Growth o Value: así funcionan las filosofías de inversión que más rentabilidad media buscan en el mercado


Si hay un debate que siempre está en boca de todos en el mundo de la inversión, entre aquellos que buscan la mayor rentabilidad media del mercado, es la cuestión de cuáles son las filosofías o el estilos de gestión más funcionan para la cartera: el growth o el value.

Los partidarios de ambas filosofías defienden sus bondades, pero actualmente muchas son las voces que preguntan si ha llegado el momento de volver a decantarse por el value que, tras los bajos rendimientos ofrecidos durante los últimos años, podría comenzar a registrar rentabilidades positivas.

Es muy habitual que nos encontremos con estas dos etiquetas cuando invertimos a través de fondos de inversión. Ambos estilos tratan de conseguir la mayor rentabilidad posible pero la estrategia para conseguirlo es diferente. Asimismo, una de las clasificaciones más conocidas para las acciones es la que distingue entre compañías Value y Growth.

En qué consiste la inversión basada en el growth

Durante los años previos, las empresas growth ofrecieron rentabilidades extraordinarias muy por encima de cualquier otra filosofía de inversión. En 2001, durante la crisis de "las punto com", las valoraciones se ajustaron drásticamente a la baja y las inversiones value comenzaron a ganar terreno nuevamente.

Para cualquier inversor que entrase al mercado durante los últimos años de la burbuja, esto significaría tener que esperar unos 16-17 años para recuperar su inversión”, explica John Tidd es el socio fundador y director de HAMCO Global Value Fund.

Es decir, hay un claro aspecto de riesgo que un inversor debe considerar y es que se debe tener mucho cuidado a la hora de pagar altos precios por empresas con retornos extraordinarios.

Con el tiempo, la competencia inherente a todos los negocios y la reversión a la media tiende a destruir esas ganancias extraordinarias rápidamente y a reajustar sus valoraciones. “Por ejemplo, veamos el caso de algunas empresas de tecnología, un sector altamente cíclico y que, por lo general, experimenta cambios drásticos en liderazgo”, comenta el experto.

Basta con sólo mirar algunos ejemplos en el mercado de teléfonos móviles, donde Motorola, Blackberry y Nokia fueron todos líderes hace no mucho tiempo y hoy en día básicamente son irrelevantes en dicho mercado.

Esta dicotomía puede parecer confusa. “En cualquier caso, pensamos que no hay que ceñirse a estas etiquetas y que lo mejor es buscar empresas de calidad, independientemente de que sean de crecimiento o de valor”, expone Tidd.

De este modo, los mercados growth focalizan sus esfuerzos en negocios que registran elevadas tasas de crecimiento. Se espera, por tanto, que las compañías catalogadas en este segmento tengan un rápido crecimiento en sus ventas y, por consiguiente, en sus beneficios en el futuro. “Incluimos aquí los sectores más involucrados con el consumo cíclico y la tecnología o el propio sector industrial”, resaltan los expertos de Andbank.

Los inversores en crecimiento buscan empresas y sectores donde se espera un fuerte crecimiento de los beneficios empresariales. Se espera que este crecimiento aumente el valor de las acciones. El riesgo de este tipo de inversión es que ese fuerte crecimiento no llegue y el precio de las acciones caiga.

En esta última técnica, en lugar de mirar en los balances, lo que se busca en estas empresas es que muestren un crecimiento constante o incluso con aceleración en cuanto a sus ingresos y ventas se refiere durante los últimos años.

Esto es superimportante ya que, si una empresa está demostrando que tiene esa capacidad de crecimiento tan brutal, inspira mucha confianza en los inversores y no dudarán de querer participar en su fiesta de beneficios futuros.

La filosofía growth investing se suele comportar mejor durante épocas de contracción económica que durante expansiones, ya que en esos momentos existen menos empresas con expectativas de crecimiento.

En qué consiste la filosofía del value

El value investing, o la inversión en valor, es una filosofía de inversión que genera rentabilidades positivas de manera consistente en el largo plazo. Fue creada en 1928 por Benjamin Graham y David Dodd e impartida por estos en sus clases de la Columbia Business School.

Esta filosofía de inversión, popularizada por Warren Buffett –discípulo de Benjamin Graham y posiblemente uno de los mejores inversores de la historia–, está basada en la adquisición de valores de calidad a un precio por debajo de su valor intrínseco o real”, explican desde Bestinver.

La diferencia entre el precio de un valor y su valor intrínseco es lo que Graham definió como margen de seguridad, concepto fundamental de la filosofía “value investing”.

Se podría decir que la gestión value consiste en analizar rigurosamente las compañías, entender sus negocios, para tratar de determinar el valor intrínseco de las mismas”, comenta Antonio Castelo, responsable de renta variable de iBroker.

Después, dicho valor intrínseco se contrasta con su precio de mercado para identificar si las empresas cotizan con descuento, si hay un margen de seguridad suficientemente amplio como para representar una oportunidad de inversión rentable”, destaca.

De este modo, esta estrategia se basa en comprar empresas que están infravaloradas y trata de sacar provecho de situaciones “irracionales” del mercado para invertir en “compañías cuyo valor será reconocido con el tiempo”.

Otro concepto muy utilizado en el estilo value investing es el margen de seguridad, el cual permite a los inversores tener confianza en su decisión. Como explica Warren Buffet lo más probable es que suceden cosas buenas cuando compras un dólar por 40 centavos.

La manera más natural de entender una inversión cuando alguien comienza a introducirse en este mundo es pensar que lo que hay que comprar es algo que está barato hoy para vender más caro en el futuro y así obtener una rentabilidad por la diferencia del precio.

