Oportunidades de expertos para invertir en fondos sostenibles


El interés social por la sostenibilidad del planeta está generando oportunidades en diferentes campos. También, para invertir en fondos que se aprovechen de todas estas tendencias de cara al futuro.

El mundo ha de avanzar irremediablemente hacia una mayor responsabilidad si pretende garantizar su futuro. La amenaza del cambio climático es un ejemplo de ello, pero no es el único. Con cada vez más ímpetu, la población busca una mayor responsabilidad y sostenibilidad con el entorno que nos rodea.

Un telón de fondo cada vez más sostenible

Los planes y compromisos de los gobiernos de grandes potencias como Estados Unidos, la Unión Europea y China en este tipo de materias así lo justifican.

El rápido calentamiento del planeta se ha convertido en una seria preocupación pública, y con razón, ya que las emisiones de CO2 han aumentado en un 62% desde 1990, causando una pérdida del 40% de las reservas mundiales de capital natural durante el mismo período.

A menos que esta tendencia cambie rápido, un porcentaje significativo de la superficie del planeta se volverá inhabitable, desencadenando una ráfaga de conflictos sobre el uso de los recursos. Y ahí entra la acción de los responsables públicos.

El Acuerdo Verde Europeo, que tiene por objeto diseñar una estrategia de crecimiento compatible con la neutralidad climática para 2050, va destinado a hacer frente a estos desafíos.

El medioambiente ocupa un lugar central y Europa demuestra un claro deseo de allanar el camino con un plan de recuperación que esta vez se ajusta plenamente a una transición ambiental justa.

Además, la UE también ha publicado su Estrategia de Biodiversidad para 2030 y ha alineado en gran medida su poder de regulación con las fuerzas del mercado que presionan por inversiones más sostenibles.

Mientras tanto, el gobierno de Joe Biden ha situado la lucha contra el cambio climático a través de importantes inversiones en sostenibilidad en la primera línea de su agenda política.

La hoja de ruta y las intenciones están ahí. Pero, a pesar de la ambición mostrada tras la declaración del Acuerdo de París en 2015 y los numerosos nuevos compromisos contraídos desde entonces, el calentamiento del planeta sigue una trayectoria de 2,7 a 3,1°C para el año 2100, que sigue estando muy por debajo del objetivo de 1,5 a 2°C del Acuerdo.

En respuesta a este desafío, tanto los actores públicos como los privados deben unirse para satisfacer las necesidades de inversión de entre 1,5 a 2 billones de dólares anuales de aquí a 2030.

Existe una creciente conciencia de la necesidad de dirigir una transición ecológica mundial que nos lleve hacia un modelo de desarrollo sostenible, con nuevas formas de producir, consumir y viajar”, explica Nicolas Jacob, Head of ESG Research en ODDO BHF.

El mundo está presenciando cómo cada vez se adoptan más criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo en todos los ámbitos. Una tendencia que también tiene un claro reflejo en el mundo de los mercados y de los fondos de inversión.

Esperamos un aumento de las inversiones mundiales en tecnologías sostenibles y un avance más rápido hacia economías más ecológicas en los próximos años”, comenta Jean-Philippe Desmartin, jefe del equipo de Inversión Responsable en Edmond de Rothschild Asset Management.

El mayor auge de los fondos sostenibles

Hay datos que hablan por sí solos. Los activos en fondos de inversión que invierten de acuerdo con criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en Europa crecieron exponencialmente en 2020 y deberían continuar acelerándose, tal y como asegura EFAMA, organismo de la industria de gestión de activos europeos.

Los activos netos en los fondos ESG crecieron a 1,2 billones de euros (1,43 billones de dólares) el pasado año, lo cual representa un 37,1% más que el año anterior y que contrasta con el incremento del 4,8% para los vehículos que no aplican este tipo de criterios. La tendencia es clara y notoria.

¿Y por qué? Este tipo de vehículos tienen una política de inversión en compañías o en otros fondos que cumplan esos criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG). Es decir, beben de estos vientos del cambio.

