Las estrategias de marketing empresarial han evolucionado a la par que lo ha hecho el mundo digital. Con la llegada del e-Commerce y de las redes sociales, las empresas se ven obligadas a innovar constantemente, para mantener o aumentar sus ventas.
Esto, obliga a las marcas a estar siempre actualizadas, haciéndose eco de lo que demanden los consumidores en cada momento para no quedarse atrás. Para reinventarse, muchas recurren a la estrategia del rebranding.
El rebranding es una estrategia de marketing que consiste en cambiar la imagen de tu marca. Este proceso de cambio pasa por modificar el logo de tu empresa, sus símbolos e incluso el nombre.
Cuando se lleva a cabo un rebranding, el objetivo es renovar por completo la apariencia de tu empresa, y generalmente se hace para lograr dos finalidades muy concretas: reconectar con los clientes, si se detecta que estos han pedido el interés por la marca; así como destacar entre los competidores del mercado.
Como todas las estrategias de marketing, el rebranding puede funcionar o no, dependiendo de cómo hayas llevado a cabo el proceso. En todo caso, los cambios que se implanten no pueden ser al azar, sino que deben seguir una lógica, orientada a dar a los clientes lo que demandan.
Por eso, antes de comenzar con ello, es muy importante recopilar la información necesaria acerca del sentimiento de los clientes hacia tu marca, las tendencias del mercado más destacadas, y las estrategias de tus competidores que mejor estén funcionando.
El rebranding es una estrategia que entraña cierto riesgo, ya que se trata de un cambio muy significativo. Modificar tu imagen de marca, a fin de cuentas, implica eliminar el aspecto con el que hasta ahora se la ha identificado.
Por tanto, no se trata de algo que deba hacerse sin un buen motivo. Las razones más destacadas para hacer un rebranding, son las siguientes:
El rebranding es desaconsejable en el proceso inicial de las empresas, ya que la marca todavía no está asentada. Modificarla, solo confundiría al consumidor. Por ello, es aconsejable para compañías que ya estén consolidadas y entren en una fase declive.
Si la reputación de una marca se ve dañada por algún motivo, el rebranding puede servir para que el consumidor deje de asociar la mala imagen a la empresa.
Si las tendencias del mercado cambian, también deben hacerlo los objetivos de las empresas para adaptarse a la nueva sociedad. El rebranding es una buena estrategia para dejar clara esta actualización al consumidor.
Si una marca quiere ampliar su mercado, tendrá que valorar las necesidades de sus nuevos clientes potenciales, y el rebranding es una buena idea para adaptarse mejor a ellas.
Si tu marca se fusiona o adquiere otra, es lógico pensar en un rebranding que aglutine ambas.
Ahora que conoces los motivos por los que tu empresa puede hacer rebranding o renovación de imagen de marca, estos son los pasos que debes seguir:
El siguiente paso lógico, es establecer qué es exactamente lo que quieres conseguir con el rebranding. Es importante que el nombre de tu marca, logo y cualquier otra cosa relacionada con la imagen, se correspondan con tu objetivo comercial.
No es lo mismo realizar un rebranding porque te has fusionado con otra marca y ampliado tu catálogo, por razones legales (hay otra marca con el mismo nombre o logo), o sencillamente porque quieres mejorar lo existente. Cuando tienes claro por qué lo haces, es mucho más sencillo trabajar sobre la imagen.
Antes de comenzar con el proceso de rebranding, es fundamental realizar un nuevo estudio de mercado para recopilar datos sobre tu público objetivo. La finalidad de este estudio es conocer bien a tus compradores, así como a la competencia.
Se trata de saber bien cuál es su perfil, qué productos se están ofreciendo y qué se demanda. Con los resultados, podrás comenzar a buscar ese elemento diferenciador.
En tu empresa debe quedar claro qué quieres conseguir, cómo pretendes hacerlo y por qué quieres hacerlo. Por ejemplo, quieres convertir tu marca en sostenible, ofreciendo productos y servicios enteramente ecológicos, porque te preocupa el medioambiente.
Es un buen elemento diferenciador, especialmente si tus competidores no van por esa misma línea, lo que te permitirá captar a un público que empatice con estos valores. Teniendo esto claro, tu imagen de marca (logo, nombre, etc.), debe reflejar esa idea.
Cuando lo anterior esté totalmente claro, es el momento de lanzar ideas con tu equipo sobre el nuevo nombre de la marca. Lo ideal es que tenga un significado que además se relacione con tus objetivos y productos. Al mismo tiempo, que sea fácil de recordar y pronunciar.
Cuando sabemos qué estética vamos a adoptar y cómo va a llamarse la marca, podemos crear con mayor facilidad un logo que se identifique con ello.
Ya has cambiado el nombre y logo de tu marca, y has trabajado, si es el caso, en los nuevos productos y servicios. Ahora, llega el momento de darlo a conocer al gran público. Para ello, puedes valerte de las redes sociales o canales de comunicación que consideres oportunos.
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