En una inversión tipo value es esto precisamente lo que se busca, identificando aquellas empresas que tienen un valor intrínseco hoy pero que no está reconocido por el mercado, es decir que son empresas devaluadas pero que muestran señales de tener un valor oculto en sus balances y cuentas de resultados”, destaca José Luis Cárpatos, director de inversiones de Gloversia Eafi.

La inversión en valor exige que se establezcan objetivos claros. Implica paciencia y tenacidad para alejarse de la imprudencia, de la búsqueda de ganancias rápidas y de excesivos operaciones de mercado, motivadas por el sesgo humano que tiende a la hiperactividad.

Compañías value en comparación con las growth

Si hay una controversia en el mundo de la gestión de activos y las inversiones es la distinción entre compañías conocidas como acciones valor y las de crecimiento. En función de estar clasificado en un grupo o en otro, así serán de diferente las estrategias de inversión.

Si se analizan de forma individual, por un lado, tenemos las compañías de valor que se caracterizan por ser más estables, encuadrándose en sectores maduros, recurrentes, con mayor visibilidad de resultados, con menores crecimiento en ventas y que, en general, tienen mayores barreras de entrada.

Por ejemplo, los sectores de valor tradicionalmente son las eléctricas, concesiones, autopistas o alimentación. “En la medida que sus inversiones ya están desarrolladas en un porcentaje muy elevado, destinan una gran parte de sus beneficios a dividendos (payouts al menos del 40%)”, dice Cárpatos.

La capacidad crecimiento de los mercados de las empresas de valor es limitado, salvo excepciones particulares como es el caso de la energía eólica dentro de las compañías eléctricas.

Asimismo, tenemos acciones denominadas de crecimiento. Es decir, son empresas en fase de expansión y que se considera que pueden continuar creciendo de forma significativa en los años siguientes.

Se caracterizan por operar en mercados cambiantes, con mucha competencia, pero las compañías que triunfan de forma clara presentan una producto/servicio de gran valor añadido”, comenta el experto.

Un ejemplo sería la tecnología. Para este tipo de firmas puede ser más recomendable reinvertir su beneficio (si es que lo tienen) en su propio negocio o en comprar otras empresas antes que repartirlo entre sus accionistas.

En esta tipología de empresas, no se suele pagar dividendo. “El beneficio se invierte en el negocio ya que aporta más valor (ROCE) que el obtenido por el inversor en caso de pagar dividendos (rentabilidad del 5% de media)”, afirma Castelo. Esto no implica que el mercado vea este sector más volátil. Al operar en áreas con pocas barreras de entrada, sus posibilidades de éxito (o fracaso) son superiores.

Tradicionalmente cotizan a múltiplos (PER, EV/Ebitda o P/VC) más elevados. “El motivo es que los inversores trabajan con múltiplos a 24 o 26 meses vista frente a los 12 meses vista de las compañías de valor”, analiza Cárpatos.

Existen índices como el MSCI Global Value y Growth, que se caracterizan por seleccionar una serie de compañías en función de si cumplen o no unos criterios preestablecidos de antemano.

En el caso de que se ajusten a estas variables en cada grupo, a estas compañías se las clasifica como growth o value. Perfectamente se podría dar la paradoja que, una compañía un semestre estuviera seleccionado como value y trimestres posteriores no.

Enfoque para las estrategias de inversión

Independientemente del tipo de inversor que puedas ser, seguramente basarás tu estudio en unos factores u otros, y hay ciertos indicadores denominados ratios que ayudan a los inversores a tomar decisiones y valorar cualquier apuesta con su dinero.

En este sentido, hay una variable muy popular denominada PER que indica una relación directa entre el precio de una acción y el beneficio que genera la compañía. Muestra el número de veces que el beneficio está comprendido en el precio de una acción.

Dicho en otras palabras, si un valor tiene un PER alto, se puede entender que los inversores están pagando más caro por dicha acción que puede estar sobrevalorada. De manera contraria, sucede lo mismo, si está bajo, se puede entender que la acción está infravalorada y, por tanto, está barata, presentando una oportunidad para el inversor.

Bajo un escenario de inversión tipo value, esta ratio es fundamental, pero no lo es tanto para un estilo de inversión por growth, donde por lo general, las empresas seleccionadas disponen de un PER muy elevado. “Es por eso que esta variable no es útil para los inversores que siguen esta estrategia ya que no da ninguna información de valor”, dice Castelo.

Otro factor que hay que tener en cuenta es que las empresas seleccionadas mediante un estilo value deben esperar a que el mercado les reconozca su valor escondido, por lo que en general tardan bastante en revalorizarse sus acciones.

Sin embargo, las empresas seleccionadas mediante el estilo por growth tienen unos productos o servicios de muy buena calidad y están generando muchas ventas e ingresos.

Están demostrando que son buenas hoy mismo, sin esperar nada a lo que pueda pasar en un futuro”, argumenta Cárpatos. La bolsa está reconociendo que lo están haciendo bien.

A modo de conclusión, estos dos estilos pueden ser bastante aptos para cualquier cartera de inversión e, incluso, pueden coexistir. No quiere decir que no se pueda invertir utilizando las dos filosofías.

De hecho, los expertos recomiendan siempre hacer diversificación de las carteras para reducir el riesgo lo máximo posible. Por tanto, adoptar los dos métodos puede ser interesante en aras de generar rentabilidades positivas de cara al futuro.

Las valoraciones vertidas por nuestros expertos son opiniones de carácter particular y no representan una recomendación de inversión concreta. Para maximizar los beneficios de tu capital es recomendable que consultes con un especialista que se ajuste a tus necesidades.