El aumento de los fondos que invierten en ESG ha sido impulsado por la recuperación del mercado, gracias a los estímulos, y a las tendencias de los inversores, que buscan inversiones más resilientes”, analiza EFAMA en un reciente informe. “Los gobiernos también están fomentando este tipo de estrategias”, añade.

Tener enfoque sostenible de la inversión significa considerar los impactos potenciales de ESG en las empresas en las que se invierte, pero también cómo se puede minimizar el impacto negativo que esas empresas tienen en el medioambiente y la sociedad a través de la selección de valores y compromisos con la administración de la empresa.

Es una inversión atractiva, según los expertos, porque hay que financiar el cambio del modelo económico y social que tenemos. Según Marisa Aguilar, directora de Allianz Global Investors para Iberia, hay dos grandes temas que urge corregir: “el cambio climático y sus consecuencias en la sociedad, y la desigualdad, que se ha visto acentuada en los últimos años”.

Para hacer frente a estos retos se necesita una enorme financiación con la intervención de los estados, de los reguladores, y va más allá de lo que pueden hacer los fondos públicos, por lo que se necesitan los canales privados”, señala Aguilar.

De esta manera, los inversores pueden pensar en ESG a través de diferentes lentes, tal y como reconoce Archie Beeching, director de inversiones responsables de Muzinich & Co: “Hay megatendencias a considerar como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la desigualdad y el impuesto de sociedades; luego hay micro factores como la forma en que las empresas de la industria tecnológica tratan a su fuerza laboral”.

Es una estrategia de gestión de activos que, en líneas generales, mira no solo la rentabilidad inmediata, como la solvencia en el largo plazo.

Por ello, es muy indicada, casi diría indispensable, para aquellos inversores que busquen maximizar sus ahorros en un marco temporal de cierta duración”, destaca Pedro del Pozo, director de inversiones financieras en Mutualidad de la Abogacía.

Sin embargo, el mundo se encuentra ante los primeros pasos en lo que se refiere a adoptar las inversiones sostenibles como su única referencia.

Además de reducir las emisiones, los impulsores a largo plazo que estamos viendo son sobre todo el desarrollo hacia una economía circular y la creciente demanda mundial de energías generadas de manera sostenible, respaldada por precios competitivos”, apunta Mikko Ripatti, responsable de DNB Asset Management para Iberia.

Cómo se debe seleccionar un fondo sostenible

Hay muchas maneras de pasar la lupa por esas carteras sostenibles. De construirlas. Mark Carney, que fue el gobernador del Banco de Inglaterra, las resume con la analogía de las 50 sombras de verde (50’s shadows of green, en inglés).

Específicamente hace referencia a la importancia de financiar toda la innovación tecnológica de productos y servicios que se generan al mismo tiempo que se financie la transición de todas esas economías que han operado en un modelo de crecimiento marrón y que poco a poco lo conviertan en verde.

Introducirse dentro de estos conceptos puede ser, quizá, más complicado de lo que parece. Por eso, uno de los siguientes paradigmas a analizar es cuáles han de ser los criterios para elegir un activo que se circunscriba a ese marco social, de buen gobierno y sostenibilidad.

Tradicionalmente, se utilizaban las exclusiones, que entrañaban típicamente valores más morales: más relacionados con la inversión ética que con la sostenibilidad”, recuerda Aguilar.

Sin embargo, esa estrategia ha ido evolucionando. Se pasó a la fijación en cómo las empresas desarrollaban su actividad desde el punto de vista de los factores ambientales, sociales y de gobernanza corporativa para seleccionar aquellas empresas que lo hacían mejor.

Una práctica que cambió porque el sector de la gestión de activos se dio cuenta del quid central de esta temática: financiar esas empresas que están ofreciendo los productos y servicios necesarios para la transformación del sistema.

Ahí es donde se puede enmarcar el siguiente concepto, que es la inversión de impacto. Cuando se invierte a través de estos fondos, hay que tratar de evaluar cómo las empresas en las que invierte en particular influyen en el mundo.

Nuestro objetivo es conocer cómo el medioambiente y sus grupos de interés afectan a esta empresa e intentamos predecir cómo cuestiones como el cambio climático, las regulaciones y las preferencias de los consumidores afectarán a esta empresa en el futuro”, dice Ripatti.

