan sencillo; la escasez de especialistas tecnológicos en España uno de los grandes obstáculos para la transformación digital nacional.
La patronal de empresas tecnológicas DigitalES calcula que hay más de 10.000 empleos vacantes en nuestro país por falta de profesionales cualificados.
Por ello, cuando una organización se embarca en una iniciativa de digitalización, la mejor estrategia suele consistir en asociarse con un especialista tecnológico experimentado.
Claro que, por muy imprescindible que sea conocer las capacidades disruptivas que conllevan las nuevas herramientas basadas en Big Data, IoT, la nube, IA, blockchainy DLT o impresión 3D, la tecnología no es lo único importante en este proceso.
Es verdad que están proporcionando a las compañías una gran capacidad de crecimiento, pero eso es solo el principio. La clave está en adaptarse y sujetar ese impulso en el largo plazo.