La siguiente revolución ya está en marcha y tiene que ver con los retos tecnológicos. Un avance hacia lo nuevo que va a poner patas arriba la realidad tal y cómo la conocemos. Especialmente, por dos conceptos muy disruptivos: el Internet de las Cosas (IoT) y las ciudades inteligentes.
El entorno empresarial tiene vistas a verse alterado sustancialmente debido al empuje de la Inteligencia Artificial. Por eso, a continuación, detallamos cómo será el nuevo esquema y las oportunidades que surgirán de manera colateral.
La inteligencia artificial cada vez tiene más peso para las compañías. Una tendencia que se ha acelerado al calor de la pandemia.
Según una encuesta de Allianz Global Investors, aproximadamente el 75% de los consultados (responsables de tecnología en empresas con al menos 100 trabajadores) espera que sus presupuestos aumenten en 2020 en comparación con el año anterior en cuanto a la IA.
De hecho, el 40% dijo que la crisis de la covid-19 ha aumentado la disposición de su empresa a destinar más dinero a proyectos de TI e infraestructuras de TI.
La importancia de la Inteligencia Artificial (IA) también ha aumentado durante la lucha internacional contra la pandemia. Tanto es así, que el 97% de los encuestados afirma que planea comenzar al menos algunos proyectos de IA este año y más del 70% asegura que uno o más de estos proyectos ya están incorporados a su empresa.
Hablamos de unos porcentajes que dejan entrever el nuevo paradigma que se abre en la actualidad. Tal y como describe James Chen, co-gestor del fondo Allianz Global Artificial Intelligence, la inteligencia artificial puede contribuir en 15,7 billones de dólares a la economía mundial de aquí a 2030.
Esto supone una cifra que supera “el actual PIB de China e India combinados”. Su magnitud puede ser de enorme tamaño. Por eso, este espacio genera la atención para muchas gestoras de fondos de inversión que están activando las luces de largo alcance en su radar para sortear estos ruidos del presente, marcados otra vez por la crisis.
Dado que la demanda de tecnología es estructural y no cíclica, las temáticas a largo plazo de la cartera, “se mantienen intactas", afirma Hyunho Sohn, gestor del fondo Fidelity Global Technology.
Pocos operadores dudan del impulso que está cogiendo y que va a seguir desarrollando una de las grandes temáticas que pueden generar las mayores rentabilidades futuras. No hay duda de que la inteligencia artificial se ha erigido como una de las grandes protagonistas en tiempos en los que la incertidumbre ensancha su sombra sobre las principales bolsas mundiales.
Es en este contexto en el que algunas áreas como la Inteligencia Artificial (IA) generan la atención para muchas gestoras de fondos de inversión que están activando las luces de largo alcance en su radar para sortear estos ruidos del presente, marcados otra vez por la crisis.
Dado que la demanda de tecnología es estructural y no cíclica, las temáticas a largo plazo de la cartera, “se mantienen intactas", afirma Hyunho Sohn, gestor del fondo Fidelity Global Technology.
“La inteligencia artificial y el aprendizaje automático se desarrollarán debido a una mayor demanda de análisis”
Con un horizonte amplio para construir una cartera esta emergencia sanitaria podría ser positiva para la demanda de tecnología, ya que se incrementarán los sensores y se analizarán más datos a consecuencia de ello.
En este sentido, la inteligencia artificial y el aprendizaje automático “se desarrollarán debido a una mayor demanda de análisis”, añade Sohn. Y, más aún, puede resultar beneficioso desde el punto de vista de las rentabilidades de largo plazo.
Sin embargo, el Internet de las Cosas (IoT – Internet of Things por sus siglas en inglés) está tomando forma rápidamente a nuestro alrededor. De ahí a la importancia de que los inversores lo entiendan para que puedan reconocer sus implicaciones y oportunidades de inversión.