Para Diego Fernández-Elices, director general de inversiones de A&G Banca Privada, tras la reciente aprobación del reglamente de divulgación de riesgos de sostenibilidad, todos los fondos deben incluir en su documentación legal.

Además, si integran o no los riesgos de sostenibilidad en su proceso de inversión, si son un factor relevante y si tienen incluso objetivos concretos y medibles más allá de los financieros.

De todas maneras, cuanto más agentes de mercado tienen en cuenta criterios de sostenibilidad, más difícil es diferenciar unos de otros”, matiza el experto.

Hay criterios cualitativos muy importantes y para comprender el proceso, debemos buscar intencionalidad y una orientación real con personas que crean en el proceso y no en la oportunidad de negocio de corto plazo”, agrega.

Según Aguilar, hay muchos tipos de fondos sostenibles. Desde su punto de vista uno de los grandes errores es buscar las fotos de carteras que sean limpias. El cambio no va de moral, sino de financiar una transición a una economía que tenga un enfoque sostenible.

Cuando vas a ver fondos hay que ver por qué apuestan por la sostenibilidad: si priman aquellas empresas que intentan disminuir su huella de carbono, tratando de tener mejor prácticas sociales o corporativas, o si entras en un vehículo que intenta financiar las energías renovables… Son ejemplos de factores en los que focalizarse a la hora de aproximarse a la inversión”, asevera.

Del Pozo analiza a este respecto que existe aún mucho camino por recorrer en términos de taxonomía de las inversiones ESG. “De hecho, se sigue avanzando en la reglamentación”, aborda.

En todo caso, la mayoría de las empresas cotizadas publican ya mediciones en términos ambientales, sociales y de gobernanza, que pueden ser utilizadas para una monitorización de la inversión en sus acciones o bonos.

Los fondos de inversión proveen de información cada vez más detallada de estos aspectos. Aparte de esta información básica, existen inversiones con un carácter marcadamente ESG, como pueden ser los bonos verdes o sociales o determinadas temáticas en fondos.

Hacia una inversión que busque el impacto

No obstante, los fondos sostenibles van más allá y por eso han avanzado hacia nuevos conceptos.

Unos mimbres que han provocado el florecer de la inversión de impacto, que es aquella que intencionalmente busca unas repercusiones positivas a nivel social, medioambiental y de buen gobierno medible, junto con un retorno financiero, como mínimo, igual al del capital invertido.

Tal y como cuenta Ana Guzmán, directora de impacto de Portocolom AV, partir de esta definición es clave a la hora de construir carteras ya que requiere de un ejercicio de “desaprendizaje” de las condiciones de inversión tradicionales.

Así, podrán incorporar determinadas variables esenciales a la hora de construir carteras que cumplan con la premisa esencial de que la rentabilidad financiera ha de ir acompañada necesariamente de la social.

No estamos hablando de filantropía, pero tampoco de una inversión tradicional en la que, por casualidad, se ha producido un retorno social”, asegura la experta. El año pasado, el Global Impact Investing Network (GIIN) estimaba que se invirtieron más de 800.000 millones de dólares a nivel mundial.

Los fondos de inversión de impacto han cobrado gran protagonismo, especialmente durante los últimos años, y la tendencia, según Guzmán, no va sino a crecer.

¿Por qué? Esto no es casual y responde a un cambio en la forma de hacer las cosas que desde nuestro punto de vista hará que la sostenibilidad no sea una tendencia sino un requisito a la hora de seleccionar dónde invertir”, describe.

La inversión en fondos sostenibles ha cambiado de forma considerable en los últimos ejercicios. No hace mucho, se podría haber calificado como una disciplina incipiente, o un área de nicho que era atractiva solo para un grupo reducido de inversores. Pero ahora se ha convertido en una tendencia mayoritaria.

Las valoraciones vertidas por nuestros expertos son opiniones de carácter particular y no representan una recomendación de inversión concreta. Para maximizar los beneficios de tu capital consulta con un especialista para que te asesore conforme a tus necesidades.