El concepto de startup parece haberse puesto de moda en los últimos años. Muchos pueden pensar que se trata simplemente de una empresa que está empezando, y acabar refiriéndose a estas entidades como “empresas emergentes”.
Esto, no es del todo incorrecto, ya en muchos sentidos se puede decir que una startup es un tipo de empresa. Sin embargo, esta afirmación no es precisa, ya que existen muchas diferencias entre los términos de startup y de empresa.
Aunque la primera puede considerarse como una nueva empresa en algunos sentidos, una nueva empresa no siempre es una startup. Parece complicado, pero vamos a explicarte con detalle las diferencias entre ambas.
Para tener claras las diferencias entre ambos conceptos, vamos a comenzar definiendo qué es una startup.
Una startup es una empresa emergente del ámbito tecnológico que tiene el objetivo de desarrollar un nuevo modelo de negocio. Es decir, la principal diferencia entre startup y empresa, es que la primera busca la creación de un modelo de empresa totalmente novedoso.
En otras palabras, mientras que una empresa al uso no tiene que ser necesariamente innovadora, para la startup, esta es su característica principal.
La principal distinción entre startup y empresa ya la hemos comentado, y es la innovación. Sin embargo, existen muchas otras características que las diferencian:
Es muy habitual que estas empresas emergentes lleven su idea a inversores individuales o empresas más grandes, para pedirles financiación. De hecho, suelen organizarse rondas de inversión, en las que los interesados aportan una cantidad de dinero, destinada al desarrollo del proyecto de la startup.
Mientras una empresa ambiciosa puede tener el objetivo de duplicar su tamaño en el corto plazo, una startup suele buscar un crecimiento de 3 a 5 veces en poco tiempo.
Al fin y al cabo, su modelo de negocio es innovador, y en caso de tener cabida en el mercado, sería algo único.
Para entenderlo mejor, no es lo mismo abrir un restaurante, que fundar una startup como Uncovercity, que propone a los usuarios una cena sorpresa en un lugar que no descubren hasta haber llegado allí. La probabilidad de que funcione, es menor en el segundo caso.
En lo referente a constituir la sociedad, crear una startup y una empresa es exactamente lo mismo. Sin embargo, los pasos a seguir desde cero son muy distintos.
Para empezar, lo primero que necesitas si tu intención es crear una startup, es tener una idea que todavía no se haya implementado en el mercado. Esta idea, además, debe solucionar un problema a través de una herramienta tecnológica o digital.
Por ejemplo, hay startups en España que, hace un tiempo, comenzaron a ofrecer un servicio de envío de flores a domicilio.
Esto, solucionaba el problema de aquellas personas que consumen este producto, pero no disponen del tiempo suficiente para acudir en persona a una floristería y comprar un ramo. Gracias a los pedidos digitales, este nuevo modelo de negocio tuvo éxito.
Una vez tengas clara la idea innovadora, tendrás que trabajar en el desarrollo del servicio o servicios que vas a ofrecer, así como hacer pequeñas pruebas para comprobar que estos funcionan correctamente.
El siguiente paso, es darle a tu startup una estructura legal, para lo que es recomendable, primero, registrar la marca y, después, constituir la sociedad.
Una vez llevado a cabo este paso, y habiendo probado tu idea, estarás listo para buscar financiación. Puedes hacerlo a través de private equity (capital riesgo), acudiendo a empresas más grandes del mismo sector, etc.
Si fundas una startup, te enfrentas a la desventaja de que conseguir financiación te resultará más complicado. Con una empresa, sería más fácil, debido a que es más sencillo acudir al banco y pedir un préstamo, que convencer a un grupo de inversores de que tu idea va a triunfar.
El riesgo que asumes con una startup, es otra de sus desventajas respecto a las empresas, ya que es posible que tu idea no tenga cabida en el mercado.
En el caso de las empresas, hablamos de un modelo de negocio que ya existe, y es más sencillo prever si funcionará (aunque también entraña riesgo).
No obstante, hay una ventaja que las startups ofrecen y las empresas no, y es la enorme capacidad de crecer. Si consigues que tu idea funcione, los beneficios que obtengas serán, previsiblemente, muy superiores a los que te daría una empresa.
Para montar una startup hay una cosa que no te puede faltar (sobre todo por el tiempo que te ahorra) y es el internet.
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