El IoT está ampliando el poder de Internet más allá de los ordenadores y los teléfonos inteligentes a una amplia gama de objetos, procesos y entornos. A través de él se conectan dispositivos y otros elementos para recopilar información valiosa y enviarla a la nube para su análisis o incluso a otros elementos conectados.
“Este aumento de la información ya está ayudando a las empresas y las personas a mejorar las decisiones, la eficiencia y la productividad”, detallan desde Alger Asset Management, gestora participada por La Française AM.
En este sentido, la consultora Gartner estima que había 11.200 millones de dispositivos conectados en 2018 y que esa cifra habría aumentado hasta los 20.400 millones en el año pasado.
La conectividad de los objetos y el uso de la tecnología en la empresa son claves para el futuro de las compañías. Es así porque La crisis de la covid-19 ha provocado que la digitalización de las empresas cobre mayor relevancia y que las compañías se atrevan a dar pasos que hasta ahora no habían dado, según explican varios expertos del sector.
Después de pasar un par de semanas de incertidumbre al comenzar el confinamiento, en Nexus Integra, una firma especializada en IoT industrial, vieron cómo las empresas empezaban a interesarse por poner en marcha procesos de digitalización.
“Se están poniendo en valor los beneficios más inmediatos de la digitalización y estamos viendo un interés creciente en conocer las alternativas y ese control integral de los procesos de digitalización de una forma más global desde la empresa”, apunta Salvador Hernando, director de negocio y operaciones de la compañía.
“La crisis de la covid está relativizando la complejidad del trabajo en remoto y está haciendo que las empresas se pongan las pilas", explica Javier Ferrer, CEO y cofundador de WiTrac, una firma tecnológica especializada en soluciones de localización y medición de activos y personas en tiempo real.
Centrándose en la cadena de logística, las nuevas oportunidades también vendrán de la mano de la digitalización. Todo ello, pese a que es posible que no haya que esperar a la empresa de transporte y almacenamiento del futuro porque, tal y como dice Ferrer, en la actualidad existen algunas empresas que están localizando en tiempo real sus paquetes o sus activos.
Y es que hay sensores desde 10 céntimos, apunta el experto, como los hay de 10, 100 o 1.000 euros. “La tecnología no es cara y ha llegado para quedarse. La recomendación es que seamos rápidos y que no tengamos miedo a aprender de la tecnología y a colaborar con socios”, asegura.
Entre las principales recomendaciones también se ahonda en que se acuda a profesionales para tratar de encontrar las mejores soluciones.
“Existen muchas soluciones en el mercado que cuando las llevas a unas condiciones concretas no dan el resultado que deberían dar, y entonces a tu cliente eso le genera malestar”, afirma Juanjo González, Global Head of IoT & Smart Services Business Line de Cellnex Telecom.
Así, cuando un objeto está conectado a Internet, puede enviar información o recibir información, o ambas cosas. “Esta capacidad no implica que un dispositivo tenga un súper almacenamiento o un súper ordenador en su interior, sino que puede conectarse o tener acceso a un sistema de gran almacenamiento”, confirman desde Alger Asset Managment.
De este modo, la recopilación y envío de información requiere sensores que pueden variar desde detectores de temperatura y humedad hasta los de calidad del aire y de luz. Estos sensores nos permiten recoger datos del entorno y tomar mejores decisiones.
Los beneficios se pueden encontrar en todas las industrias. “Por ejemplo, en agricultura el IoT puede utilizarse para detectar la humedad en el suelo y predecir las precipitaciones potenciales para saber exactamente cuándo pueden regarse los cultivos”, dicen desde la gestora francesa. Así, se evitan consecuencias costosas derivadas de un mal riego.
“Para los proveedores de estos dispositivos, chips y softwares, puede significar mayores ventas y para los usuarios de IoT puede significar una mayor rentabilidad”
El IoT proporciona a las empresas una visión y un control sobre las cosas y los entornos que tradicionalmente han estado fuera de su alcance. “Para los proveedores de estos dispositivos, chips y softwares, puede significar mayores ventas y para los usuarios de IoT puede significar una mayor rentabilidad”, destacan desde Alger AM.
