En algún momento de nuestro pasado se decidió que mejor que inventar nombres para ciertos avances era poner prefijos y sufijos a palabras bien conocidas en inglés. Probablemente el ejemplo más importante sea el prefijo “e”.
Se empezó a utilizar por delante de mail para distinguirlo del correo postal (algo que hoy ya es necesario), y más recientemente lo encontramos en eCommerce, eShop o eSports.
Algo parecido ocurre con el sufijo “tech”. Tenemos fintech, legaltech, wealthtech o femtech, entre muchos otros -tech. Y sabemos que el nexo de todos ellos es que relacionan la tecnología con un sector económico concreto.
A veces se entiende a la primera a qué se refieren estos términos, pero otras veces no está tan claro: ¿edtech? ¿insurtech? ¿regtech? En este artículo vamos a repasar los -tech más importantes.
El sector fintech es el más conocido de nuestro listado. Y tiene sentido, pues muchas veces sirve de base para que prosperen otros. Cuando hablamos de fintech nos referimos a un sector que combina la tecnología con servicios financieros de todo tipo: cuentas bancarias, tarjetas, pagos con móviles, préstamos, pasarelas de pago, transferencias, inversiones…
La vertiente tecnológica aquí es fundamental, especialmente en determinados procesos como los pagos entre particulares, los pagos entre bancos y también las remesas. Pero hay más. El big data y el machine learning juegan un papel decisivo en este sector y sus aplicaciones son muy relevantes.
Por ejemplo, para desarrollar modelos predictivos sobre la solvencia de personas que piden un préstamo, o para estudiar perfiles de clientes y poder ofrecerles préstamos personalizados.
Tan relevante es este sector concreto que ha servido para impulsar conceptos tan disruptivos como el Open Banking (compartir los datos bancarios de los usuarios entre varios bancos y plataformas) o el Banking as a Service (bancos y plataformas comercializan sus propios servicios bancarios a otras empresas).
El fintech también es un valedor perfecto para varias aplicaciones de blockchain, especialmente las que tienen que ver con la trazabilidad del dinero y su protección.
Fintech también ha suscitado cambios legislativos tan notables como los llamados sandbox, que son escenarios regulados donde las fintech pueden probar sus productos antes de comercializarlos. Un ejemplo de que muchas veces la tecnología va por delante de la legislación.
En definitiva, el sector fintech no es solo la evolución tecnológica de una serie de actividades comerciales (como ocurre en otros -tech que veremos a continuación), sino que ha impulsado incluso un cambio de mentalidad en un sector tan poco dado al dinamismo como el financiero.
Tanto wealthtech como insurtech y proptech son especializaciones de compañías que pertenecen al sector fintech. En el caso de wealthtech, hablamos de startups y servicios relacionados con la gestión de la riqueza (wealth, en inglés).
Hablamos de herramientas de finanzas personales como los PFM (Personal Finance Management), muchas de las cuales son intuitivas apps que permiten ver el estado de nuestro dinero. Hoy esta clase de herramientas son un estándar y los bancos ofrecen versiones muy simples, pero suficientes en muchos casos, a sus clientes.
Pero también hablamos de herramientas más complejas, como las plataformas de asesoramiento y gestión patrimonial, donde entran roboadvisors, quantadvisors y todo tipo de software capaz de elaborar modelos de análisis predictivo en torno a diversos productos financieros relacionados con las inversiones.
Si wealthtech era críptico, con insurtech ya no tenemos ni idea de a qué nos referimos. Insurtech engloba las tecnologías relacionadas con la gestión y comercialización de los seguros (insurance, en inglés).
Al tratarse de una especialización tan compleja como son los seguros, el sector insurtech está algo más retrasado que otros, pero sus posibilidades son enormes. La aplicación de la inteligencia artificial y del IoT (o Internet of Things) nos lleva a pensar algunos usos que quedan cerca del terreno de la ciencia ficción.
Por ejemplo, un seguro cuya cuota varía en función del estado de los componentes de un vehículo, información que sabemos gracias al IoT.