“Sin embargo, los actores que no se adapten a esta tendencia pueden ver deteriorados sus beneficios”, analizan.
Ligado a la inteligencia artificial y el Internet de las Cosas emerge el concepto de las ciudades inteligentes, también conocidas como smart cities, las cuales crearán importantes oportunidades de negocio e inversión de empresas que contribuyen al desarrollo urbano.
Con este tipo de urbes se busca una mejor calidad de los servicios públicos, con mayor eficiencia administrativa, mayor accesibilidad, más transparencia y mejor acceso a la información pública.
El surgimiento de las Smart Cities también puede significar un mejor desarrollo económico, social y calidad medioambiental para la ciudad y los ciudadanos. De forma paralela, hay cada vez un mayor número de empresas privadas que prestan servicios de ciudades inteligentes complementarios e integrados a las de la administración pública.
Un último estudio de International Data Corporation (IDC), Worldwide Smart Cities Spending Guide, calculaba que el coste mundial de las iniciativas para desarrollar ciudades inteligentes ascenderá a un total de más de 114.000 millones, un aumento del 18,9% con respecto a 2019.
Por consiguiente, el top 100 de las ciudades que más invirtieron en iniciativas inteligentes en 2019 representaron alrededor del 29% del gasto mundial, y a pesar de que el crecimiento se mantendrá entre estas ciudades a corto plazo, el informe indicaba que el mercado está bastante disperso entre ciudades más pequeñas que invierten en proyectos relativamente pequeños.
En 2019, los casos de uso relacionados con la energía y la infraestructura representaron más de un tercio de las inversiones, y ambas supeditadas a las redes inteligentes. La seguridad pública basada en datos y el transporte inteligente supusieron alrededor del 18% y el 14% del gasto total, respectivamente.
Si se observan los casos de inversiones mayores, las redes inteligentes en electricidad y gas, y combinadas, aún atraen la mayor parte de las inversiones, aunque su importancia relativa disminuirá con el tiempo a medida que el mercado entre en maduración y otros casos se vuelvan de uso más general.
“Los gobiernos regionales y municipales están trabajando arduamente para mantener el ritmo de los avances tecnológicos y aprovechar las nuevas oportunidades en el contexto de la gestión de riesgos, las expectativas públicas y las necesidades de financiación para escalar iniciativas”, expone Ruthbea Yesner, vicepresidenta de IDC Government Insights and Smart Cities and Communities.
“Se están concienciando que es necesario incorporar el coste de implantar mecanismos inteligentes en los presupuestos, o buscar financiación a través de medios más tradicionales (…) Tanto una como otra opción, sirven para aumentar las inversiones en este sector”, analiza.
¿Y qué es lo que genera el mayor atractivo en el plano de la inversión? Fundamentalmente, desde Pictet aseguran que las ciudades en la actualidad representan más del 70% de todas las emisiones globales de dióxido de carbono cada año, lo que equivale a 5.000 millones de coches en la carretera.
Hoy en día, el 55% de la población mundial vive en áreas urbanas y se prevé que esta cifra aumente a 68% para 2050, lo que implica 2.500 millones de personas más en las ciudades.
También se espera que en los próximos 35 años más de 1.200 millones de personas vivan en ciudades asiáticas. Por eso, este flujo demográfico pueda generar un interés importante a la hora de construir carteras con tendencias de futuro, aprovechándose de esta temática de largo plazo que suponen las Smart Cities.
En este sentido, la construcción de ciudades que “funcionen” lleva aparejada una coordinación en las políticas y alternativas de inversión intensivas. El crecimiento de este tipo de urbes casi con total seguridad generará grandes oportunidades de negocio para un gran abanico de compañías que contribuirán al desarrollo urbano.
En conclusión, el Internet de las Cosas y las ciudades inteligentes van a revolucionar el esquema social en los próximos años creando nuevas oportunidades de crecimiento y de inversión.