Al contar con información tan detallada como esa, las aseguradoras podrán ofrecer productos a medida a sus clientes, lo que abre un mundo de posibilidades a un sector que, como el bancario, siempre se ha caracterizado por su reticencia al cambio.
Terminamos el ciclo de sectores relacionados con fintech con proptech, que en esta ocasión se refiere a combinar la tecnología con el mercado inmobiliario (property, en inglés). De nuevo, es un concepto muy amplio y podemos encontrarnos aquí a empresas que facilitan la compraventa de inmuebles a través de Internet, pero también opciones mucho más sorprendentes.
Una de ellas tiene que ver con blockchain y la llamada tokenización de activos. Gracias a la tokenización, que no es más que convertir un bien físico en participaciones digitales (como si fueran acciones), cualquier inmueble puede subdividirse en tokens.
Esto permite la propiedad compartida de inmuebles (desde pisos a edificios enteros) así como otras fórmulas de inversión colectiva (como hacer frente a unas obras de remodelación).
Mucho menos ambicioso que el fintech —lo que no es malo, ningún otro -tech es tan relevante como el financiero— es el legaltech. Aquí hablamos de los servicios jurídicos que se prestan a través de herramientas tecnológicas y también de aquellos profesionales del mundo legal que se dan a conocer por medio de Internet. Es decir, legaltech engloba tanto la prestación del servicio como su comercialización y publicidad.
Uno de los puntales del legaltech es el concepto ediscovery, que engloba todos los procesos en los que se buscan y localizan datos electrónicos con el fin de utilizarlos como evidencia en un caso legal.
Teniendo en cuenta que una de las herramientas más importantes de cualquier abogado es demostrar que lo que él defiende ya fue juzgado anteriormente y se falló a su favor, imagina hasta qué punto el ediscovery es fundamental en cualquier batalla legal.
Pero hay mucho más. También están los marketplaces donde los profesionales del Derecho ofrecen sus servicios, y sus clientes pueden votarlos como si de una app colaborativa se tratara. Esto es toda una revolución, pues en estos lugares se promocionan los servicios de forma sencilla, concisa y transparente.
Una pregunta: ¿es lo mismo legaltech que regtech? No del todo. Regtech hace referencia a las empresas y servicios cuya función es asegurarse de que sus clientes, normalmente fintech, cumplen con todas las regulaciones vigentes que afectan a sus operaciones.
Aquí entran tanto servicios de consultoría como tecnologías que automatizan el cumplimiento de las normas. Así que regtech es una especialización del legaltech.
Con el healthtech nos asomamos al terreno de la tecnología de la salud (health, en inglés). En este caso, estamos hablando de un sector que bien podría resultar tan decisivo como el fintech, pero cuyo desarrollo está siendo mucho más lento por los riesgos que supone para la salud, literalmente, y también para la privacidad de los datos personales.
Es enorme la variedad de campos que engloba el healthtech. Primeramente, podemos encontrar una división general entre software y hardware: las apps para dejar de fumar o las que permiten monitorizar una dieta son tan healthtech como las máquinas que mejoran los diagnósticos o las próstesis que resultan más cómodas a quienes las llevan.
Y tampoco tenemos que irnos al terreno de las dolencias o las enfermedades para encontrar servicios que también forman parte de este sector. Las apps para fitness y la práctica deportiva o las wearables también son healthtech.
¿Y qué pasa con aquella parte de la salud que afecta de forma exclusiva a las mujeres? Pues ahí entra el sector femtech.
El abanico de opciones es enorme. El origen de este sector fueron las apps pensadas para maximizar las posibilidades de un embarazo. Unas apps que hoy utilizan datos personales para calcular calendarios y ofrecer consejos personalizados.
Pero de aquellos inicios se ha pasado a un sector donde abundan las posibilidades, tanto a nivel de software como de hardware. En el terreno de las apps encontramos programas para monitorizar la salud ginecológica, la lactancia, el cuidado del embarazo, encontrar respuestas reales y seguras a consultas cotidianas y también para favorecer la práctica de ejercicios concretos (como los de Kegel).
En cuanto al hardware, hay numerosas líneas de investigación abiertas en torno a nuevos instrumentos sanitarios, bioprótesis y fármacos anticonceptivos.
Esta es muy fácil: ed, de educación, y tech; edtech. La unión de educación y tecnología lleva tiempo entre nosotros, aunque su alcance va un poco más allá de poner pantallas táctiles en las escuelas o distribuir robots para que en los institutos se aprendan principios básicos de código. Más que el uso de dispositivos, la edtech ha contribuido a un cambio de mentalidad.
En las aulas, combinar la educación con la tecnología permite que los alumnos se lleven a sus casas el contenido, para aprenderlo allí, y que dediquen el espacio común de la clase a poner en práctica la teoría, analizándola y cuestionándola. Es lo que se llama flipped classroom o clase invertida, una consecuencia directa de la edtech.
Otro aporte de la edtech es la disponibilidad total, y muchas veces gratuita, de todo tipo de cursos MOOC (Massive Online Open Courses) para que cualquier interesado adquiera unas pinceladas de conocimientos muy especializados. Hay cursos MOOC para prácticamente todo.
El sector de los viajes (travel, en inglés) fue uno de los primeros que sufrió la disrupción de la tecnología. Frente a la visita a la agencia de viajes para que nos informaran de destinos, formas de llegar a ellos, fechas, precios y condiciones, surgieron portales que nos respondían a todas esas preguntas con unos cuantos clics.
Y ahí seguimos, aunque en la actualidad los hábitos han virado desde estos portales todo-en-uno a la combinación de varios servicios: la reserva del alojamiento se hace en webs especializadas y la compra de los billetes, en páginas con ofertas puntuales o directamente en las webs de las propias compañías.
A nivel de usuario, los principales avances ya se dieron hace años, pero el traveltech sigue su curso. Lo que toca ahora es mejorar de puertas hacia adentro, como utilizar la IA y el big data para optimizar los servicios y los canales de comercialización de los productos turísticos. O la robotización para la atención al usuario. O el blockchain para la monitorización e identificación de personas y equipajes. Hay muchas posibilidades.
Y terminamos nuestro repaso con un sector que ha sido toda una revolución. Porque utilizar el IoT en una cadena de montaje o la trazabilidad de blockchain para el seguimiento de un envío transoceánico entraba dentro de nuestras expectativas.
Pero cuando hablamos de agrotech, nos referimos a las mismas tecnologías, solo que utilizadas en el ámbito de la agricultura y la ganadería, además del medio ambiente.
Y aquí entran un sinfín de aplicaciones. Desde satélites que vigilan el estado de los cultivos hasta sensores de todo tipo que analizan en tiempo real las condiciones del terreno, pasando por balizas de seguimiento (a través de blockchain o de fórmulas más asentadas como el GPS), biotecnología aplicada al desarrollo de nuevas y mejores semillas y, por si fuera poco, una extensa gama de aparatos y maquinaria para facilitar la vida a las personas que viven del campo.
¿Es lo mismo agrotech que foodtech, un término que surgió hace unos años y que ha caído en desuso? No exactamente. El foodtech hace —o hacía— referencia a la tecnología aplicada a la comida, algo que puede parecer muy sorprendente pero que, con el tiempo, se ha comprobado que es una mínima parte de lo que supone agrotech.
Ya sean finanzas, salud, educación, agricultura… la aplicación de la tecnología a campos especializados sigue su curso. ¿Seguiremos hablando dentro de unos años de fintech, de edtech o de femtech?
Quién sabe, quizá alguien invente una nueva colección de términos o proponga usar otros prefijos y sufijos. No podemos saberlo. Lo que sí sabemos es que seguiremos refiriéndonos a lo mismo: a la enorme influencia de la tecnología en prácticamente cualquier sector económico.